Lo que no dijo Maduro en la Expo Venezuela Potencia
Nuevo sistema Dicom desmejora condiciones ya precarias actuales, las mafias seguirán disfrutando del Dipro y la «guerra económica» quedó develada
Santiago Boccanegra
La cadena de Nicolás Maduro desde la Expo Venezuela Potencia fue proverbial, el retrato más certero del desastre nacional. El acto fue una oda a los controles, a la pobreza, al mal gobierno y a las propias mafias. Pero vamos por partes.
Hay quienes se emocionan o buscan lecturas de posibles consecuencias positivas de las «nuevas políticas cambiarias». Pero pareciera que los resultados no serán demasiado distintos a los que hemos tenido durante 14 años. Primero, porque no se desmontó el control de cambio, tampoco se unificó una tasa oficial -como ha pedido incluso el exministro Víctor Álvarez, entre otras voces- sino que se anunció un cambio al Dicom: dos subastas semanales.
Lo que no dijo Nicolás Maduro es que la tasa Dipro se mantiene a 10 bolívares por dólar, y que fue a esa tasa que se concretaron 83% de las importaciones públicas y un tercio de las importaciones privadas, según el economista Asdrúbal Oliveros. Es decir, quienes negocian con dólares hiper preferenciales podrán seguir haciéndolo. Que nadie toque a las mafias.
Además, ya el Sicad planteaba un sistema de subastas diarias, y no funcionaron. ¿Por qué sería mejor un esquema de solo dos a la semana? Eso sin contar la disponibilidad de dólares para repartir. Según Oliveros, el nuevo Dicom arranca en un contexto donde el déficit de divisas se mueve entre 10 a 12 millardos de dólares. «No hay capacidad para aumentar reparto», afirma.
Por otra parte, Maduro lleva más de dos años hablando de «guerra económica», acusando a las empresas privadas de conspirar para tumbar a su gobierno, aumentar los precios, hambrear al pueblo y esconder los productos. Pero en el mismo acto, desfilaron representantes de Heinz, Nestlé, Procter & Gamble y otras para recibir créditos en dólares con condición: lo producido va para los CLAP. Entonces, o el Gobierno decidió dormir con el enemigo o toda la retórica queda demostrado que es tal y el objetivo, al final, es el control a través de los CLAP de todo el consumo popular.
Por cierto que las cifras del Gobierno son poco fiables. Hablan de seis millones de familias atendidas por los CLAP, pero en Venezuela encuestadoras como Delphos calculan en seis millones la cantidad de familias totales del país. Es decir, todos tenemos una caja CLAP en nuestras casas aunque no nos hayamos dado cuenta.
Por otra parte, se habla de 1 millón de familias que se atenderán con el CLAP de higiene personal. ¿Y el resto de los 5 millones de hogares?
Toca asumir que quien no reciba CLAP deberá consumir productos tasados a dólar libre, como ya ocurre en tiendas como Traki. El lunes en la noche, Maduro invitó a los empresarios privados a traer sus dólares e invertirlos, y firmó un decreto para incentivar la inversión con facilidades como la exoneración del pago del Impuesto al Valor Agregado (IVA) e impuestos en aduana a las empresas que inviertan sus propias divisas. Ello recordó a la frase: «Traigan los dólares a Venezuela que yo les doy todas las garantías para que los traigan y los inviertan», que dijo en 2014. En 2016, por ejemplo, firmó un acuerdo para impulsar la industria automotriz y fue el peor año de su historia. El lunes firmó otro. Nada cambia.
Ni hablar de la admisión de Maduro de que hay falta de divisas, insumos y ajustes en el marco jurídico. Por tanto, la «guerra económica» es lo no hecho por el propio Gobierno, como desde hace mucho tiempo han denunciado los economistas serios del país, gremios, sectores empresariales, equipos profesionales y analistas financieros.
Habrá que seguir mirando hacia arriba, a ver qué tanto sube el dólar paralelo, los precios dolarizados y la inflación nacional. Esa es la Venezuela potencia de Maduro.
Un último apunte merecen dos frases dichas por el mandatario. Soltó que «estamos exportando trabajadores», claro porque no es que la gente emigra huyendo del desastre. Y, dos, que la industria militar es una de las que más ha avanzado. Un bonito recuerdo de las prioridades en un país que no tiene suficiente comida para su población.
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