Los 77 de Copei, por Douglas Zabala
Twitter: @douglazabala
Ayer estuvo de aniversario el partido Copei. Arribó a sus 77 años de ajetreada vida política. Por ello y por respeto a quienes en una buena parte de sus vidas lo dieron todo por ese proyecto partidista, recordaremos más a su fundador.
Caldera fue dos veces presidente de la República durante los períodos 1969-1974 y 1994-1999. Siendo un joven comenzó sus estudios de bachillerato con los Jesuitas del Colegio San Ignacio de Caracas y estudió Ciencias Políticas en la Universidad Central de Venezuela (UCV), de donde egresó en doctorado en 1939. En el gobierno de Eleazar López Contreras ocupó el cargo de subdirector de la Oficina Nacional del Trabajo y fue miembro de la comisión que redactó la Ley del Trabajo de 1936.
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Su activismo político lo iniciará en la Juventud de Acción Católica para después fundar el 13 de enero de 1946 su propia organización partidista conocida como el Comité de Organización Política Electoral Independiente (Copei). Con su Partido y al lado de un grupo de venezolanos jugarán un papel protagónico en la lucha por la democracia en el país. Caldera será impulsor y firmante del Pacto de Puntofijo que dio inicio a la experiencia democrática a partir del año 1958.
Rafael Caldera un miércoles 3 de junio de 1970, ante la presencia del presidente Richard Nixon y todas las bancadas del Congreso de los Estados Unidos, dictó cátedra sobre los principios fundamentales de la democracia.
Alertando al continente señaló: «Estamos viviendo, en América Latina y quizás en el mundo, un momento decisivo para la confianza de los pueblos en la libertad. El resultado va a depender de la posibilidad de probar que, a través de la democracia, mejor que de cualquier otro sistema, se es capaz de lograr la justicia y de realizar el desarrollo».
Presagiando tiempos presentes solicitó ante aquel parlamento: «Quizás el hecho de venir de la tierra de Bolívar, pletórica de hechos gloriosos en los días de la independencia y de momentos oscuros en su proceso de organización política, justifica que los ojos se vuelvan a observarnos y se oigan con simpatía nuestras palabras».
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