Los dos ligaditos, por Fernando Luis Egaña
Autor: Fernando Luis Egaña
Si en algo coinciden Nicolás Maduro y Rafael Ramírez, en la guerra de mutuas acusaciones y denuncias, es que Pdvsa está destrozada. Y ambos tienen razón. Lo está. La otrora gran corporación petrolera venezolana de escala global, una de las más importantes del mundo, es un carapacho arruinado, que va palo abajo, que está endeudada hasta el tope, que se la ha caído la capacidad de producción, que tiene que importar gasolina, en suma que está vuelta leña, para no usar otra palabra, por respeto a los lectores.
¿Y quienes son los responsables de semejante descalabro? En primer lugar el predecesor de Maduro, sin duda, pero tanto éste como Ramírez también son responsables principales de haber destrozado a Pdvsa. Cada uno da sus razones propias para inculpar al otro del destrozo, pero esas razones no son excluyentes sino complementarias. Ramírez fue presidente de Pdvsa por más de una década, y Maduro lleva, también, más de una década como canciller de Chávez y luego como su sucesor. Ninguno puede decir “yo no fui”, y si lo dicen, nadie les puede creer.
La pelea es implacable. Maduro dice horrores de Ramírez y éste le replica con horrores parecidos. El núcleo de esos horrores no es la improvisación o la falta de capacidad. No. Es la extrema corrupción. Maduro alega que Ramírez saqueó a Pdvsa y éste le responde que el saqueador es Maduro. ¿Quién tiene la razón?, como se titula un conocido programa de televisión. La impresión general es que los dos tienen la razón, vale decir la responsabilidad dolosa. Cartas van y vienen, declaraciones se formulan y reiteran, y mientras más se sacan los trapitos al sol, más claro va quedando el panorama desolador del destrozo a Pdvsa.
La pelea es implacable. Maduro dice horrores de Ramírez y éste le replica con horrores parecidos. El núcleo de esos horrores no es la improvisación o la falta de capacidad. No. Es la extrema corrupción
Y no se trata de la única litis trabada en el seno del oficialismo, pero sí, por los momentos, la más notoria, pública y comunicacional. Otros incordios han sido manejados con disimulo, pero éste ya desbordó los cauces típicos de las procesiones que van por dentro. La información que Maduro –y sus patronos cubanos–, deben tener sobre Ramírez seguramente será exhaustiva.
Y los expedientes de Ramírez sobre Maduro y los suyos deben estar bien documentados. Después de todo, no estamos ante una pelea inesperada. Se veía venir desde hace tiempo y las actuaciones de la Fiscalía apuntaban en esa dirección.
Maduro y Ramírez en algún momento deberán responder ante la justicia, interna o externa, por el destrozo de Pdvsa. Y justo en plena bonanza petrolera. En esta materia, Maduro y Ramírez son como los dos ligaditos.
Deja un comentario