Lectura del libro de Isaías, por Laureano Márquez
(Bueno, realmente por Isaías, el profeta)
Capítulo 59
1 No, el Señor no es corto de mano para salvar ni duro de oído para escuchar:
2 han sido las culpas de ustedes las que han puesto una barrera entre ustedes y su Dios; sus pecados le han hecho cubrirse el rostro para dejar de escucharlos.
3 Las manos de ustedes están manchadas de sangre y sus dedos, de iniquidad; sus labios dicen mentiras, sus lenguas murmuran perfidias.
4 Nadie apela con justa razón ni va a juicio de buena fe; se pone la confianza en palabras vacías y se habla con falsedad; se está grávido de malicia y se da a luz la iniquidad.
5 Ellos incuban huevos de víboras y tejen telas de araña; el que come de esos huevos, muere, y si se los rompe, salta una culebra.
6 Con sus telas no se hará un vestido y nadie se cubrirá con lo que hacen.
Sus obras son obras de maldad y en sus manos no hay más que violencia;
7 sus pies corren hacia el mal, se apresuran para derramar sangre inocente; sus planes son planes perversos, a su paso hay devastación y ruina.
8 No conocen el camino de la paz, en sus senderos, no existe el derecho.
Abren para sí mismos sendas tortuosas: el que las recorre, no conoce la paz.
Humilde reconocimiento del pecado
9 Por eso, el derecho está lejos de nosotros y la justicia, fuera de nuestro alcance.
Esperábamos luz, y sólo hay tinieblas, claridad, y caminamos a oscuras.
10 Andamos a tientas como los ciegos contra la pared, andamos a tientas, como el que está sin ojos; en pleno mediodía tropezamos como al anochecer, en pleno vigor estamos como los muertos.
11 Todos nosotros gruñimos como osos, gemimos sin cesar como palomas.
Esperábamos el juicio ¡y nada! la salvación está lejos de nosotros.
12 Porque son muchas nuestras rebeldías delante de Ti