¡Levántense todos, también los muertos! por Beltrán Vallejo

Esta expresión forma parte de la poesía del nicaragüense Ernesto Cardenal, aquel famoso sacerdote de la Teología de la Liberación, quien en el pasado luchó contra la dictadura somocista, y que acompañó el lado épico de la revolución sandinista, hasta fue Ministro de Cultura en el primer gobierno de Daniel Ortega, pero que hoy, con más de noventa años, su voz se levanta con hidalguía cuestionadora contra la tiranía de ese mismo Ortega que en estos tiempos representa, junto a Maduro, junto al régimen Cubano, un retroceso humano y político en lo que respecta a los sueños de libertad y de justicia social que inspiraron a muchos.
Sí, amigo Cardenal, tanto Ortega como los de Cuba, y éste que sufrimos aquí, en Venezuela, son regímenes de traidores. Ahí está lo que han hecho con los pueblos donde tienen el poder mediante la violencia; los tienen sumidos en la opresión, infectándolos con tanta corrupción, hambreándolos y empobreciéndolos; son pueblos transformados en prisiones, son horribles calabozos.
Sí, son unos traidores. Tanta gente que confió en ellos; tanta gente que se ilusionó con sus propuestas políticas, y que redentoras, y que hoy ven ese poder que regentan estos embaucadores como una prolongada pesadilla; ¡qué frustración para generaciones enteras!
Cuando era estudiante en la universidad, en esos tiempos de mis sueños juveniles que se llamaban marxismo, o socialismo, o bolivarianismo, sueños que me forjaron como ser éticamente pensante, leía asiduamente los poemas de este sacerdote. Por cierto que lo hacía en mi habitación, en la humilde casa de mis tíos en Cumaná, un cuarto calurosos y lleno de papeles y libros, y para más detalles, bajo un afiche del Che. Pues bien, sigo siendo el mismo, pero más añejo como el buen vino; sigo siendo coherente con mis ideas de aquellos tiempos; es lo único bueno de mis cincuenta años de vida.
Por los poemas de Ernesto Cardenal, gracias a sus versos, sigo coherente; y coherente es hacer todo, pero todo lo que esté a mi alcance, humildemente, para contribuir en el esfuerzo nacional que enfrenta al régimen de Nicolás Maduro. Acompañar al madurismo, eso sí es traicionar la poesía de Ernesto Cardenal; abogar por el régimen de Nicolás Maduro, eso sí es traicionar la lucha contra el despotismo. El régimen de Maduro exige lealtad; ¡mayor desvergüenza!
Desde estas inquietudes, lo que más quiero resaltar con las palabras del poeta es la convicción de que la lucha contra estas tiranías obliga a un compromiso de todo un pueblo. Estas formas neototalitarias de poder omnímodo, con apoyo internacional, deben ser enfrentadas por todos; deben ser enfrentadas por hombres y mujeres, por los ancianos, por los niños; deben ser enfrentadas con el recuerdo de tiempos mejores y con el anhelo de un futuro promisorio; no hay edad exclusiva para luchar contra maduro; no hay condición social específica para pelear contra el madurismo; este régimen debe sentir el grito de la mayoría de las voces de una nación.
Decía Ernesto Cardenal: “Vengan, vamos a arrancar los cercos de alambres de púa”. Se trata entonces de un esfuerzo total y al unísono; es una labor de liberación que no le corresponde a minorías políticas, ni a mesías de uniforme, ni a superhéroes del extranjero, que sí van a aparecer, pero no lo harán, o no deberán hacerlo, con “protagonismo paternal”; ese trabajo le corresponde a usted que vive en este país, que tiene hijos y nietos, que tiene vivencias, sufrir y llanto en esta tierra, y que todavía arropa a los suyos antes de acostarse, y quizás reza.