Lea cuáles son los nudos críticos en la agricultura venezolana que expone Fedeagro
Fedeagro expuso en su Asamblea Anual los cuellos de botella que enfrentan los agricultores, ganaderos, piscicultores y pescadores venezolanos en la actualidad y sobre los cuales se requieren acciones concretas para enfrentarlos
La Asamblea Anual de Fedeagro se realizó en los días 19 y 21 de abril en la ciudad de Carora, estado Lara, y en donde se dedicó un importante espacio para reflexionar sobre temas fundamentales del sector agrícola nacional y analizar y discutir herramientas y políticas necesarias para crecer sostenidamente y consolidar el sistema agroalimentario nacional.
El lema del evento que le dio marco a la Asamblea de 2023 fue «Políticas y herramientas para generar el cambio
necesario» y las consideraciones que siguen recogen algunos conceptos e ideas allí expuestas, que consideran primordiales para apuntar al cambio que propone el gremio.
En un documento titulado la «Declaración de Carora: ¡Despierten, es la agricultura! » señalaron que es hora de que la agricultura asuma en lo adelante, el rol que jugó hasta inicios de siglo 20; «no solo como sector productor de materia prima y de alimentos, la generación de empleo rural y del valor agregado regional; sino por generar externalidades positivas (ambientales, sociales y patrimoniales) que le confieren un rol superior al resto de las actividades económicas, entre ellas vale mencionar: la ocupación y ordenación del territorio, la sustentabilidad, la conservación ambiental, el paisajismo rural, el arraigo, los valores y costumbres».
Los representantes de Fedeagro señalaron que la agricultura venezolana ha dado muestras inequívocas de su capacidad de reacción, aun en condiciones económicas restrictivas como las presentes en los últimos ocho años. Sostienen que el solo hecho de liberar los controles y las importaciones de insumos, detuvo la caída de la producción entre 2008 y 2020.
«Por supuesto que la producción agrícola de los últimos dos años está muy lejos de equipararse a la obtenida tres décadas atrás; pero estamos seguros que los sistemas productivos, las mejoras incorporadas a la tierra que los agricultores venezolanos han desarrollado en toda nuestra geografía, su inquebrantable voluntad de trabajo y atendiendo algunos problemas que limitan el crecimiento, la repuesta sectorial sería aún más significativa».
Estos son los nudos críticos en el sector expuestos en la Asamblea Anual de Fedeagro:
1.- Limitado acceso al financiamiento. La obligación de la banca de depositar en el BCV un alto porcentaje de sus depósitos (73%) y una desacertada administración de la cartera productiva, limitada a dos rubros agrícolas y a la aprobación de los beneficiarios del crédito por el MAT, con altas retenciones del monto asignado en crédito y cobro de intereses por varios conceptos, desdibujan el objetivo y la utilidad que la Cartera Agrícola desempeñó cuando estuvo en vigencia, aun con sus imperfecciones.
2.- Escasez de combustible. El diesel y la gasolina mueven el sector agrícola, es imposible, preparar, tierras, sembrar, abonar, controlar plagas y enfermedades, cosechar, mover insumos, movilizar el personal obrero y comercializar las cosechas sin combustible.
A pesar de acudir a las instancias locales, regionales y nacionales, de las instituciones con incumbencias en el tema, el problema sigue presente, sin visos de solución.
3.- Contrabando e importaciones sin pago de aranceles, IVA e impuestos aduanales que arriban al país en época de cosecha nacional, en volúmenes considerables, de dudosa calidad y en rubros con marcada contracción del consumo. El maíz, el arroz, la caña de azúcar, el café y las hortalizas son de los rubros más afectados.
4.- Hostigamiento del hampa organizada. Asalto a fincas, abigeato, secuestro, robo y vacunas prevalecen a la orden del día. Ejes productivos de gran importancia regional son territorios de pranatos y otros tipos de bandas.
5.- La inflación en dólares, superior al 50% interanual, limita el crecimiento de la frontera agrícola. Cada vez es más reducida la capacidad de crecer, sin financiamiento y con el crecimiento de los costos de producción.
6.- La siembra a ciegas. No es posible iniciar un ciclo productivo sin previo acuerdo de la forma como se determinará el precio. A manera d ejemplo, en los cultivos de ciclo corto, pasan más de seis meses desde la compra y acopio de insumos a la entrega de la cosecha.
Se requiere de un acuerdo que le permita al agricultor, asumir el riesgo de sembrar, cultivar y cosechar con una expectativa de ingresos que le genere un mínimo de utilidad.
Se requiere, igualmente de instituciones que arbitren los acuerdos y no tengan intereses que defender, como resultan los subsidios en especies del gobierno nacional.
7.- El agotamiento de la vida útil del 90% del parque de la maquinaria, equipos e implementos agrícolas del país. Los dos últimos años ha sido posible detener la caída con importante crecimiento de la productividad (Kilogramos por hectárea); pero para recuperar el ritmo de crecimiento e incrementar la frontera agrícola, tenemos que reparar y ampliar este parque.
La desinversión en infraestructura productiva. Hay una correlación positiva entre inversión pública y crecimiento de la agricultura. La vialidad agrícola, el drenaje, el riego, las comunicaciones y los servicios públicos del sector rural tienen un proceso de deterioro progresivo que limita el crecimiento.
8.- El retraso tecnológico. Nuestros centros de investigación y de transferencia de tecnología están en un abandono preocupante. Es lastimoso el estado de las plantas físicas de nuestras universidades y de las instituciones del Estado y de su equipamiento y cada año se hace más difícil recuperarlos.
9.- La desatención oficial y el deterioro institucional. Muy pocas iniciativas para el sector agrícola surgen y se desarrollan en los organismos del Estado para apuntalar el crecimiento y cada vez es más pesada la carga burocrática que soportan.
10.- La persistencia de atentados contra la propiedad. La apetencia por tomar los bienes privados aún persiste y grupos políticos respaldados por autoridades locales no cejan en su empeño de afectar la propiedad privada en ejes productivos de importancia regional. No hay peor desestimulo para crecer que las invasiones y la toma de fincas.
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