Las supersticiones, por Gisela Ortega
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La superstición es la creencia que no tiene fundamento racional y que consiste en atribuir carácter mágico o sobrenatural a determinados sucesos o pensar que algunos hechos proporcionan buena o mala suerte.
Los romanos lo tradujeron como superstitio y le dieron un significado desdeñoso: «el concepto de superstición surgió para referirse a las prácticas religiosas o mágicas que se salían de madre». Superstitio era miedo o temor excesivo a los dioses. Las supersticiones son muy comunes en todos los estratos sociales y educativos de la sociedad y pueden ir desde pequeños gestos para convocar «la suerte» hasta creencias más elaboradas. Se trata de conceptos sin ningún soporte científico
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Ejemplos de superstición:
–Cuando se ve una araña en un lugar aseado se dice, si es por la mañana, que pronostica un enfado; si es por la tarde, indica esperanza fundada; si se le ve tejer tela, augura que alguien prepara un engaño contra quien la ve; si se la ve hilar hacia abajo, presagia dinero, y si se descuelga hacia una persona puede asegurar que pronto tendrá un aumento de capital. Los refranes castellanos han recogido estas supersticiones en la forma siguiente: «vista por la mañana, mala semana, a mediodía, alegría; después de anochecido, gozo cumplido»; «araña que por su hilo a ti cae, bien te trae». En cambio los pronósticos son menos favorables, cuando es vista la araña en sueños, porque significa traición, de acuerdo a lo escrito por José A. Sánchez Pérez en su libro, Supersticiones Españolas.
–El gato, por ser el más familiar de los animales domésticos, es quizás por ello objeto de muchas supersticiones: si se lava la cara, anuncia visita; ver a un gato que pretende agarrar algo es signo de traición; si los gatos juegan, corren o saltan pronostican viento, lluvia o cambio de tiempo; tener un gato negro en casa es buena suerte, y hay quien añade que la vivienda se ve libre de incendios. Antiguamente, el gato negro se veía de mal agüero y se le ponía representante del mal. En Besalú, Gerona, España, aún quedan gentes sencillas que siguen creyendo en el maleficio del gato negro; si persisten las desgracias que origina, hay que cocerlo vivo y enterrarlo en terreno de la misma casa para que se deshaga el maleficio.
–Los signos del alfabeto árabe poseen buraka –santidad, valor sagrado-, Especialmente, los de las letras que integran las doxologías. Sobre todas, el alif inicial de la palabra Dios. Por esto se hacen los yeduel –especie de amuletos-, consistentes en un cuadrado, que llevan en su centro signos, letras, cifras y palabras determinadas que poseen la mística propiedad.
–Los supersticiosos consideran augurio de premio el hecho de que después de comprado el billete de lotería, se rompa, sin querer, un plato en la casa donde habita. También recomiendan pasar el billete adquirido por el lomo de un gato negro. Esto último se halla tan extendido, en el mundo, que son muchas las administraciones de lotería donde tienen un gato negro.
–En China inspiran mucho respeto todavía los espíritus de las montañas, y según la altura y masa de estas así es el poder que se les atribuye. En algunas regiones determinadas, las colinas sólo en ciertos días pueden cruzarse, después de una preparación espiritual.
–En Indochina, los habitantes de las faldas de las cordilleras, adoran al genio de la montaña, del cual son muy temerosos; y le dan por nombre Dao Da, genio del palacio elevado.
–Aún se cree en algunos pueblos de la India Central que el dios solar mora en las serranías, y siguen denominando «rayos solares» a los cerros aislados y afilados.
–Cuenta Ossendowki, en el capítulo III de su obra La sombra aterradora del Este, Madrid 1930, que antes de la Revolución se cultivaba asiduamente en San Petersburgo, la ciencia (?) de leer en los posos del café. Concretamente, se refiere a las sesiones de adivinación que se celebraban en el palacio del conde de Klejucuinhel, ferviente servidor del zar, lo mismo que las demás asiduas y entusiastas personas que allí iban para, en la superficie de los negros elementos, averiguar a suerte que aguardaba a sus adorados Románov.
–Cuando, después de alguna frase optimista, «tocamos madera», aludimos a la religión de los persas, –más de 1.000 años antes de Cristo–, que tenía a las vetas de la madera por moradoras del genio del Fuego y de la Vitalidad
–El transeúnte que se niega a pasar por debajo de una escalera no sabe qué obedece inconscientemente a una de las más viejas creencias de la humanidad: la del triángulo sagrado, símbolo matemático constituido en este caso por el suelo, la escalera y el muro contra el que se apoya; triángulo que no se puede romper, so pena de sacrilegio.
–Una antigua superstición impide a varios fumadores prender sus cigarrillos con una misma cerilla. El límite de personas que pueden encender seguidas por esta cábala, son dos. El origen de este miedo es, según se dice, la guerra del Transvaal, región de la República de Sudáfrica, donde los Boers eran tan buenos tiradores, que los ingleses en facción sobre la línea de fuego no tenían tiempo para encender tres cigarrillos con el mismo fósforo sin que el centinela enemigo apuntase y matase al último a quien se daba lumbre.
Dentro de las supersticiones famosas figuran: los gatos negros; romper un espejo; cruzar los dedos; derramar sal; pasar debajo de una escalera; el número 13; abrir un paraguas dentro de un sitio cerrado; el novio no puede ver a la novia antes de la boda; empezar el día con el pie derecho y tocar madera.
Gisela Ortega es periodista.
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