Las profundas marcas que han dejado 100 días de represión
Autor: Orianny Granado
“Yo siento mi rostro mutilado, con una cicatriz muy grande”. Esa es una de las frases que suelta Yolyter Rodríguez, una de los tantos venezolanos que han resultado heridos por la brutal represión en contra de las manifestaciones realizadas por la oposición venezolana desde hace 100 días.
El 26 de abril iba en la marcha que partió desde Altamira con tres posibles destinos: la sede de la Defensoría del Pueblo, la del Consejo Nacional Electoral o el Tribunal Supremo de Justicia. Ya en la parte alta de la autopista Francisco Fajardo, cerca de El Rosal, se visualizaba un contingente de la Guardia Nacional.
Rodríguez, de 56 años, recuerda que de inmediato comenzaron a disparar bombas al aire y de un momento a otro venían hacia a los manifestantes de manera frontal. Una bomba impactó directo al lado derecho de su rostro, causándole una fractura en el cráneo y en la órbita ocular, pero asegura que jamás perdió el conocimiento.
Fue auxiliada por los jóvenes de la denominada “Resistencia”, quienes con sus escudos la protegieron y la sacaron del lugar.
Luego de 72 días de la agresión, Rodríguez menciona que hay actividades que no puede hacer, como andar en la calle o llevar sol. También tuvo que dejar de trabajar, a pesar de que se describe como “dinámica y activa para todo”.
Insistió en la idea de salir a protestar, “la gente piensa que eso no le va tocar a ellos, pero de alguna manera a todos nos va tocar”.
“La denuncia ya está puesta en el Ministerio Público”, y está siendo llevada por los abogados del Foro Penal Venezolano, afirmó Yolyter. En días pasados, los peritos hicieron las investigaciones y determinaron que la bomba le impactó a solo 80 metros, “tenemos identificado el contingente, pero nadie va hacer nada”.
Sin embargo, el temple y firmeza de Rodríguez no han dado su brazo a torcer, pues sigue protestando. “En la medida de lo que puedo, de a poquito”. Su invitación es a todos los venezolanos a seguir “protestando en la calle, luchando de alguna manera, la gente tiene que dejar de ser indiferente a lo que está pasando”
Hasta ahora, nada ha logrado quebrantar su fe y está determinada “a que esto no quedará en vano, esto lo van a pagar ellos, yo creo arriba hay alguien que se encarga de eso”.
Como Yolyter Rodríguez, al menos 15 mil ciudadanos han resultado lesionados durante la jornada de protestas en Venezuela, según datos del gobernador del estado Miranda Henrique Capriles.
Al que una bomba llevó al Guaire
Jesús Ibarra tiene 19 años y es estudiante de Ingeniería en la Universidad Católica Andrés Bello.
Durante una manifestación convocada por la oposición para el 1 de mayo, y que fue reprimida por la Policía Nacional Bolivariana y la Guardia Nacional, una bomba lacrimógena impactó en su cabeza y le hizo caer al río Guaire, ese que la presidenta de Cantv Jaqueline Faría prometió sanear.
Al caer al Guaire, perdió el conocimiento y casi estuvo a punto de morir ahogado. Pero unos manifestantes lograron sacarlo del río a pesar de la feroz represión.
Ese sería el comienzo de los 70 días más difíciles para la familia Ibarra. Jesús fue trasladado hasta el hospital Domingo Luciani, donde llegaron sus padres para escuchar el informe médico: su hijo tenía pulverización del hueso en la parte alta de la cabeza y daños en unas de las capas del cerebro.
José Ibarra, su padre, aseguró a TalCual que al enterarse del diagnóstico decidió trasladar a su hijo hasta otro centro asistencial, pero la junta médica, funcionarios del Cicpc y hasta de la misma fiscal encargada del caso se opusieron. A esta última le dijo “este es mi hijo y va a salir de aquí”.
Mientras estaba en el Domingo Luciani “hubo un señor con una franelita con los ojos de Chávez, llegó con una bolsita de estas de cargar la orina. Él también usaba una. Llegó con una medio nueva porque estaba amarillenta, él me dio esa bolsita y yo no se la quería recibir. Le dije usted la necesita y me dijo ‘yo quiero colaborar con un venezolano’, eso es Venezuela”.
Al quinto día, al joven lo trasladaron hasta el hospital de Clínicas Caracas, donde lo operaron y lo limpiaron como debía ser, asegura su papá. Después de muchos estudios se determinó que tenía infección pulmonar y en el cerebro.
Ambas infecciones fueron tratadas con medicamentos provenientes de todos lados del mundo: España, Estados Unidos y hasta de Canadá enviaban lo que el joven necesitaba.
Un nuevo problema tocó la puerta. Otra infección que los médicos aseguraron era adquirida en salas de operaciones, llegó al cuerpo de Jesús y los especialistas la atacaron con rapidez.
Hace 15 días todo parecía mejorar, fue estabilizado y recibió la orden de ir a su casa, hasta donde llegan los fisioterapeutas, pues ya tiene más de 70 días sin hablar y 5 operaciones en su cabeza. Especialistas que fue difícil conseguir porque el joven vive en un lugar de difícil acceso en Petare.
El 2 de julio la salud de Jesús decayó. Empezó con terribles dolores de cabeza, los que el médico tratante trató de mejorar con medicamentos que no surtían efecto y comenzó a vomitar todo lo que comía.
El padre de Jesús Ibarra asegura que ese día su hijo fue nuevamente hospitalizado y recibió una difícil noticia: debía pagar 28 millones de bolívares por una operación de inmediato, pues su cerebro había comenzado a llenarse de líquido.
Señala que la clínica ha sido flexible en cuanto al pago de los gastos médicos y la solidaridad de los venezolanos está a flor de piel. Además, dice que cada vez que ha necesitado ayuda de las personas la ha recibido, como en está ocasión, que ha llegado a cubrir casi todo el dinero de la intervención, faltando solo 9 millones.
Jesús lleva ahora en su cerebro una sonda que le permite al líquido salir y no acumularse.
Fue operado el mismo martes, pero el pasado jueves en la tarde los dolores de cabeza y el vómito volvieron a su cuerpo, “le colocaban el medicamento que el efecto era de 8 horas y solo le duraba 2, pero así amaneció”.
El cinco de julio, un neurocirujano le quitó las vendas que ejercían presión sobre su cabeza y le fue retirado el cóctel de medicamentos para ver su evolución, pues aseguran que puede ser la manguera que se obstruyó o el regreso de la infección.
“Para mí, yo creo que mi hijo es un héroe”, señaló José, seguro de que el joven “hizo lo correcto”.
“Yo le enseñé que la vida es como un condominio, si a ti te gusta el socialismo lucha porque eso se instaure, si a ti no te gusta lucha por tu ideal y él lo entendió de esta forma”.
El padre de Ibarra espera que cuando reaccione, “me diga papá, yo estaba ahí porque quería esto y esto” y yo pueda decir que le respeté sus ideales.
Quiero que los responsables vayan a un juicio, los que dieron la orden e hicieron la agresión, son cosas legales, no de salir a matarnos, aseguró José Ibarra.
También envió su mensaje a ambos sectores del país. “A los dos bandos si queremos que esto se dé o no vamos a una elección de gobernadores y alcaldes, de concejales, no estemos inventando salidas ni recovecos”.
Ibarra agradeció por su hijo a todos los que han apoyado, destacando que los venezolanos son esto “las personas más bondadosas, no hay un pueblo más solidario que este”.
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