Llegó la hora de decir ¡Presentes!, por Gregorio Salazar
Se necesita una acción colectiva que evidencie el repudio de los venezolanos a la pretensión de la dictadura de inaugurar, vulnerando la Constitución, otros seis años que a no dudarlo significarán el hundimiento de Venezuela y sus habitantes a condiciones infrahumanas, mucho peores a las que ya soportan y quien sabe por cuánto tiempo irreversibles.
La Venezuela que ha enfrentado durante todos estos años un proyecto antidemocrático y profundamente antipatrióico; que ha visto derramar la sangre de sus hijos, jóvenes prometedores que entregaron su vida por las libertades; el país que ha presenciado como se ha desmantelado y se sigue socavando de manera insensata casi toda la capacidad de hacer, servir y producir tanto del sector privado como del público; la patria que ha visto partir a hombres, mujeres y niños para no terminar aniquilados por el hambre y la miseria; la Venezuela que sigue anhelando convivir con tolerancia, respeto a los derechos de todos, justicia, seguridad, educación de calidad y servicios eficientes no puede quedarse de brazos cruzados frente a la mascarada que se pretende instaurar este 10 de enero.
La Venezuela que fue una potencia petrolera, capaz de llevar su empresa estatal a los primeros stándares de eficiencia en el mundo y hoy la ve reducida a chatarra, rumbo al colapso inevitable; el país que ha visto como han destruido lo que fue su músculo económico para el desarrollo y cómo de las empresas básicas de Guayana, generadoras de ingresos e insumos para la construcción y el desarrollo industrial, no quedan sino escombros, mal podría quedarse pasivo, silenciado, inerme, frente a este nuevo y descomunal abuso del poder fraguado a partir de la burla a la Constitución y a las leyes electorales.
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La Venezuela sedienta y la que recibe en sus casas agua contaminada; la de los enfermos de todas las edades, pero sobre todo niños y ancianos, que mueren de mengua por la carencia de medicamentos, sin centros asistenciales debidamente dotados, mientras el régimen se resiste obstinadamente a permitir la ayuda humanitaria que ofrecen desde distintas latitudes, necesita lanzar su grito de protesta, un reclamo estremecedor a los responsables de tanta ignominia, que les retumbe en los tímpanos, que los sacuda y saque de la indiferencia en la que se escudan.
Los venezolanos asqueados de 19 años de saqueo de los recursos de todos los venezolanos, incluyendo lo que servilmente se les entregan al gobierno cubano con la sola contrapartida de reforzar la fuerza de ocupación con la que sojuzgan a los venezolanos, debemos expresar nuestros rechazo, indignación y condena ante esta la más acabada expresión de alta traición a Venezuela.
En los primeros días del año la sensación que se percibe es que la caída del país se está acelerando y que el desbarrancamiento llegará a niveles inimaginables a medida que transcurran los meses sin ver fórmula alguna para detener la hiperinflación ni recuperar la economía y con los alimentos y la salud convertidos en bienes absolutamente inaccesibles para la casi totalidad de los venezolanos.
Frente a ello, la cabeza del gobierno, Nicolás Maduro, exhibe una abstracción absoluta, un tozudo y deliberado aislamiento de la realidad como ha sido nuevamente constatado en sus intervenciones en la reciente reunión de esa entelequia llamada ALBA y en la entrevista con Ignacio Ramonet, infame alcahuete mediático, esperpento de ocasión que introducen a Miraflores para perfumar la estela del estercolero que la “revolución” va regando a su paso.
Frente a la situación desgarradora de los venezolanos, Maduro se regodea en su supuesto 68 % de los votos que le habrían dado la presidencia en mayo pasado. “El sistema electoral venezolano es perfecto”, dice impúdicamente. Califica de “inviables” a varios gobiernos de la región cuando la inviabilidad de su desquiciado ejercicio del poder ha ido, ante el asombro del mundo, desbordando de apuros a los países vecinos ante la diáspora convertida en angustiosa estampida.
Necesitamos un enorme gesto de protesta frente a la inaceptable pretensión madurista del 10 de enero. Si la Asamblea Nacional es nuestro único poder con legitimidad es obvio que de allí debería salir el llamado único y unitario, firme, claro, contundente a toda la población para que manifieste, de cuerpo presente, de la forma más activa y militante en la calle nuestro rechazo a que se continúe la destrucción de la República y se deje sin futuro a varias generaciones de venezolanos. Es el momento de que todos a un solo tiempo digamos ¡Presentes! ¡Abajo la dictadura!