¡Libre!, por Teodoro Petkoff
La lucha decidida, solidaria y generosa de los estudiantes de todo el país, mediante el recurso extremo de la huelga de hambre, logró rescatar a Julio César Rivas de la cárcel. La huelga picó y se extendió. La disposición de combate del estudiantado, sumada a la desmesura grotesca de las acusaciones que se hicieron contra el joven, hizo insostenible mantenerlo en prisión.
Tuvieron que soltarlo. Este régimen de cínicos, que se permite burdos chistes con eso de los «políticos presos» en lugar de presos políticos, aludiendo, entre otros a Forero, Vivas y Simonovis, ya no puede disimular más su verdadera naturaleza. Ahora son la represión y la intimidación sus principales instrumentos para enfrentar la amplitud de la protesta nacional, que se riega por todo el territorio. Sin embargo, contra lo que cree, mientras más reprime, más reacción produce. Eso es lo que pasa cuando no hay miedo. Lo que más lo saca de quicio es que quienes le hacen frente no caen en sus trampas, y ante la violencia policial o patotera oponen serenidad y firmeza pero sin cazar las peleas en el terreno al que los quiere llevar Chacumbele con sus pertinaces provocaciones. Estamos mal pero vamos bien.
Este es apenas un episodio de una lucha larga y sostenida. Hay muchos presos políticos y el objetivo es su libertad, así como la exigencia de que se ponga término a la represión contra el movimiento popular.