Los Brics y sus contradicciones, por Félix Arellano
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La reciente XV cumbre del grupo de los Brics efectuada en Johannesburgo, capital de Sudáfrica, del 22 al 24 de agosto 2023, ha suscitado una importante atención internacional, en gran medida por la narrativa desafiante contra el actual orden internacional liberal y, en particular, por el rechazo al protagonismo de los Estados Unidos; ahora bien, por su naturaleza y contradicciones internas, no se visualizan mayores perspectivas.
Podríamos definir la cumbre como la puesta en escena de un espectáculo de implicaciones ideológicas y geopolíticas, una organización que se ha debilitado en el tiempo, pero que aprovecha la coyuntura para desarrollar una narrativa antisistema, particularmente dirigida contra los Estados Unidos; empero, no presenta un proyecto de transformación internacional viable, en buena medida por las diferencias en objetivos y proyectos de cada uno de sus miembros: Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica.
Pareciera que el tema ideológico y geopolítico se presenta como la fuerza que los une y, en ese contexto, su ampliación, con la incorporación de seis nuevos miembros a partir del 2024 (Argentina, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Egipto, Etiopia e Irán), se convirtió en el tema central de la cumbre.
Se trata de proyectar la renovada fortaleza del grupo y su relevancia en las actuales circunstancias.
El grupo de los Brics se define como una asociación económica y comercial de potencias emergentes. Desde una perspectiva política, representa un grupo de coordinación de posiciones sobre los temas relevantes en la agenda internacional; empero, en la práctica, desde su conformación formal en el 2008, su papel ha sido limitado.
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Las relaciones económicas y comerciales entre sus miembros no han logrado un crecimiento significativo y China constituye el actor fundamental, con la fuerza económica y financiera para sostener el grupo y propiciar su expansión. Ahora bien, su proyecto estrella es la Ruta de la Seda, y seguramente no aspira compartir su liderazgo y hegemonía con los otros miembros del Brics, que en el fondo pueden representar una competencia desplazante, como es el caso de la India.
Las diferencias entre China y la India han crecido con el tiempo, incluyendo problemas de carácter territorial en su frontera común en la zona de Jammu y Cachemira. Por otra parte, los dos gobiernos quieren asumir el liderazgo geopolítico en la zona del indo pacífico y sostienen una fuerte competencia por el desarrollo de nuevas tecnologías. Cabe destacar que la India busca constituirse en una potencia de carácter regional y el grupo de los Brics podría limitar a sus aspiraciones.
En el caso de China y Rusia la situación se presenta más compleja, pues sus diferencias son históricas y profundas, en esencia se han enfrentado por mantener la hegemonía de un orden internacional alternativo y de los grupos rupturistas a escala global. En el plano económico, el dragón chino ha logrado superar ampliamente al oso ruso. Adicionalmente, la irracional política expansionista de Vladimir Putin, que ha alcanzado su peor expresión con la invasión a Ucrania, ha debilitado profundamente la capacidad de acción de Rusia.
En ese contexto, los Brics juegan un papel fundamental para Rusia, entre otros, para tratar de superar el aislamiento que está generando la invasión; pero, el tema de la invasión a Ucrania resulta controversial en el grupo. Incluso en el Grupo de Shanghái, donde Rusia goza de una mayor hegemonía, no ha logrado un apoyo pleno a la invasión. Cabe destacar que, para países débiles, la tesis de Putin que la invasión genera derechos, constituye un serio precedente.
Sobre Brasil y Sudáfrica se observa debilidad económica e inestabilidad política. El grupo Brics les beneficia en su búsqueda de protagonismo y liderazgo internacional, pero no cuentan con la capacidad para sostener proyectos de cooperación económica de alta envergadura. En el caso de Brasil, tal opción, remota en estos momentos, le convendría desarrollarla en escenarios donde goza de mayor liderazgo como el Mercosur.
La visión iliberal y autoritaria, que promueven China y Rusia, se va posicionando en el grupo de los Brics y se proyecta como un factor de unidad; adicionalmente, se repotencia con la mayoría de nuevos miembros aprobados en la cumbre. Al respecto, conviene recordar que el gobierno comunista chino promueve la tesis de la democracia de partido único, como garantía de «mayor eficiencia» y rechaza los derechos humanos por individualistas, auspiciando unos derechos colectivos que los gobiernos definen discrecionalmente.
Pero la propuesta iliberal en ascenso también genera divergencias. Debemos tener presente que Brasil, India y Argentina (miembro desde el 2024), cuentan con sistemas democráticos y apoyan el carácter universal de los derechos humanos.
Son sistemas democráticos que presentan debilidades, por ejemplo, la India se caracteriza por una democracia poco competitiva, pero la dinámica política interna de esos países, también constituye un límite importante frente a la narrativa autoritaria.
Mayor cohesión se aprecia en el grupo, al abordar el cuestionamiento al orden internacional liberal y la hegemonía de los Estados Unidos; pero, el panorama tampoco resulta tan sencillo. Los países democráticos miembros del grupo asumen posiciones más prudentes al cuestionar el orden internacional, tratando de mantener relaciones equilibradas, que les permita obtener beneficios en los diversos escenarios.
Adicionalmente, en el discurso antiimperialista también se observan contradicciones, pues los gobiernos con narrativas más radicales, paralelamente están tratando de conformar procesos de negociación directa con los Estados Unidos; en consecuencia, el radicalismo se transforma en un falso discurso para cohesionar a sus grupos políticos.
Es evidente que se requieren transformaciones en la arquitectura institucional internacional, pero desde una perspectiva ideológica, autoritaria y excluyente no se puede construir el orden que permita la plena participación de los diversos actores, conservando los mecanismos de equidad que son necesarios.
Félix Arellano es internacionalista y Doctor en Ciencias Políticas-UCV.