Los ceros que vos matáis…, por Gregorio Salazar
Ha hecho falta una verdadera medida de alta seguridad de estado radical, eficiente, soberana y superior para acabar con este problemita del cero. El asunto, confianzudamente, se dejó avanzar y ahora tenemos una máquina infernal de producir ceros en racimos, un monstruo semejante a la famosa hidra de la mitología, aquella que por cada cabeza que le cortaban le nacían dos.
Hace tiempo que venimos sintiendo el venenoso aliento de la inflación. Ya hemos entrado en terrenos de la hiperinflación y todavía no aparece el Hércules que la ataje o la destaje. Primero pensamos que bastaba con decapitar tres ceros, después tres más, ya vamos por ocho y el cero vive, la lucha por la supervivencia del pueblo sigue.
A lo mejor se subestimaron los riesgos por aquello de que el cero es la expresión del valor nulo, lo que equivale a nada, nadie, ninguno, algo así como todo aquel que no se cuadra con los dictados de la revolución. Pero llegado el momento en que los ceros no caben en los cheques, los puntos de venta, las facturas ni las transferencias on line Maduro tuvo que convocar a las mentes más lúcidas del proceso.
El objetivo era y sigue siendo ponerle fin a este intruso en forma de inocuos aritos que tantas perturbaciones está causando al soberano hasta hacer ineficiente el carnet de la patria»
Entre los convocados cada quien sugirió una solución de acuerdo, por supuesto, con lo que ha sido su exitosa experiencia en sus responsabilidades de Estado.
Tibisay, por ejemplo, propuso que si el cero quería seguir figurando se le enviara a recoger firmas en tiempo récord, después se declararían falsas y sería suspendido. El Contralor fue más directo: se ofreció a abrirle un expediente por corrupción y luego inhabilitarlo ad infinitum. Mucho más drástico fue el general González: se le ponen los ganchos y se le encierra a pan y agua en una bóveda del banco central. Alguien, por no dejar, recordó que no hay pan ni agua. El ministro del deporte lamentó que el cero no tuviera un rabito como la Q porque hubiera sido fácil agarrarlo por allí y darle un revolcón como a una res en una manga de coleo. Diosdado propuso enviarlo al exilio, pero la fórmula fue desechada porque no supo explicar cómo se haría. El TSJ fue de la idea de que se le declarara en desacato.
Maduro y Serrano Mancilla se retiraron a deliberar y, como sabemos, el miércoles se decidió cortar por lo sano (es un decir porque aquí ya no queda hueso que pueda considerarse así) y el señor presidente al frente de la máquina rebanadora le quitó cinco ceros a la moneda. Las piezas de marras han caído ante la mirada estupefacta de los venezolanos como simples ruedas de salchichón. Así será el tiempo que tienen sin ver ese embutido. Una operación ejecutada limpiamente, como debe ser en un país donde todos estamos limpios, desde el BCV para abajo. A lo mejor es una solución pasajera porque en cuanto a virtudes regenerativas el cero ha demostrado ser más porfiado que un rabo de tuqueque. Pero algo es algo.
Después de esta nueva victoria popular lo que corresponde es la entrada en acción del ministro Jorge con una potente batería propagandística. Que no quede duda que la victoria ha sido aplastante y definitiva. Inicialmente, la torre del BCV será cubierta por tres de sus flancos con igual número de gigantografías. En el de la fachada de la avenida Urdaneta, Maduro desde su famosa bicicleta alancea al cero, que yace a sus pies despanzurrado como el mísero dragón de San Jorge. Hacia el este, Cilia con túnica de Judit ofrenda a su consorte en reluciente bandeja de plata un cero cual cabeza de Holofernes, degollado y sangrante. Y por el este Maduro aparecerá aplicando una estranguladora al cero, que expira con la lengua afuera lo mismo que aquel león que estranguló Sansón cuando apenas era un chamo. Preciso, el chamo era el león, apenas un cachorrito, y Sansón un detestable depredador.
Todo muy bien, pero hasta ahí. Tampoco hay que exagerar. Lo decimos porque pese a que sabemos de las angustias del ministro Al Aissami por el caos económico, tanto que su cabellera luce cada vez más blanca y raleada, no debe llegarse al extremo de afirmar, como lo hizo, que este es el arranque del desarrollo y la prosperidad integral de todo el pueblo venezolano.
Extirpado el cero de nuestras vidas, execrado del entorno tan hostil que él mismo nos creó, se debe pasar a otra fase. Hay que averiguar, por ejemplo, porqué Roy Daza dice ahora que hay que llevar la gasolina a precios internacionales y Jesús Faría reniega del control de cambio, ese que tiene como gran cancerbero a Aristóbulo Istúriz. Preocupantes y peligrosos estos arranques neoliberales, tanto que nos anticipamos a pedir clemencia para estos personeros y que a pesar de sus grandes herejías tengan un tratamiento menos brutal que el terco, empecinado y asqueante cero.