Latinoamérica en la Era de Bolsonaro y Post Socialista, por Luis Cermeno
La elección de Bolsonaro en Brasil, un ultraderechista que ha conseguido emular a Donald Trump hasta en su éxito electoral, representa un ejemplo de la polarización política reinante en América Latina. Bolsonaro ha prometido ajustes fiscales, la privatización de empresas públicas, recorte de impuestos, la contención de las inversiones chinas en el país y propuestas más controversiales como el porte de arma y detener los avances en los derechos a la diversidad sexual, el aborto y el cambio climático.
Dieciocho años atrás, empezando en Venezuela y luego en el resto del continente la población dio la bienvenida a los ‘outsiders’ que venían a desafiar las instituciones establecidas y apropiarse el estado para distribuir las riquezas de forma justa e igualitaria lo que requirió expropiar al sector privado, imponer controles férreos a la economía y reformar las leyes existentes a discreción del ejecutivo.
Dieciocho años después, la experimentación con la izquierda acabó en catástrofe humanitaria en Venezuela y el declive económico, institucional aunado a una espiral de corrupción sin precedentes en Brasil, Argentina, Ecuador y Perú. Solo México recientemente dio inicio a su fase de experimentación con la izquierda. Por otro lado, Chile es la excepción en términos de haber logrado transiciones pacíficas y de bajo costo institucional entre la izquierda y derecha.
Nicaragua Bolivia y Venezuela, cuyos gobiernos lograron capturar las instituciones, derribar el poder político de sus contendores, y con patrocinio internacional, siguen anclados indefinidamente al poder en detrimento de su población. De no ser por la usurpación de las instituciones y el control militar, de esto países ya se hubiese evaporado políticamente a la izquierda por su extrema incompetencia. Sin embargo, dado su actual rechazo se podría afirmar que la izquierda está electoralmente derrotada en latinoamérica.
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Ahora el fenómeno post izquierda ha socavado la ansiedad de la sociedad en búsqueda de soluciones inmediatas a los problemas que aquejan día a día al ciudadano común. La elección de Bolsonaro en Brasil no es más que la expresión de esa ansiedad y creará más impactos que resultados concretos: polarización, radicalización y vuelta al nacionalismo como cortina de humo para esconder el verdadero problema que es la concentración de la riqueza, el desempleo motivado por los cambios tecnológicos y la presión de las élites por una mayor porción del ‘pie’.
No obstante, la receta Trump ya se está probando inviable en algunos frentes. Por ejemplo, gran parte de las manufactureras que operan en China se están reubicando en países del sudeste asiático y particularmente en Vietnam, lo que implica que el sector manufacturero no traerá mayores empleos de vuelta a los EEUU. Por otro lado, la guerra comercial igualmente con China y la tensión comercial con el resto del mundo impactará negativamente en el crecimiento de la economía global y eso incluye a la población de los EEUU.
Ningún gobierno donde los electores tengan que ir a los extremos de las alternativas políticas dadas las dificultades económicas, sociales e institucionales internas, es buena señal para el futuro de ningún país.El punto de quiebre de esta situación se crea cuando todas las alternativas hayan sido explotadas y nos demos cuenta que la solución a los problemas no pasan por la vía electoral sino que estamos entrampados en un fenómeno mucho más complejo que tiene que ver con la debilidad de nuestras instituciones y la poca capacidad de gobernanza
Las limitaciones de Latinoamérica tiene que ver con el poco desarrollo de nuestras instituciones las cuales no son capaces de frenar las aspiraciones de los gobernantes de turno, la permeabilidad de las mismas que las hacen vulnerables a los intereses privados y, por otro lado, la relación de dependencia estado-sociedad que promueven políticas públicas clientelares y escasamente orientadas en un horizonte de desarrollo a largo plazo.
Si a eso le agregamos el hecho que somos un continente dependiente de las exportaciones de materia prima como parte de en una cadena de producción global (llámese globalización), ¿qué sentido tiene la cortina de humo que representa Bolsonaro y su campaña de xenofobia, homofobia o lo que sea que suene a extremismo?
Latinoamérica tiene que enfrentar su realidad fuera de las fronteras ideológicas, el enfoque debe ser práctico y realista. Debo discrepar de algunos académicos: la historia no es cíclica puesto que la conciencia colectiva y el desarrollo tecnológico evolucionan rápidamente. La era del nacionalismo Trump-emuladores y del fracaso socialista pudiera culminar en un equilibrio de fuerzas en el que las masas demandan a los líderes un estado fuerte, capaz y eficiente, la pregunta es ¿a qué costo?