Lo único seguro en el 2020 serán las colas…, por Ángel Monagas
Hace unos años, las largas colas eran para comprar productos alimenticios subsidiados. Era el gran negocio del momento para los bautizados por el pueblo como “Bachaqueros”, en honor al insecto que acaba con todo lo que encuentra como alimento, es decir, comprar a un precio económico para revender luego al precio comercial del momento. Aceite, harina pan y de maíz, pastas en distintas modalidades, leche, entre otros, eran los productos más cotizados.
De vez en cuando dejaban colar, pañales, embutidos; en navidad el preferido pernil y pare usted de contar. Largas colas, peleas, trifulcas, se daban en todos los comerciales. Como siempre la presencia de los Consejos Comunales y sus mafias no podían quedar excluidos. Años atrás hicieron lo mismo con los celulares “vergatarios”, “tablas”, cauchos, baterías.
Grandes colas para obtener efectivo fue también moda, en casi toda Venezuela.
En la cuarta también floreció el populismo, paternalismo, hubo grandes colas. Recuerdo las “juntas de vecinos lecheras”, aunque jamás llegaron a los niveles actuales y tampoco por tanto tiempo.
En Venezuela, hablar de socialismo, de socialdemocracia o democracia social, de izquierda, de comunismo, es lo mismo que hablar de colas, de enredo, de trabas, de corrupción, de “perisologías” interminables; un automático que inmediatamente nos viene a la mente.
Nunca quizá nos imaginamos que iba a llegar al tema de la GASOLINA. Sobre todo en Venezuela donde llegamos a tener cuatro (4) refinerías activas y que hoy duermen el “sueño de los justos”.
El “castrocomunismo” nos “empavó”; ese “mar de la felicidad” que le metieron a Chávez, gracias a Rodríguez Araque y Germán Ferrer, esposo de Luisa Ortega, quienes le hicieron el lobby al dictadorzuelo, nos ha costado caro. Fidel los utilizó para (como es usual en un país que no produce nada) “chuparse” los recursos de Venezuela. Siempre fue su sueño y hasta por vía armada quiso hacerlo. En Chile lo logró y fue detenido a tiempo (por cierto intenta regresar)
La nueva cola es por la mentira del PETRO, que no es moneda ni criptomoneda, aunque probablemente en determinadas tiendas nuestros pensionados puedan resolver el “pan para hoy” que será el “hambre para mañana”.
El socialismo chavista del siglo XXI destruyó al país y aún realiza la tarea de someterlo a través de la pobreza. Las “colas” son las cadenas con las que nos dominan. Acabaron con todo: petróleo, minerales, agua, el gas, la gasolina, el efectivo, los alimentos. La paz es tan solo una quimera bajo la cual sobrevivimos. Nos estamos quedando sin médicos, sin enfermeras, sin docentes, sin jóvenes y esto facilita a los comunistas en el poder, seguir llenando el país con extrañas nacionalidades, además de los cubanos.
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Las sanciones, insisto, castigan a los más pobres y a los que quieren producir. Los “enchufaos” y “gobierneros”, se van a España, a Brasil, a Europa, a verse con buenos médicos, sus compras se las traen del exterior.
Usted no tiene opción y debe someterse a los curanderos cubanos, que le dan la misma “pastillita” a todo el mundo, pues para ellos “todo es sicológico”. Ni los funcionarios ni sus familias se operan con un médico comunitario ni con un cubano. Ni de vaina.
Nos estamos quedando hasta sin militares ni policías y ahora hacen cursos “superexpress”, donde los gradúan en dos meses, le dan la pistola, el fusil, y lo mandan a la calle. Más milicianos tendremos en el 2020.
La “cola” que más me preocupa es la de miles de venezolanos en las alcabalas fronterizas y en los aeropuertos, para irse del país.
Acercándonos aún más a la realidad de la isla donde gobierna la peor dictadura del planeta, la más sangrienta y la más larga, CUBA, nuestra gente sin motivación por el sector político alternativo, decide irse. El 99% inventa hechos que justifiquen un asilo político o refugio. Es decir, la imposibilidad de su regreso inmediato es un hecho. Muy pocos jóvenes o profesionales, hacen uso de su talento, de su formación y experiencia, para residenciarse en otra nación. Los costos facilitan esa idea.
Nos quedamos en Venezuela cada vez menos de los que no creemos en el socialismo.
Otra herencia castrocomunistas son las contradicciones. En muchas ciudades y en especial en la capital, abundan restaurantes y sitios de lujo, que hacen ver a las zonas comerciales de New York o Miami, como “ranchos marginales”. Supermercados con todas las delicateses de esta nueva clase social “boliburguesa-chavista”. Vehículos que ni los hijos de Donald Trump ostentan.
Igual que en la sometida Cuba, hay dos Venezuela. Una mayoritaria, del 92% que padece, anda tras un “bono”, un “petro”, completando para sobrevivir en la quincena y un 8% que no sufre la misma situación. Dentro de este porcentaje, un 2% a lo sumo, ostenta la más grosera de las riquezas, cuya procedencia en muchas situaciones, es de dudoso origen.
La “cola” seguirá siendo el reflejo de lo que en resumen somos: Un territorio donde todo el que depende de un sueldo, pasa hambre, necesidad y otro sector, de emprendedores, comerciantes, empresarios y algunos “marañeros”, que podemos defendernos, unas veces más, otras menos. Hambre no pasamos.
Perdimos nuestra capacidad de producción, de poder adquisitivo. No pasamos necesidad, sin embargo ya no disfrutamos de ser una clase media con algunas posibilidades de viajar, de disfrutar, de atender nuestras familias.
Dos generaciones políticas se han perdido. Impidamos perder la tercera.
Hoy hacemos “colas” y todavía conseguimos “algo”. En el 2020 hasta esa posibilidad pudiera perderse. Parafraseando al difunto charlatán y gran causante de nuestra desgracia Hugo Chávez: “Viviremos y cola haremos”…
El 2019 ha sido el más difícil de mi vida. Necesitamos que el 2020 sea mejor. Nos hemos quedado muy detrás, solo nos supera en pobreza Haití.
Nadie puede cambiarlo, sino nosotros.