Las primarias en la mira, por Gregorio Salazar
Twitter: @goyosalazar
Entre encuestas, duras confrontaciones internas, incipientes actos partidistas y abiertas amenazas oficialistas, las primarias de la oposición, pautadas para el 22 de octubre, se han abierto espacio en la agenda informativa el patio, por lo general manejada a su antojo por el régimen.
No es poco decir. Lo apuntamos por la necesidad de señalar, entre tantas adversidades, algo rescatable de un proceso que primordialmente debe estar destinado a estructurar y armonizar la mayor unidad posible en torno al dirigente y al proyecto de país que, desde el bando opositor, enfrente exitosamente las pretensiones reeleccionistas y de perpetuación de Nicolás Maduro y su privilegiado y descarriado entorno de poder en el 2024.
A diferencia de las primarias del 2012, la primera gran dificultad de las proyectadas para octubre es que el abanico opositor se fragmentó en estos diez años –unas veces con intervención del oficialismo y otras sin ella— y surgieron nuevas agrupaciones y dirigente tan ferozmente radicales en sus ataques contra los partidos de los que se escindieron que nadie distinguiría sus arengas de las del propio oficialismo. Muerte jurada. Tampoco marcan mayor diferencia de la bancada oficialista en el seno de la Asamblea Nacional.
A otros no se les puede tildar de aliados de Maduro, pero les parece ver llegada la hora de cimentar su liderazgo sobre la base de hacer tabla rasa con los que han prevalecido, y a los que ya intentaron desplazar infructuosamente. Se habla y se actúa como si las voces y los aparatos de esas organizaciones, por pequeños que sean, no van a ser necesarios para derrotar a un régimen que no escatima ninguna forma de ventajismo ni abuso de poder en cada contienda electoral.
También se han hecho oír quienes cuestionan el método de las primarias. Unos por considerar que sirve, en primer lugar, a los fines de los cuatro partidos que organizan y controlan el proceso. Los colocaría en ventaja, dicen. Y otros porque sostienen que, a la luz del desempeño errático, acciones y omisiones de evidente responsabilidad compartida de las que se ahora se acusan mutualmente, las primarias sumirán a esos liderazgos en una confrontación punto menos que suicida.
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¿De qué servirá una medición que arroje la elección de un candidato que nacería huérfano del apoyo posterior de los derrotados? Si de otra forma, el criterio es que el resto de la dirigencia debe ser barrida, y con ella el poco o mediano implante popular y organizativo que aglutinen entre todos, entonces la llegada al poder de la oposición es difícil imaginarla a corto plazo. Por lo menos no en el 2024 ni en forma de coalición.
Y quedan otras incertidumbres que esperan por respuesta. En el caso de quienes hasta ahora resultan más favorecidos por las encuestas, María Corina no ha explicado cómo quiere unas primarias sin participación del CNE y si entraría en unas presidenciales que obviamente dependen del mismo organismo. Y en cuanto a Benjamín Rausseo no se tienen las garantías de que no retirará su precandidatura, como ocurrió anteriormente, contribuyendo a la dispersión opositora.
Queda todavía enfrentar la trituradora maquinaria oficialista que no da tregua ni descanso. Su principal vocero en el campo electoral se muestra como un suprapoder. Ayudado, claro está, por el propio CNE que se hace un autorretrato en la pared. Desde ya dice quién puede o no ser candidato. Inhabilita de antemano y se cierra a garantías que pudieran obtenerse mediante el diálogo. Se solaza de ello en los canales que fueron del Estado.
También resuelve prontamente cualquier mediana perturbación, ni siquiera una amenaza, a la candidatura de Maduro. Si Lacava, por ejemplo, figura bien colocado en las encuestas, se va a Valencia y allí, en un acto oficialista, le baja el copete al Drácula carabobeño, que bien ha sabido venderse a punta de videos extravagantes por las redes.
Casi ochos meses no separan de las primarias. Ocho meses de búsqueda de un líder y un plan que nos saque de este laberinto. Que la voluntad de la ciudadanía abra la puerta es la esperanza. Como ocurrió en Barinas
Gregorio Salazar es periodista. Exsecretario general del SNTP.
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