Libertad de expresión
El director de Últimas Noticias, en su página dominical, escribió lo siguiente: «En la SIP repetirán su historia de las amenazas y atropellos a la libertad de prensa. Todo eso y más dirán. Lo que no podrán hacer es mostrar una sola noticia o artículo de opinión antigubernamental que no haya sido difundido por algún medio, por presiones sutiles o abiertas de Miraflores».
Esto lo escribió el director del popular tabloide en la misma semana en que lanzaron unas bombas lacrimógenas y volantes amenazadores contra Globovisión, llevaron adelante los atropellos con los pasaportes de los periodistas César Miguel Rondón, Carla Angola y Leopoldo Castillo (amén del mismo abuso contra el profesor Heinz Sonntag y contra Yon Goicoechea, que son articulistas de opinión), le cerraron el programa a Ernesto Villegas en el canal 8, acusaron a varios articulistas de opinión, entre ellos a Tulio Hernández, de potenciales cómplices del inefable magnicidio.
Pero olvidó el director de Últimas Noticias otras «amenazas y atropellos»: el brutal regaño que a él mismo y a los dueños del periódico les echó el Gran Charlatán hace muy pocos meses, a raíz de un reportaje que no le gustó en un diario que, como dijera, «considera amigo».
Por cierto que en esa oportunidad el director de Últimas Noticias, que ha escrito libros sobre el tema de la libertad de expresión, sufrió un brusco ataque de agrafia, se le paralizaron las manos, no pudo teclear nada en la computadora, y el coraje que mostraba para protestar contra los ataques a la libertad de expresión durante gobiernos anteriores, se evaporó mágicamente. Tú me perdonas, viejo amigo, pero digo como una vez dijo tu líder: entre los amigos y los principios, escojo los principios.
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