Lecciones (y no tanto) de una democracia, por Luis Ernesto Aparicio M.
Twitter: @aparicioluis
Finalizadas las elecciones de medio termino en los Estados Unidos, a quienes tenemos la defensa de la democracia como objetivo fundamental en el devenir de la política mundial no nos queda otra que quedarnos con unas palabras pronunciadas por el actual presidente de esa nación, Joe Biden: «Ha sido un buen día para la democracia y para los Estados Unidos».
Y es que el país, de extensa referencia democrática, enfrenta una situación política muy polarizada y pone en riesgo la permanencia del sistema democrático como gobierno en esa nación. Con la aparición de individuos que, aprovechando una oleada mundial de simpatías por el autoritarismo, la estabilidad vivida se encuentre amenazada en forma seria, con episodios como los del 6 de enero de 2021 y el no reconocimiento de los resultados electorales de 2020 por algunos políticos integrantes del Partido Republicano, acompañado de ese 34% de sus seguidores.
Precisamente, es el Partido Republicano a quien todos las encuestadas le asociaban un contundente triunfo en estas elecciones de medio termino. Victoria que era comparada con una gran marejada, por lo que recibía el nombre de: la «gran ola roja» –por aquello del color rojo y que no molesta tanto a muchos después de que ese mismo color estuviera asociado a las desgracias de sus países– y que las mismas encuestas y grandes analistas predecían a diario.
Sin embargo, las encuestas trastabillaron, una vez más, ante la conciencia democrática de muchos ciudadanos, incluyendo a republicanos. De allí que la primera lección que obtenemos de estas elecciones de medio mandato –se trata de los dos años del presidente en la Casa Blanca– han resultado una muestra de la fe y fortaleza que ellos tienen en cuanto a la visión de la democracia y su funcionamiento, pese a que los estadísticos pintaban otro cuadro. La competencia pudo haber sido dura y pesada, pero los resultados están emitiendo a un claro mensaje: la democracia resiste.
Los resultados electorales están a la vista, la democracia en los Estados Unidos se mantiene firme a pesar del vendaval y los propósitos de unos cuantos que ven enemigos en cada esquina, incluyendo a la vigencia del sistema democrático vigente.
En esta gesta, por demás aleccionadora, los extremistas negacionistas han resultado ser los más reprendidos con el voto. Tal es el caso del muy mediático Doctor Oz, quien se burlaba –junto a su promotor– del contrincante, John Fetterman, por su estado de salud luego de haber sufrido un derrame cerebral. La reacción de los estadounidenses del estado de Pensilvania, reaccionaron y concedieron a Fetterman la curul como senador.
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Pese a ello, la tentación abierta de encontrar al «hombre duro» que devuelva al país a no se sabe qué lugar, todavía deambula por todos los rincones. Pese a las embestidas y la resiliencia de la democracia ya demostrada en este proceso, las expectativas siguen centradas en las elecciones de 2024, como si no fuera suficiente llevar adelante los años que quedan y que se traslucen como los más difíciles, tanto para la economía como para la misma cultura de los estadounidenses.
La normalidad política que había lucido los Estados Unidos por muchos años, hasta la llegada del marcador y despertador de la división oculta de la sociedad en 2016, se ha alterado de manera preocupante, abriendo paso a otro estilo al que no se estaba acostumbrado. Hoy día, hay sobresaltos como producto de las acciones de quienes sigilosamente buscan cambiar lo que los llamados padres fundadores de esa nación intentaban evitar: el control absoluto en manos de una sola persona.
El voto 2022, ha confirmado que aquellos liderazgos –electos a capricho de un mandón– y de clara evidencia extremista, poseen un rechazo silencioso pero efectivo.
La polarización que se ha sembrado y fecundado ha mostrado su rostro, quizá un poco para anunciar que todavía falta mucho por superar, que la democracia, pese a sus fundaciones, continua viviendo delicados momentos en los Estados Unidos, ya que la presencia de liderazgos cimentados sobre la base de los discursos y acciones anti emigración, anti libertades para decisiones que tengan que ver con lo individual, están muy presentes y sembrados dentro de las estructuras partidistas para vender sus ideales extremos escondidos en la legalidad del partido.
Pese a ello, la lección de mayor peso es la que muchos integrantes del Partido que ha sido utilizado como plataforma para el abordaje a la democracia por parte del autoritarismo, mantiene activo su sistema inmune y es capaz de rechazar cualquier intento de aquellas personas que desean erigirse como los líderes absolutos. Y la que no lo es tanto, es que, pese a todo, esa organización política se mantiene al borde del extremismo y la venganza, lo que podría originarle un duro revés en 2024.
Luis Ernesto Aparicio M. es periodista, exjefe de Prensa de la MUD
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