Legitimidad: El verdadero desafío del siglo XXI, por Omar Ávila
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En los últimos años, Venezuela ha sido escenario de una profunda crisis de legitimidad que ha sacudido los cimientos de nuestro sistema político y social. Esta crisis ha marcado el rumbo del país durante el siglo XXI, y se caracteriza por una creciente pérdida de la confianza en las instituciones gubernamentales, el deterioro del estado de derecho y una excesiva polarización política.
Uno de los principales desencadenantes de la crisis de legitimidad en Venezuela ha sido la concentración del poder en manos del Ejecutivo. Durante el gobierno del fallecido presidente Hugo Chávez y su sucesor, Nicolás Maduro, se implementaron una serie de medidas que debilitaron la separación de poderes y socavaron el sistema democrático del país.
La legitimidad de los procesos electorales en Venezuela ha sido objeto de críticas y controversias, hecho que desencadena un absoluto vacío de poder en el CNE, con la renuncia de todos los rectores el pasado mes de junio. Diversas organizaciones internacionales y países han cuestionado la transparencia y la imparcialidad de las elecciones presidenciales y legislativas; sin embargo, esto no es razón suficiente para desconocer el peso político de tales instancias. El vacío de poder generado en el sistema electoral, es una alerta roja que agrava la crisis de legitimidad.
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La crisis económica que ha afectado a Venezuela en los últimos años también ha contribuido a la pérdida de legitimidad del gobierno. La inflación galopante, la escasez de alimentos y medicinas, y la falta de servicios básicos han generado un deterioro en las condiciones de vida de la población. Esta situación ha llevado a un aumento de la desigualdad, la pobreza y la migración masiva de venezolanos en busca de mejores oportunidades en otros países; es decir, que la incapacidad del régimen para abordar estos problemas ha socavado aún más su legitimidad.
Las denuncias de violaciones sistemáticas de los derechos humanos y políticos en Venezuela han sido ampliamente documentadas por organismos internacionales y organizaciones defensoras de los DDHH. La represión de la libertad de expresión, la persecución de la oposición política, las inhabilitaciones y el uso excesivo de las fuerzas de seguridad generan profunda preocupación a nivel nacional e internacional. Estas acciones han erosionado aún más la legitimidad del gobierno y han aumentado la polarización y la conflictividad en el país.
La crisis de legitimidad en Venezuela durante el siglo XXI ha sido el resultado de una combinación de factores, que van desde la concentración del poder y la erosión de la democracia, hasta elecciones controvertidas y autoproclamaciones presidenciales interinas. Esta situación ha llevado a una profunda división y desconfianza en el gobierno y un sector de la oposición.
La polarización política ha obstaculizado la búsqueda de soluciones consensuadas y ha dificultado la construcción de un camino hacia la recuperación y la estabilidad. Es fundamental que Venezuela recupere la legitimidad en sus instituciones para superar la actual crisis. Esto implica restaurar la separación de poderes, garantizar elecciones justas y transparentes, así como respetar los derechos humanos. Asimismo, es necesario abordar de manera efectiva la crisis económica, implementando políticas que promuevan la estabilidad y el crecimiento que mejoren las condiciones de vida de la población.
La Comunidad Internacional también desempeña un papel importante en la búsqueda de una solución a la crisis de legitimidad en Venezuela. Es necesario que los países y organismos internacionales aceleren los esfuerzos de mediación y promuevan la defensa de los derechos humanos y políticos en el país. La presión diplomática puede alentar al gobierno venezolano a corregir debidamente estos fallos y a adoptar medidas para restaurar la legitimidad.
Las últimas dos décadas se han caracterizado por una profundización de la división política y social entre los venezolanos. Esto ha traído como consecuencia junto a un desempeño muy pobre del gobierno actual, una pérdida de legitimidad del sistema político en la medida que la gente ya no cuenta con unas instituciones a las que recurrir para la solución de sus problemas. Todo esto aunado a un deterioro de la calidad de vida cuya recuperación no se divisa en el mediano plazo.
Desde Unidad Visión Venezuela seguiremos promoviendo la participación ciudadana y proponiendo una serie de políticas efectivas, teniendo claro que solo implementándolas sería posible que nuestro país supere esta crisis, para poder avanzar hacia un futuro de estabilidad, prosperidad y reconciliación.
Omar Ávila es secretario general nacional de Unidad Visión Venezuela.
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