Libertad para Julio César, por Teodoro Petkoff
Julio César Rivas no es el único preso político pero los encarna a todos. El reclamo por su libertad es el reclamo por la libertad de todos. La lucha por devolverlo a los suyos es la lucha contra la progresiva y casi inevitable pérdida de importancia noticiosa –que más que olvido, que no lo es, se transforma en esa suerte de resignación que va arropando a los que sufren prisión política. Joven, estudiante, miembro de una familia políticamente escindida (como el país), de la cual ha recibido los valores de coraje, independencia de criterio y dignidad que ha puesto de manifiesto en sus breves contactos con los medios, posee para sus compañeros el valor de un símbolo.
Está preso por las mismas razones que llevaron a los estudiantes de 1918 a protagonizar las primeras protestas contra el tirano Gómez. Está preso por las mismas razones que llevaron a la calle a los estudiantes de 1928, otra vez contra Gómez, y a los de 1936, con López Contreras, cuando el país luchaba contra la sobrevivencia del gomecismo.
Está preso por las mismas razones que llevaron al estudiante Armando Zuloaga Blanco a dejar su vida en las playas de Cumaná, desembarcando del «Falke», y a Eutimio Rivas a morir a balazos frente a su propia UCV, en 1936. Está preso por las mismas razones por las cuales la dictadura militar de Pérez Jiménez y compañía envió, en 1949, a un grupo de estudiantes universitarios a la terrible cárcel de El Dorado, de donde los rescató la indignada protesta popular de entonces.
Está preso por las mismas razones que movieron la toma de la vieja UCV, frente al Capitolio, en 1950, por un grupo de estudiantes, primero presos y luego expulsados del país. Está preso, en fin, por las mismas razones que han movido a los estudiantes, durante años y años, a lo largo de toda nuestra historia, a salir a la calle, a protestar, a enfrentar a la policía, a ir a la cárcel, y, tantas veces, hasta a morir a balazos. Está preso por joven, por rebelde, porque le indignan el atropello, la arbitrariedad, el abuso de poder. Está preso porque, parafraseando a medias a Winston Churchill, quien a los 18 años no es rebelde, no tiene corazón. Esa ha sido la historia de nuestros estudiantes. Julio César Rivas parece digno de ella.