Los peones, por Lidis Méndez
Twitter e Instagram: @lidismendezm
Finaliza un año más y gran parte de la sociedad continúa sin descifrar el juego de los poderosos, que a pesar de los pronósticos de analistas, mandatarios y videntes, siguen ejerciendo su voluntad sobre los venezolanos al margen de toda legalidad y humanidad. Quizás, lo que la mayoría sí ha comprendido, es que el juego político tiene el potencial de destruir o mejorar la vida de millones de personas.
El momento ideal o la jugada perfecta para generar un cambio favorable en los peones en el tablero (la gente común) está más lejos de suceder de lo que se imaginan, pues dentro de la estrategia de la miseria, solo los dictadores, radicales e idealistas, entienden cómo deben jugar; es decir, a espaldas de los peones se diseñan o se siguen las pautas del juego para garantizar la cuota de poder, influencia o injerencia que han capitalizado a lo largo de 20 años.
¿Qué preso común puede fugarse, atravesar un país, subir en un avión y llegar a otro Continente? Ninguno. ¿Qué figura política –del régimen u oposición– carga a cuestas una bombona de gas, anda a pie, sin celular o carga un tobo de agua? Ninguna. Resulta obvio que el ciudadano común juega al sacrificio dentro del tablero.
Estos odiosos artículos tienen la intención de contribuir en alguna medida al despertar de la conciencia política de los venezolanos, mientras que a la vez dreno mi música interior. El desgaste emocional de todos se evidenciará en un mes y al margen de los resultados que se obtengan entre elecciones y consultas. En enero de 2021 la realidad de los peones no habrá cambiado en lo más mínimo.
Dos décadas de propaganda, planes, proyectos, salidas milagrosas o legítimas han castrado el sentido común de las personas, induciéndolas a esperar algún resultado colectivo producto de los planes o ideas maravillosas que los políticos dicen tener, para resarcir a los peones el daño que ellos mismos le infligen.
La política en nuestro país es un círculo vicioso e infectado, donde la única solución real para los peones es rehabilitarse e inmunizarse cívica y moralmente, cosa que el sistema menosprecia bastante, ya que es justo allí y solo allí, donde se encuentra algo de valor y sentido dentro del juego.
*Lea también: El relato, por Bernardino Herrera León
Un retorno a la sensatez social inicia al entender, por ejemplo, que las leyes están concebidas para limitar las acciones en la búsqueda del poder, la riqueza o el uso de la violencia sobre nuestros semejantes; sin embargo, somos testigos y víctimas de leyes que convierten malas acciones en “buenas” políticas, como por ejemplo, la reciente Ley Antibloqueo o la Ley de Desarrollo del Arco Minero que mantienen en la palestra pública a los cogollos políticos, tanto dictatoriales como populistas.
Hay muchas vías y razones para obtener poder, pero solo unos pocos se lo toman en serio y llegan a él, pero las intenciones son las mismas: lograr que los peones hagan lo que ellos quieren o necesitan para alcanzar sus intereses, bien sea individuales o los de su grupo; es el ABC de la política. Sin embargo, la existencia es social, interdependiente y requiere de condiciones mínimas para que unos pocos gobiernen, y al decir pocos, no me refiero a uno, pues nadie gobierna en solitario.
El electorado, en general, es un peón con el poder para votar por aquellos que otros (los partidos) han elegido para gobernar, y claro, todos saben que este es el punto ciego del sistema, pero igual nos hacen jugar.
A los peones nos lleva tiempo entender que un gobierno (dictatorial o democrático) no puede funcionar sin fondos; en condiciones normales los peones sostienen el funcionamiento del sistema con su trabajo e impuestos, pero en condiciones de excepción, como la que actualmente tiene Venezuela con un Estado en quiebra, gobernado por un dictador, bloqueado internacionalmente y en aislamiento recurrente por la “pandemia”, los peones trabajan poco; por lo tanto, la corrupción y la delincuencia florecen como un hongo en todos los niveles de la sociedad.
Cuando les permitimos a los políticos servirse de las riquezas de un país o de préstamos de ayuda internacional, los peones dejamos de ser necesarios para mantenerlos en el poder, pues para permanecer allí no necesitan tanto de los votos porque pueden comprar las voluntades necesarias. Para los poderosos atornillados resulta estratégico, pero irrelevante, sacrificar a los peones en elecciones o consultas, porque ellos saben de antemano que mientras exista el caos y la decadencia, los millones de pobres que manipulan seguirán siendo más pobres y los pocos ricos que los sostienen seguirán siendo más ricos.
Es la realidad y así tenemos que comprenderla, desde Unidad Visión Venezuela estamos dispuestos a construir ciudadanía, a contribuir con opiniones que ayuden a fortalecer la moral y el civismo de los venezolanos en un clima de respeto, tolerancia y transparencia. Bien sea que decidamos participar en elecciones o consultas. Si no aprendemos a exigir cuentas claras y eficacia en el manejo de los recursos y planes los ciudadanos no seremos más que fichas sacrificables en el juego político, así como lo son los peones en el ajedrez.
Lidis Méndez es Politóloga. Secretaria de Organización en Unidad Visión Venezuela.
TalCual no se hace responsable por las opiniones emitidas por el autor de este artículo