Los Miserables presenta un espejo de amor y libertad frente a Caracas
El musical Los Miserables muestra en Caracas el resultado de un trabajo extenso y cuidado de todos sus responsables frente y detrás del escenario, con Humberto Baralt como Jean Valjean, antónimo del Javert del maestro Gaspar Colón. Con un elenco femenino de primera línea, la puesta en escena brilla en un teatro Teresa Carreño que se confirma como un recinto de altura internacional. Se han abierto nuevas funciones, ahora hasta el 16 de abril
«La primera justicia es la conciencia», escribió Víctor Hugo en Los Miserables. Su obra, que ha vencido al tiempo y se ha convertido en universal, sigue transmitiendo en cada iteración un mensaje de amor y de libertad. De cómo una cosa y la otra van de la mano de ideales, de deseos, de una visión del porvenir.
Por eso que vuelva a presentarse en un escenario venezolano es un logro con distintas aristas. Por un lado, por superar el reto técnico y humano de montar un espectáculo de gran calado, portentosas dimensiones y con un equipo de trabajo que se cuenta por cientos.
Cada vez que el telón de la sala Ríos Reyna del Teatro Teresa Carreño sube, se atestigua el éxito de la productora Claudia Salazar y su empeño por traer a Caracas la adaptación que de la novela de 1862 hicieron Claude-Michel Schönberg y Alain Boublil en 1980 en Francia, que llegó a Londres un lustro más tarde y se convirtió en un fenómeno internacional cuando en 1987 abrió en Broadway. Su adaptación al español, fechada en 1993, corrió a cargo de Albert Mas-Grier.
No fue un camino fácil el que inició en 2018 y que dio sus primeros frutos al cierre de 2019, superando las limitaciones de un entonces depauperado Teresa Carreño, sin aire acondicionado, con problemas de filtraciones y la espada de Damocles de un repetido apagón. Así Caracas se incluyó entre las pocas ciudades latinoamericanas en haber desarrollado esta obra.
Ahora en 2023 la situación es otra: el recinto ha sido remozado desde los tiempos de pandemia y ha podido mostrarse de nuevo como eje de la cultura capitalina, una que además se empapa más del musical como formato.
Y allí está Claudia Salazar con Los Miserables, mostrando una producción impecable, con una escenografía que aprovecha el talento de sus creadores y las posiblidades del escenario. Atención al trabajo de iluminación, pieza fundamental de la puesta en escena que logra encuadres romanticistas, canalizando a Eugène Delacroix. Escenas que albergan a un elenco de primera línea que vuelve a tomar las riendas de un libreto que, ambientado en París, acerca las voluntades de amor y libertad de cualquiera.
No es poca cosa que, en un recinto controlado por el poder, se entone la «Canción del pueblo» con su fanfarria sinfónica y frente a los aplausos de una ciudadanía deseosa de alcanzar ese porvenir.
Canta el pueblo su canción, nada la puede detener
Esta es la música del pueblo y no se deja someter
Si al latir tu corazón oyes el eco del tambor
Es que el futuro nacerá cuando salga el sol
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Un espectáculo para reir, llorar, conmoverse y alegrarse. La emoción recorre cada butaca, danzando al ritmo del preciso trabajo de Elisa Vegas y su Orquesta Sinfónica Gran Mariscal de Ayacucho que, con cada reverencia final, vuelve a anotarse una exclusiva: ser el conjunto más grande en interpretar la partitura originalmente escrita para 16 músicos pero que en Caracas convoca a toda la agrupación, sobrepasando el foso de orquesta y debió mudar a parte de sus integrantes tras bambalinas guiados por la batuta a través de circuito de video.
Mariano Detry regresó a Caracas para asumir la dirección que ya encabezó en 2019, desde las audiciones. El elenco vuelve a estar encabezado por Humberto Baralt, un portento de la voz y de la interpretación, capaz de asumir las distintas etapas vitales y emocionales de Jean Valjean; y por el siempre preciso maestro Gaspar Colón Moleiro, que le brinda una tridimensionalidad notable a su Javert.
La fuerza de Gabby Brett (Fantine) hace brotar más de una lágrima, y la dulzura de Orianna Rizza (Cosette) le da un toque de ternura a una trama de momentos duros, bien representados por José David heredia (Marius) y especialmente Daniel Albornoz (Enjolras).
En Los Miserables hay decenas de actores sobre las tablas, cada uno cumpliendo su rol, por más pequeño que sea, embebidos en sus personajes, como el soldado que llora la muerte de Eponine (interpretación de lujo de Alba Paola). Mención aparte merece Alejandro Míguez quien brilla con su Thenardier, junto a Rose Ordoñez.
La redención de Jean Valjean, una historia quien huye de su pasado buscando resarcir su vida mientras una sombra uniformada lo persigue, se ubica en una París post-pandémica cuyos jóvenes luchan por un futuro distinto a tanta precariedad y pobreza.
En 2023 ese contexto parece un espejo, uno tan nítido que ninguna adaptación quizá logra tanto como la del musical que estrenó en Caracas el 30 de marzo y se extenderá hasta el 16 de abril.