Ley de Cooperación Internacional, por Roberto Patiño
Twitter: @RobertoPatino
Levantarse temprano, caminar por el laberinto de casas de una parroquia popular, sentarse a escuchar con entereza las historias de los familiares de las víctimas de la violencia de Estado, acompañarlas en su duelo y convertir la tragedia en una denuncia ante instituciones nacionales y extranjeras, es sólo un ejemplo, del inmenso esfuerzo en el que están comprometidos muchos venezolanos que trabajan por el fortalecimiento de la organización popular y la recuperación de los derechos de los ciudadanos en Venezuela.
Lo que hoy sabemos sobre lo que ocurre en Venezuela, pese a la opacidad de las cifras oficiales, es gracias al trabajo de Organizaciones No Gubernamentales, activistas de Derechos Humanos, periodistas y profesionales que han vivido su compromiso de servicio a los demás, como un proyecto de vida para intentar ganarle el pulso a la desesperanza y lograr que muchos venezolanos, víctimas de la crisis económica, social, y de la violencia, puedan reconstruir su vida.
Y es que en oportunidades algunas sociedades pasan por momentos difíciles que tuercen el camino que venían recorriendo. Una tragedia natural, un conflicto armado, una crisis económica o el arribo al poder de gobierno autoritario, puede poner en suspenso el destino de millones de ciudadanos que habían crecido con esperanza por su futuro.
Aunque no podemos disminuir el dolor que nos deja una tragedia o un conflicto social, en la actualidad la comunidad internacional ofrece mecanismos de cooperación que contribuyen a atender a las víctimas y establecer planes de asistencia y desarrollo para superar el conflicto y recuperar la libertad. Puesto en la perspectiva, las naciones modernas, salvo lamentables excepciones, son mucho más solidarias con los pueblos del mundo.
Las historias de vida que han tocado van mucho más que una cifra en el informe anual, o una tabla de datos de una ONG. Gracias a su esfuerzo muchas personas consiguieron una segunda oportunidad: justicia para un familiar, un desayuno en la escuela, una vacuna, una planta potabilizadora, material quirúrgico, un espacio deportivo recuperado por la comunidad, la asistencia a los migrantes, el apoyo a las víctimas de abusos de autoridad y persecución política, la investigación periodística independiente, son algunas de las acciones que afectan la biografía de los venezolanos, un esfuerzo que nos reconecta con la vida y que nos da esperanza para insistir en el camino por el cambio que queremos todos los venezolanos.
Sin embargo la ayuda que algunos países dirigen a Venezuela está en peligro si la Asamblea Nacional oficialista, aprueba la llamada Ley de Cooperación Internacional, un instrumento que entorpecería el trabajo que realizan las ONG venezolanas, un compendio de alcabalas que puede poner fin al trabajo de Estados y organizaciones que han decidido apoyarnos cuando más lo necesitamos.
Obligar a las ONG venezolanas a registrarse en un sistema que maneja el Estado, hacer público sus estatutos, dar a conocer sus fuentes de financiamiento, la administración de sus recursos, los datos de los beneficiarios y abrir un fondo para que el Estado administre discrecionalmente los recursos de la cooperación internacional son formas de control político que, amparado en una batería de exigencias administrativas, buscan limitar la acción de las ONG, defensores de Derechos Humanos, periodistas y activistas en el país.
Las leyes que existe en la actualidad son más que suficientes para desplegar la cooperación internacional de manera trasparente y responsable, mientras que la Ley que se discute en la AN oficialista, insistimos, busca ampliar el control del Estado y poner límites a la organización popular que se construye de abajo hacia arriba con sus liderazgos naturales y al margen de un régimen con vocación autoritaria.
Los venezolanos no desean depender de la ayuda extranjera. Somos un pueblo orgulloso que ha hecho frente a grandes problemas en su historia. En el fondo, quienes están atendiendo a las víctimas de la crisis política y humanitaria, desean que su trabajo no sea necesario. Sin embargo, hasta que ese momento llegue, deben existir todas las garantías para permitir el trabajo de la cooperación internacional, hasta que seamos nosotros, con nuestras propias capacidades, los que formemos parte de una comunidad de naciones democráticas, libres y solidarias con los pueblos del mundo.
Este es nuestro compromiso.
Roberto Patiño es Ingeniero de Producción-USB. Magíster en Políticas Públicas-Harvard. Director|de Caracas Mi Convive y Alimenta la Solidaridad.
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