Los paraguas del centro y el espacio público, por Ariadna García
@Ariadnalimon
«Imbéciles, ignorantes, cómplices, faranduleros», son algunos de los calificativos que se expulsan desde hace varios días contra las personas que fueron a conocer una nueva instalación de paraguas de colores, conocida también como Umbrella Sky Project, ubicada en el Pasaje Linares del centro de Caracas. La pieza es obra del Gobierno del Distrito Capital y del Plan Juntos Todo Es Posible. El montaje ha generado un clima de rechazo, debido a la crisis humanitaria, económica y social que atraviesa el país, sin embargo, la mayoría de las críticas van contra el ciudadano y no hacia quienes lo idearon.
Una mañana pasaba por el lugar y un niño que iba de la mano de su madre se quedó mirando los paraguas con atención, daba un paso pero sus ojos seguían allí anclados. Algunos se detienen y toman fotos, curiosean, se sorprenden. En los días de Semana Santa el espacio tuvo mayor atención, los feligreses se paraban allí y lo hicieron parte del recorrido religioso. Organizaciones civiles que hacen paseos por Caracas también lo incluyeron en la ruta.
Para una gran mayoría quienes van son: «imbéciles, ignorantes, cómplices, faranduleros». Sobre esto me hago una pregunta, un ejercicio la verdad ¿Qué debe hacer un padre cada vez que un niño que pasa por allí es atrapado por los colores? ¿Lo tiempla de un brazo? Le dice: «fulanito no mires, corre, eso lo puso Carolina Cestari, así que es horrible, nos hace cómplices. ¡No veas, no veas!», ¿Es eso lo que desean quienes hacen estos juicios?
Otros se convencen de que unos paraguas pueden ocultar, el hambre, la miseria, el fuego, la corrupción. Si existe un venezolano que crea que una instalación de este tipo puede tapar 3.700.000 personas desnutridas y casi 5.000.000 de migrantes, entonces está bien que algunos en el resto del mundo piensen que aquí se respetan los DDHH, si algo como eso es capaz de minimizar tanto sufrimiento, tanta verdad, como que Venezuela entera se quedó sin luz el 7 de marzo por casi 100 horas, entonces quienes pusieron las sombrillas lograron su objetivo.
La interacción con el espacio público no viene dada por los gustos ideológicos, religiosos, estéticos, políticos, etc., es el simple uso que el individuo le da al espacio. Las personas no son indiferentes a lo que les rodea, es imposible, siempre habrá una respuesta, un comportamiento y de nuevo: un uso. La gente necesita de esos espacios, la gente necesita maravillarse con algo, la gente necesita algo de color porque sin esos minutos de esparcimiento, sin esos segundos, estoy convencida de que la salud mental de los venezolanos terminaría de quebrarse. La gente urge cinco minutos de eso que usted desprecia y los demanda porque las 23 horas con 55 minutos restantes estará enfrentado a la falta de agua, de luz, de gas, al salario que no alcanza, a la comida que ya no le queda, al Losartán que se le acabó a la mamá, al primo que le mataron en el barrio. A una realidad que lo persigue a donde vaya y que es imposible de esquivar.
La gente tiene derecho a ir a cualquier lugar a tomar la foto que quiera, a elegir el espacio que quiera, cuantas veces quiera. Pareciera que en Venezuela la gente también lleva con gusto a su pequeño dictador, en ese sentido, planea imponer dónde, cómo y qué hacen las personas, se les juzga por ir a la playa, se les juzga por ir a un juego de béisbol, se les juzga por todo, convencidos de que su punto de vista es absoluto y es el mejor.
El politólogo y cofundador de Una Sampablera por Caracas Nelson Luis de Freitas cuenta en entrevista para este artículo que luego de compartir una fotografía de los paraguas, en las redes sociales de la iniciativa que promueven de conocer la ciudad en bici, la gente los cundió de preguntas interesadas en la dirección del Umbrella Sky Project. “’Cómo hago para llegar allá, dónde puedo dejar mi carro’”, fueron algunas de las inquietudes que les transmitieron.
“A nosotros que somos grupos que tratan de reivindicar los espacios públicos, nos llena de regocijo porque las personas se han interesado por el centro, por conocerlo. Esto busca atraer al ciudadano. Lo bueno es que la gente termina conociendo el caso histórico y redescubriendo otros espacios que hay cercanos”, expresa de Freitas.
Por otro lado menciona el montaje del artista Francisco Bassim, quien ha plasmado la dura imagen de personas que se alimentan de la basura y de la caja CLAP. “Está justificado que como ciudadano exijamos a cualquier autoridad pública que se está haciendo, por qué se está haciendo y cómo se está haciendo, con qué recursos se financia, esto es un principio básico de transparencia que está contemplado en la Constitución, es justificable que se le pida explicación de los fondos a la Alcaldía, no es justificable que se ataquen a quienes van, pero sí que se justifiquen los recursos. En países de Europa por ejemplo se informa en una cartelera pública de dónde salen los recursos”, agrega el experto.
Asimismo, sostiene que en Venezuela existe un clima altísimo de polarización donde incluso se hace un ataque frontal a quienes van al centro de Caracas, zona donde se concentran la mayoría de las sedes de instituciones públicas, como el Palacio Federal legislativo, Ministerio Público, etc.
“Celebramos como grupo esta actividad y ojalá que se mantenga y no sea una política para el click, para la foto de la inauguración, que no dure un mes, sino que se haga mantenimiento y también se justifique su financiamiento, cualquier crítica es bienvenida a cualquier autoridad pública”, reitera.
A juicio del fundador de Una Sampablera por Caracas conocer espacios públicos nutre a la población. “Te enriquece, te saca de ese simplismo, de ese miedo de esa obsesión por el temor a la ciudad. El espacio público te hace ver lo verde, el grafiti, la variedad de actividades. Eso te nutre culturalmente, cuando una ciudad no tiene espacios públicos se empobrece”.
Algunos fotógrafos también se acercaron a capturar distintas imágenes. El fotógrafo es un cazador de espacios donde se encuentre la belleza. Esa belleza es fundamental para vivir y para transitar en un país como Venezuela, donde la realidad te quiebra cada día y donde, como dije antes, te persigue a todas partes. Mitigar la rabia es necesario, orientar el reclamo hacia quienes oprimen también, dejar de odiar a tu igual aún más.