Lector de la realidad, escritor de la política, por Douglas Gómez Barrueta
Hombre de verbo, acción y pluma. Pareciera que su intensa actividad política ocultó su faceta de escritor, pero no fue así. Todo lo que escribió fue un puente para transmitir sus ideas, el lenguaje fue una vía y no un fin en sí mismo. Su vida se alimentó del periodismo y la escritura. En los 12 libros que publicó delineó las contradicciones de la izquierda que promete la igualdad a costa de la libertad, analizó las mejores soluciones para los problemas de Venezuela y habló sobre el poder. Las reflexiones de sus textos guiaron su comportamiento y sus decisiones, algo que parece lógico, pero que no es usual ahora que el lenguaje pueril y las consignas de la mentira arrasan el país.
La primera vez que lo vi en persona fue en 1983. El candidato subía las escaleras de un bloque de Caricuao para tomarse un vaso de agua antes de dar un mitin al que me llevaron mis padres. No puedo recordar qué dijo en su discurso, solo tengo en la memoria que la audiencia era escasa. La tarima se ubicaba al costado de unos edificios de paredes blancas con pintas de ‘Sí’ -slogan de Jaime Lusinchi- y en algunas ventanas se veían afiches de Rafael Caldera. En esa elección, Teodoro Petkoff obtuvo 277.498 votos de un total de 6.653.317. No era una sorpresa que no obtuviera el triunfo, pero su intención era afianzar el Movimiento Al Socialismo, partido que fundó en 1971. “Realmente nunca tuve la increíble falta de sentido de la realidad de pensar que podía ganar las elecciones, de manera que nunca pensé que iba a ser presidente”, confesó en una entrevista a Milagros Socorro.
Para Petkoff era inconcebible la actividad política sin la escritura. Desde 1983 hasta 1990 dirigió ‘En el ojo del huracán’, publicación dedicada al pensamiento político y la reflexión cultural. Esa no era su primera experiencia periodística, en los años de la dictadura de Pérez Jiménez formó parte de ‘Tribuna Popular’ y editó, mientras estudiaba economía en la UCV, ‘El Araguaney’, un periódico del que solo circularon tres números.
Con el dinero del premio Rómulo Gallegos que Gabriel García Márquez donó al Movimiento Al Socialismo se fundó ‘Punto’, vocero de las ideas de reformas que planteaba el partido creado por Petkoff y sus antiguos camaradas comunistas
Las leyendas sobre sus años de prisión en los 60 no se reducen a sus escapes. Aprendió varios idiomas de manera autodidacta y leyó, leyó mucho: “La montaña mágica” de Thomas Mann, Camus, Faulkner, Joyce, Proust, Sartre, el ‘Boom’, entre otros. Su ejemplar subrayado de “Historia de la Guerra Civil Española” de Hugh Thomas, fue encontrado por Ibsen Martínez en una venta de libros usados. En la cárcel también escribió una novela que destruyó por considerar que no tenía la calidad para ser publicada. Jesús Sanoja Hernández fue uno de los pocos lectores de la historia. Petkoff también escribió cuentos, y no se sabe con certeza si están engavetados o destruidos. Después de estos intentos abandonó la ficción y se dedicó al ensayo político.
El primero de sus libros sería el más famoso e influyente: “Checoeslovaquia. El socialismo como problema”. Fue editado en 1969 en la editorial Domingo Fuentes. Petkoff era todavía militante comunista y el libro fue un quiebre ideológico con el que despertaba de la pesadilla de los tanques soviéticos apagando la Primavera de Praga. Las dudas ideológicas abrieron compuertas y no volverían a cerrarse. “Rompía con un patrón de pensamiento, pero, desde luego, las ideas bullían en la cabeza, sin haber alcanzado aún su cristalización definitiva. Había mucho de tanteo en la reflexión. De allí que en lo nuevo se encuentran trazas, a veces muy fuertes, de lo viejo. Pero no sólo de lo viejo que debe ser conservado, sino de esas cosas que pocos meses después de nuestra salida del PCV -que operó cual ruptura de una represa- ya veía desde una perspectiva diferente.
Puesto que ya podíamos pensar sin temor a la ‘excomunión’, lo hicimos a toda máquina”, escribió Petkoff en la reedición que hizo Monte Ávila Editores, con prólogos de Manuel Caballero y Arturo Uslar Pietri, en 1990 unos meses después de la caída del Muro de Berlín.
La segunda vez que lo vi fue en 1993 en Radio Estudios 1.300 AM donde él conducía un programa sobre la actualidad nacional en los convulsos años 90 de golpes de Estado y antipolítica furibunda. Meses antes, Teodoro había perdido las elecciones de alcalde de Caracas. Un año después el MAS llegaba al poder y Petkoff se convertiría en ministro del área económica del presidente Rafael Caldera.
