Loco aFAN, por Teodoro Petkoff
En principio, después de una tentativa de golpe militar, cualquier gobierno tiene todo el derecho del mundo a efectuar cambios en los mandos militares, para sustituir oficiales implicados, o sospechosos de haber participado en aquél. Pero estos cambios tienen que hacerse de modo tal que no se empeore el problema que se quiere superar. En una Fuerza Armada tan fracturada como la nuestra, cambios presididos por la exigencia de lealtad a un determinado proyecto político no pueden sino profundizar la desinstitucionalización del cuerpo castrense. En lugar de contribuir a cohesionarlo lo que hacen es ahondar la brecha que el gobierno cavó entre sus integrantes y acentuar el perverso proceso de partidización de la Fuerza Armada. En estos momentos avanza una apresurada caída-y-mesa-limpia en la FAN, sobre todo en el Ejército. Se está en vías de desmantelar el cuerpo de generales y almirantes mediante consejos de investigación que anulan el debido proceso. Esta es una cosa muy delicada. Cuando un consejo de investigación califica como «falta» la conducta de un oficial, y no como «delito», simplemente da de baja al referido oficial, quien ve así tronchada su carrera por una decisión meramente administrativa, ante la cual no tiene ni derecho a la defensa ni apelación. Tratándose de consejos de investigación que deben pronunciarse sobre conductas presuntamente políticas de alto calibre (¿qué más político que un golpe?) y no sobre comportamientos estrictamente referidos a procedimientos operativos corrientes, sus decisiones, guiadas también, obviamente, por razones políticas, pasan a ser un instrumento de castigo, sin que haya mediado veredicto judicial alguno. El oficial sometido a ese consejo, a raíz de asunto de tanta monta como un golpe, podría ser víctima de decisiones muy cargadas de subjetivismo o de mero espíritu de retaliación. En todo caso, lo lógico, si se quiere actuar con estricto apego a los fueros de la justicia y, por tanto, de la institucionalidad, habría sido someter a juicio a los presuntos indiciados de participación en el golpe, garantizando el debido proceso. A esto se unen otros procedimientos de «mano zurda», que también están sembrando desconcierto y temor en la FAN. No es un secreto que en este momento el coronel comandante del Regimiento de Comunicaciones opera como una suerte de agente de guerra sucia, actuando con comandantes de unidades en Fuerte Tiuna, que no dependen de él en la escala de mandos, en un vasto operativo de descrédito personal de oficiales supuestamente «desleales». El operativo va más allá del murmullo y se expresa en la edición y distribución de volantes, por los comandantes de unidades, que agravian a aquellos oficiales. Pero se trata de algo más que de sanciones a supuestos conspiradores. Esto, acompañado de los cambios en los comandos, persigue una homogeneización política de la FAN, su transformación en una institución en la cual, al paso que van las cosas, para ser oficial será obligatorio pertenecer al partido del presidente. La idea es, pues, fuerzas armadas de partido. De partido único de la revolución.