A los nuevos alcaldes de Caracas les toca enfrentar viejos demonios
Autor: Víctor Amaya @victoramaya
Caracas, como zona metropolitana y capitalina, amaneció el 11 de diciembre con cinco nuevos alcaldes electos y las mismas deudas del día anterior, de la semana anterior, del mes que pasó. Cerros de basura, calles minadas de huecos, alumbrado público apagado, transporte público precario y unas mermadas policías que dejan el camino libre al hampa. Todo ello, sin contar la galopante hiperinflación y el deslave social de hambre y enfermedades.
Los alcaldes electos, todos, prometieron villas y castillas durante la campaña. Policías mejor pagadas, blindar en seguridad las jurisdicciones, tener un óptimo servicio de salud y demás elementos de calidad de vida. Además, en el caso de la oposición que ganó Baruta, Chacao y El Hatillo, la transversal idea de «defender» al municipio ante la amenaza de un chavismo triunfante. En Libertador y Sucre, hubo el compromiso de profundizar la revolución, los CLAP, las misiones, y la lealtad al comandante supremo, y poco más.
Celia Herrera, ingeniero especialista en temas de movilidad y transporte, califica como «declaraciones huecas» muchas de las escuchadas a los abanderados durante la campaña. «Hemos tenido a esas mismas personas en otros cargos y hemos visto en su trayectoria que lo que dicen está lejos de lo que hacen, ni siquiera logran coherencia. Vuelvo a insistir en la necesidad de que los alcaldes asumen sus atribuciones y se olviden de andar en campaña los tres años de gobierno de bailoterapia en bailoterapia. Necesitamos retomar la institucionalidad».
Y justamente sobre institucionalidad advierte el arquitecto Enrique Larrañaga, profesor de la Universidad Simón Bolívar, que el primero reto es hacerla respetar. “Es fundamental que las alcaldías recuperen y defiendan sus competencias, tanto como que las cumplan”. Ejemplifica con la situación de las policías municipales, cuya intervención por parte del Ministerio de Interior es “inadmisible, tanto como la obstrucción de los servicios de salud, educación y asistencia social”.
Larrañaga lamenta que la campaña haya sido también de ideas huecas. «No sé si por lo precipitado de todo, por las señas cruzadas entre participación y abstención, por la crisis general que imagino también afecta los recursos de las campañas o por simple pobreza argumental de los candidatos, siento que ésta es la campaña más yerma que recuerdo, sin ideas ni propuestas ni discurso ni debate. Quizá esa esterilidad es lo más triste de esta campaña y lo que más escéptico me hace estar sobre las próximas gestiones».
José María de Viana, ingeniero civil y especialista en políticas públicas, cree que la campaña fue “como de fantasía”, desvinculada de los problemas reales de la gente. “Al día siguiente que entren a la alcaldía se van a enterar de una situación que pareciera que no presumen”.
GOBERNAR SIN DINERO
Marino González, profesor de Políticas Públicas de la Universidad Simón Bolívar, sostiene que “estamos en el momento más crítico de las finanzas públicas del país”, y de ello no escapan los despachos locales. La única alternativa es un programa de estabilización nacional, que depende de Miraflores. De no ocurrir, “van a tener que hacer reducciones de gastos de inversión y eso incluye basura, vías, servicios. La única manera de capear el temporal es agravando los impuestos y haciendo recortes. Ya hoy en día las alcaldías se están quedando con lo mínimo y el pago de personal”.
José María de Viana, también expresidente de Hidrocapital, afirma que los nuevos alcaldes llegan “en el momento de menor disposición de recursos en toda la historia del país, incluso menos que cuando la colonia en términos reales. Además, con hiperinflación”.
Cree además que la crisis económica trae un deslave municipal, dimensionado por el hambre y los problemas de salud. “Hay desnutrición y hay epidemias desatadas. Entonces el alcalde debe asumirse como un administrador sin recursos que no va a poder comprar vacunas, por ejemplo, pero sí puede conectarse con la sociedad civil y, también, con las ciudades hermanas”, que nacieron como gesto simbólico pero ahora debe considerarse como un apoyo internacional real.
Celia Herrera desliza las posibilidades de acuerdos con la empresa privada y la banca internacional para obtener recursos financieros.
“Los tiempos que vivimos son muy complejos y exigen conocimiento y ejercicio políticos, no sólo gerenciales; quien no entienda la dimensión social, económica y cultural de esta crisis no puede manejarla buscando simplemente balancear un presupuesto o comprar patrullas o cambiarle el uniforme a los policías. Los municipios ‘a lo Irene’ son, como muchas otras cosas, cosas del pasado”, concluye Enrique Larrañaga.
LO QUE SE PUEDE HACER
Érika Farías en Libertador. José Vicente Rangel Ávalos en Sucre. Gustavo Duque en Chacao. Darwin González en Baruta. Elías Sayegh en El Hatillo. Los ganadores de las elecciones de alcaldes del 10 de diciembre tienen competencias puntales, establecidas en el artículo 88 de la Ley Orgánica del Poder Público Municipal. Celia Herrera los invita a leer con cuidado los 24 numerales.
