Los Brics y Venezuela, por Felix Arellano
Autor: Felix Arellano | [email protected]
Luego de una gran expectativa en sus años iniciales el proyecto de los Brics (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), cuya primera reunión, sin la participación de Sudáfrica, se efectuó en el 2006 en el marco de las Naciones Unidas y que inicialmente logró importante respaldo de grupos económicos como Goldman Sachs, pareciera que se encuentra en franco declive y los factores políticos pesan significativamente. Ahora bien, en esta fase de deterioro, el caso venezolano pudiera reactivar el grupo, pero también acentúa sus contradicciones.
En efecto, la conformación del grupo Brics, generó gran expectativa, en grupos económicos que apostaban a la consolidación de los nuevos mercados y, en particular, en grupos radicales como el Foro Social de Sao Paulo, que lo promovían como un “centro alternativo de poder frente a las hegemonías occidentales”. En estos momentos, el grupo no proyecta la fortaleza de años atrás, algunos de sus miembros como Brasil o Sudáfrica, además de unas proyecciones económicas poco optimistas, están enfrentando crisis políticas profundas que limitan sus posibilidades de crecimiento.
En lo que respecta a China, no obstante su fortaleza económica y liderazgo internacional, algunos analistas sostienen que sus cifras de crecimientos están infladas; adicionalmente, el autoritarismo político tan rígido y hegemónico, como también ocurre en el caso de Rusia, genera incertidumbre sobre las perspectivas económicas. En este contexto, pareciera que la India, la democracia más poblada del mundo, se presenta como el miembro más estable; empero, sus problemas sociales son inmensos y constituyen una bomba de tiempo.
Para el 2001, Jim O´Neill, del grupo Goldman Sachs, estimaba que los Brics estaban llamados a jugar un papel estelar en la construcción de la gobernanza económica internacional. Los radicales, por su parte, los proyectaban como verdaderos promotores del cambio de las condiciones asimétricas de la economía mundial. Demasiadas expectativas, en la práctica, los hechos han demostrado que el grupo resultaba bastante heterogéneo, con políticas y objetivos contradictorios.
Sobre el sueño de los radicales conviene destacar que se limita a su anacrónica obsesión de destruir el capitalismo, engañándose a sí mismos, sin querer reconocer que gracias al mercado China ha logrado superar las hambrunas que generaba el comunismo de Mao Zedong y sin aceptar que el autoritarismo hegemónico de países como Rusia o China agravan los problemas mundiales, en particular la situación de los derechos humanos y las libertades de creación y acción de los individuos.
Ahora bien, en el marco del deterioro de los Brics como jugador geopolítico, la crisis venezolana le plantea un nuevo reto. El proceso bolivariano, a los fines de perpetuarse en el poder, se ha orientado por la estrategia de incrementar la opresión, violentando los derechos humanos y destruyendo la institucionalidad democrática, pero la comunidad internacional ha reaccionado y ha iniciado un progresivo proceso de sanciones, que están moviendo el piso del proceso bolivariano.
En este contexto, la negociación se presenta para el gobierno bolivariano como una alternativa para reducir la acción de la comunidad internacional; pero, una negociación sin compromisos, es decir un show, dar la imagen de negociar para calmar la comunidad internacional, pero pareciera que el show se ha agotado en República Dominicana y la comunidad internacional está dispuesta a incrementar las sanciones.
El proceso bolivariano asume que controla todo lo fundamental, y se percibe cohesionado como poder hegemónico, por lo tanto, negociar es claudicar. Frente al problema latente son las sanciones internacionales una opción interesante sería lograr el apoyo efectivo del grupo de los Brics, en particular de China, Rusia o India, en ese orden. Los Brics podrían aportar el oxígeno necesario. Es la hipótesis del “mecenas” que resuelve los problemas y facilita perpetuarse en el poder.
La opción del mecenas es interesante, pero no pareciera tan viable. China, que se presenta como la potencia con mayor capacidad y organización para ejercer ese papel, ha demostrado prudencia en el tema venezolano; no aspira deteriorar sus positivas relaciones en la región y le está resultando costoso el mecenazgo de Corea del Norte que estima geopolíticamente necesario. Rusia, por su parte, juega al caos y por eso se puede entrometer, pero no tiene la capacidad económica, ni la organización para asumir eficientemente semejante responsabilidad y, en el caso de la India, tiene muy clara sus capacidades y limitaciones geopolíticas.
Si el mecenas no aparece, los falsos proyectos de nuevas monedas pronto se desvanecen y las sanciones internacionales se profundizan, todo indica que el proceso bolivariano se verá obligado a negociar, no solo con la oposición democrática, también con la comunidad internacional.
Es factible que algunos de heterogéneos miembros del bloque bolivariano en el poder comprendan, que una negociación les puede resultar más beneficiosa, que seguir incrementando la opresión y la destrucción del país.
En el escenario de una verdadera negociación con la participación activa de la comunidad internacional en la mesa, resulta fundamental una mayor organización y unidad de la oposición democrática y la necesidad que supere su visión de corto plazo, concentrada fundamentalmente en el tema electoral, y logre apreciar la negociación en su conjunto, o el meta juego, que no es otra cosa que el futuro del país.
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