Lo que sale es votar, por Teodoro Petkoff
La decisión de participar o no en elecciones –o, para el caso, en el referéndum sobre la reforma constitucional– no puede ser vista como un asunto de principios ni como un dogma de fe. Votar o no es una determinación de política práctica, que depende de la coyuntura política y de la correlación de fuerzas. Para decirlo en cierta jerga político-militar: es un asunto táctico y no estratégico. Por supuesto, hay una premisa decisiva: la táctica no puede perjudicar la estrategia sino contribuir a su desenvolvimiento. Debe haber correlación entre una y otra.
Planteado como está un proceso de acumulación de fuerzas, de hacer cuajar las potencialidades existentes en el universo opositor, hoy todavía débiles y precarias, la táctica debe contribuir a ese propósito. Lo que estamos viviendo es equivalente a una pelea de boxeo de 15 rounds o a un maratón de 42 kilómetros. Así como un buen boxeador dosifica sus fuerzas, al igual que un buen maratonista, y no se agotan en esfuerzos desmedidos, que los dejen exhaustos a mitad de su empeño y debilitados frente al adversario, en política también es prudente saber acumular fuerzas y utilizarlas midiendo bien el momento en que se está y lo que queda por delante. Aunque varias veces hemos insistido en la fragilidad inmanente de este gobierno, cuyo poderío tiene bastante que ver con la debilidad de sus adversarios, lo cierto es que la correlación de fuerzas es todavía desventajosa para el campo opositor. De allí que sería un error, a nuestro juicio, eludir escenarios políticos donde medirse con el gobierno y fortalecer, activa y no pasivamente, el campo opositor. En otras palabras, ya sea que el referéndum tenga lugar el 2/12 o en una fecha posterior, a menos que la reforma sea retirada, siempre estaremos ante un escenario electoral y confrontarse activamente con el gobierno, dándole al rechazo el peso del voto NO, es lo que sale, como una estación en un camino que sigue más allá y para el cual se debe acumular más f u e r z a s .
P o r q u e , ganando o perdiendo, Chávez seguirá en el gobierno y, por tanto, la lucha continuará. Hacer la campaña, organizar la participación, preparar una maquinaria electoral y votar es la manera de ir volteando la correlación de fuerzas. La búsqueda de «atajos» o el suicidio abstencionista es lo que en buena medida nos tiene aquí. Quien no aprende de la historia, está condenado a repetirla. Lo peor que nos puede ocurrir es abortar las posibilidades crecientes de un triunfo en el futuro, metiéndonos ahora por un «atajo» o dejando de votar.