Lo que faltaba: ¡un plebiscito!, por Fernando Luis Egaña
Hay un dicho en nuestro idioma, antiguo y gráfico, que se aplica al tema este de un propuesto “plebiscito” para que se refrende o no el resultado de las “elecciones presidenciales” del pasado 20 de mayo, y en caso contrario se convoquen nuevos comicios. Ese dicho o refrán dice lo siguiente: “éramos pocos y parió la abuela”… Lo que en otras palabras significa, la situación estaba muy mala y se puso peor.
Ha sido el presidente de Ecuador, Lenin Moreno, quien ha planteado el asunto. No conozco al referido presidente pero su planteamiento es delirante y expresa un desconocimiento profundo de la situación venezolana. Sé que no se entiende con su antiguo mentor y predecesor, Rafael Correa, fiel aliado de Maduro, pero en el caso que nos ocupa, si ha querido hacerle un bien a la causa democrática de Venezuela, no lo ha conseguido. Al contrario.
La idea es un disparate o un despropósito, porque la hegemonía roja ha bloqueado cualquier tipo de salida electoral, a través de fraudes masivos, en los que se fabrican millones de votos, ya sin mucho disimulo. Entonces, pretender encontrar una alternativa a la tragedia venezolana, a través de un plebiscito controlado por la hegemonía es, repito, delirante.
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Pero es que una consulta de naturaleza similar ya se hizo en medio de las protestas del 2017, el domingo 16 de julio, sin la intervención fraudulenta del CNE, y con muy pocos medios logísticos, y no obstante esto, casi ocho millones de venezolanos se expresaron con valentía a favor de la superación de la hegemonía. Otra cosa es que no pocos de sus convocantes tenían otra agenda, y no esperaron demasiado tiempo para engavetar la mencionada consulta.
Resulta alarmante –aunque no extraño—que algunos voceros de la oposición política reunida en la Mud, hayan manifestado su interés y hasta su complacencia con la cuestión del delirio plebiscitario. En cuanto a la auto-identificada “nueva oposición”, que ni es nueva ni es oposición, cabe esperar pronunciamientos más favorables al respecto
Todo lo cual supondría que la dinámica política se dedicara a otro laberíntico proceso, que todo el mundo sabe de antemano que terminará disuelto en la nada, y mientras tanto Maduro y los suyos siguen ganando tiempo para despotizar y, sobre todo, depredar. La verdad es que hay que preguntarse hasta cuándo se va a seguir en lo mismo. ¿Hasta cuándo?