Pero Enrique Larrañaga va más allá. “La respuesta fácil sería lo que establece la ley, pero para eso tendría que tener vigencia la ley. La respuesta compleja puede ser lo que sepa articular entre los distintos actores que participan del ámbito municipal. Las subdivisiones político-administrativas de los municipios no corresponden a la vivencia real de cualquiera de nosotros viviendo la ciudad y quien no entienda esto no entiende la realidad. Habrá que identificar las posibilidades de hacer lo que, sin contravenir la ley, no está tan explícitamente dicho en el librito”.
De Viana pide priorizar lo social y lo urgente. “Si tienes una escuela, es mejor que consigas el desayuno y el almuerzo de los niños porque eso sí va a tener un impacto”. También, buscar hacer más por menos enlazando a la sociedad, “a través de mercados, facilitando los intercambios, ayudando en el tema de acceso a alimentos con productores que vendan a la comunidad. Hay una oportunidad enorme para que las alcaldías sean vínculos de solidaridad local y organizada, por ejemplo para que ningún niño del municipio muera de desnutrición porque cuando un chamo se muere por eso fracasaron todos, desde el gobierno nacional hasta sus propios vecinos”.
No toda la responsabilidad de la vida urbana está en el despacho del alcalde. Larrañaga condena que los municipios tengan que “mendigar” sus presupuestos “o depender de ‘caerle bien’ al gobierno central para obtener de éste algún favorcito con una obra de tres lochas”. Pero también apunta la irresponsabilidad ciudadana de “hacernos los locos persistentemente con el pago de los impuestos municipales y así alimentar un inescapable círculo viciosos: no pago impuestos porque el municipio no hace nada, pero el municipio no puede hacer nada porque no tiene dinero pues sus habitantes no pagan impuestos”.
El académico dice que a pesar de la precariedad económica, toca ponerse aún más creativos de lo que suele ser indispensable. “Seguimos teniendo brisas para generar energía, adelantos técnicos para facilitar el reciclaje y disminuir la acumulación de residuos sólidos y, sobre todo, el potencial intelectual de muchos profesionales y estudiantes en las universidades que también hay que buscar y saber integrar a este juego que por complicado no puede justificar que nos rindamos”.
LA IMPORTANCIA DE COORDINAR
Para el 10 de diciembre, el Consejo Nacional Electoral violó la ley, o al menos la ignoró, al no convocar las elecciones para concejos municipales ni para las Alcaldías Metropolitanas, como la de Caracas. El rompecabezas de la administración municipal establecido en la Constitución aún vigente queda, por tanto, vulnerado.
“Es extremadamente grave pues la Alcaldía Metropolitana está encargada de gerenciar las coordinaciones tanto entre las alcaldías como con instancias de escala nacional, como electricidad, agua, teléfonos, telecomunicaciones”, dice Enrique Larrañaga.
Celia Herrera cuestiona que se sigue viendo la ciudad como parcelas, según municipios, “cuando en realidad ya tenemos megalópolis. Es el caso de la Región Metropolitana de Caracas, de la que forman hoy parte 17 municipios”, dice al sumar los “satélites” que están conectados con la capital.
Por eso, Larrañaga puntualiza que “quizá el principal reto de la alcaldías sea entender que la subdivisión político-administrativa del poder y los territorios no es para hacer un ‘minestrone’ de principados autónomos y sordos de lo que les pasa al lado, sino para alimentar la diversidad de un concierto que exige de todos capacidad de entender que o nos ponemos de acuerdo en lo fundamental y trabajamos en conjunto o el caos del que nos quejamos todos los días se irá profundizando hasta hacerse incontrolable”.
¿CUÁL FUTURO?
Con recursos limitados, con atención en las prioridades y con una sociedad reducida a lo más básico de la supervivencia, cuesta pensar que las ciudades como Caracas y otras puedan pensar en futuro, desarrollo, innovación, crecimiento.
“El futuro alcanza por igual a quien piense en él y a quien no lo haga, así que más vale interesarse en él, asumirlo, meditarlo, prepararse y anticiparse que resignarse a que te coja el toro, porque ése viene”, dice Enrique Larrañaga. “Es necesario pensar en grande y trabajar en ello. Casi el 90% de la infraestructura de servicio y grandes obras de las que hoy aún disfrutamos, fueron construidas en los 40 años que precedieron al actual gobierno. Tenemos el deber de construir la ciudad progresista que le vamos a legar a las generaciones del futuro en Venezuela”, suma Celia Herrera.
Marino González habla menos desde el voluntarismo y advierte que, aunque la brecha entre el desarrollo regional y las ciudades venezolanas aumenta, se puede aprender del caso peruano. “El foso de la hiperinflación les permitió crear un espacio para crecer. Pero eso supone anunciarle al país un consenso sobre un programa de estabilización para un sociedad en destrucción”.
José María de Viana cree que las ciudades están “en modo defensa” y que idear un futuro pasa por “tener una gestión para que no avance la desesperanza” ante las penurias que se seguirán profundizando hasta que llegue un cambio político. “Eso es necesario y prioritario, porque yo no tengo ninguna esperanza de que se reduzcan los botes de agua en Caracas”.
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