Fue el vocero del programa de ajustes bautizado como la Agenda Venezuela y logró ser el timón de la reforma de la Ley Orgánica del Trabajo lograda por consenso entre los sindicatos, los empresarios y el gobierno. Se recuerdan sus originales frases punzantes y sus explicaciones didácticas
También se mantienen en la memoria sus encuentros y desencuentros con los medios que lo difamaron con una falsa historia de un auto BMW de Luis Sojo confiscado en una aduana y las mentirosas acusaciones de tráfico de influencias.
En 1999, después de abandonar las oficinas públicas y de renunciar al MAS que decidió apoyar a Chávez, estuvo al frente del vespertino ‘El Mundo’ de donde salió en diciembre de ese año por presiones del recién instalado gobierno. En abril de 2000, sale el primer número de ‘TalCual’. En uno de los aniversarios del diario confesó que crearlo había sido uno de sus mayores éxitos personales. La versión impresa fue polémica, combativa, retadora. Muy criticada por los cómplices de la izquierda paleolítica y los lamebotas de los militares golpistas.
En ‘TalCual’ coincidí con él por tercera vez, allí formé parte de la redacción. Durante tres años aprendí de su paciencia, su generosidad y su disciplina. De domingo a jueves Teodoro escribía durante dos horas -en ocasiones solo en hora y media- el editorial que ocuparía la primera plana del día siguiente. Lo escribía golpeando el teclado que estaba encima de una colección de libros y sin dejar de mirar la pantalla por un segundo, sin recibir llamadas, sin abrir la puerta de la pequeña oficina. Al terminar, iba a la sala de redacción para pedir a un grupo de periodistas que lo escucháramos, allí lo leía en voz alta y consultaba opiniones con apertura genuina. Cambiaba títulos, sugería ilustraciones, pedía temas para escribir.
Los días más complicados eran cuando el gobierno parecía adelantar en sus propósitos de tener el control total y la desesperanza invadía al país. Teodoro se afanaba en decir la verdad, pero sin desmoralizar. Quería dejar frases que explicaran la situación y sus salidas. Teodoro sabía que lo leían sus amigos que lo admiraban, los envidiosos y los resentidos que jamás le perdonaron y, por encima de todo, los venezolanos que buscaban entender la realidad y buscar luces para seguir adelante.
Apoyó con entusiasmo la creación de un suplemento cultural que estuvo guiado por Fernando Rodríguez y en el que se hacía crítica literaria, cinematográfica y teatral; se publicaban poemas de jóvenes y consagrados; se compartía información de exposiciones de fotografías, pinturas o esculturas. Lector compulsivo, voraz y memorioso. Leía ensayos, libros de historia, crónicas periodísticas, entrevistas, novelas, cuentos, poemarios. No había género que evadiera, no tenía inconveniente en leer libros actuales y clásicos. Cuando regresaba de viajes al extranjero traía periódicos impresos, algunos con anotaciones en los márgenes.
Quizás su ‘lectura’ más importante haya sido la que hizo de la vida política venezolana. Supo que la lucha armada había sido un “error garrafal” que causó daños morales, económicos y sociales irreparables a su generación y al país. Comprendió que el compromiso por la justicia social pasaba por la aceptación de las libertades esenciales. Explicó que la lucha por la democracia nunca tiene fin y es un largo camino de responsabilidades, desafíos y compromisos
Sus libros, sus editoriales, los libros de entrevista que se publicaron sobre él, los panfletos que lo atacaron, las entrevistas que concedió en radio y televisión, sus discursos. Todo esto forma parte de la escritura de un hombre de su tiempo que jamás rehusó la discusión franca, frontal y abierta. La palabra fue el camino de sus acciones. Lo que escribió fue lo que vivió con lucidez y valentía. Teodoro, el lector. Petkoff, el escritor. Gracias por tu coherencia y tu coraje.
Los libros de Teodoro Petkoff
«Checoeslovaquia: El Socialismo como problema» (Editorial Domingo Fuentes, 1969. Segunda edición Monte Ávila Editores 1990).
«¿Socialismo para Venezuela?» (Editorial Domingo Fuentes 1970).
«Razón y pasión del socialismo. El tema socialista en Venezuela» (Editorial Domingo Fuentes, 1973).
«Proceso a la izquierda: O de la falsa conducta revolucionaria.» (Editorial Planeta, 1976).
«Del optimismo de la voluntad. Escritos políticos» (Centauro Ediciones, 1987).
«Por qué hago lo que hago» (Alfadil Ediciones, 1997).
«Una segunda opinión. La Venezuela de Chávez: un libro hablado con Ibsen Martínez y Elías Pino Iturrieta.» (Editorial Grijalbo, 2000).
«Hugo Chávez. Tal Cual» (Ediciones Catarata, 2000).
«Las dos izquierdas» (Editorial Alfa, 2005).
“El socialismo irreal” (Editorial Alfa, 2007).
«El chavismo como problema» (Libros Marcados, 2010).
«El chavismo al banquillo: Pasado, presente y futuro de un proyecto político» (Editorial Planeta, 2011).