Los políticos mudos, aunque hablen, por Ángel Monagas
Twitter e Instagram: @AngelMonagas
Los actuales líderes temen a los jóvenes aunque trabajen para ellos.
Si hablamos de manera amplia, podemos constatar que los responsables de las crisis de los venezolanos, no solo son los chavistas. Son muchos. Todos aquellos que se han enquistado detrás del poder político, no para servir sino para ser servidos.
Lógicamente en razón del tiempo, los chavistas son más responsables pero en paralelo por el mismo número de años, todos aquellos que en lugar de usar sus trincheras para avanzar en la guerra por un mejor país, las han usado para esconderse, para hacerse cómplices con sus errores y acciones.
Hoy escuchamos las ofertas electorales de los candidatos. De todos. Y el 90% de esos ofrecimientos son utilizados como medio, como trampa “caza-bobos”. En el fondo ellos no saben que van a hacer y si lo saben no lo harán. La primera prioridad de muchos es otra, de carácter pecuniario.
Lo más grave: la desconexión con las nuevas mayorías. Ninguna de las campañas se acerca a sus intereses. Es el mismo estilo empleado desde los años 60 y ¿es que la gente, la juventud, no cambió?
Aun viendo a los electores como presa, debieran seguir bien sus huellas y si es posible ir adelante de su paso, de su ruta.
Los millennials (más o menos entre los 20 y los 40 años) viven pegados a Instagram, a Tik Tok. Ellos como toda generación viven un proceso. Los cambios tecnológicos de las nuevas formas de comunicación los afectan. Compiten con la generación Z, solo que estos son más privados, más discretos y de alguna manera se la han ideado para comandar, para fijar caminos y gustos.
Estas generaciones no escriben señores políticos. Se expresan sí. Hablan un lenguaje no gramatical, con una semántica distinta. Un conjunto de símbolos los puede hacer llorar y quizá la canción desesperada de Neruda, nada les despierte.
Los millennials no quieren perder su dominio a la hora de fijar la moda.
A medida que los cambios generacionales tienden a ocurrir, hay una nueva generación que determina las normas y estilos. No tienen reparo en cuestionar no solo el uso de símbolos, sino todas las formas anticuadas de las personas un poco mayores, desde sus puntos de vista sobre la política hasta su obsesión por el trabajo. Ellos gustan de dormir hasta tarde.
Jóvenes reclaman un tiempo libre remunerado para lidiar con la ansiedad o los problemas menstruales. La generación Z se molesta cuando sus padres la obligan a arreglar el cuarto en la mañana, si lo puede hacer en la tarde, ¿Por qué debo hacerlo en este preciso momento?
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Probablemente se muestran fríos ante una protesta reclamando derechos humanos, no así si hay una protesta por el derecho a reclamar la autodeterminación sexual, el corte de cabello, uso de tatuajes, etc. Una mueca, un gesto es la mejor manera de dar los buenos días.
Lo que sucedió en el pasado, ellos no lo vivieron y por lo tanto no requiere de su interés.
Estos jóvenes tienen su propia agenda.
Les preocupa no tener empleo. Los millennials prefieren anunciarlo. La generación Z se adapta más rápido. Los primeros son de oficina o espacios para socializar. Los segundos son felices con el trabajo virtual, a distancia.
Esta fricción generacional es interesante.
Las generaciones mayores, somos extraterrestres para ellos. Estamos acostumbrados a las formas, ellos a romperlas.
El futuro es incierto. Son una computadora de siglos avanzados. Basta escuchar sus conversaciones para sentir la distancia.
Pocos candidatos han entendido este problema. Los consultores políticos en aras del tiempo prefieren trabajar con las generaciones de los 60 y de los 70, que aún existen, opinan y tienen más o menos el control.
Venezuela aunque el proceso es más lento en razón de la poca tecnología a la cual tienen acceso, también se observa.
La música de los jingles políticos no está ni cerca de sus gustos. Los millennials con tal de divertirse igual bailan y se alegran con lo que les pongan. La Generación Z es más selecta. Es más exigente.
Este desfase debe ser valorado a futuro por los que pretenden liderar el país. Ellos no pueden defender la Venezuela que no conocieron. Los comunistas saben eso y lo entienden. Le sacan provecho.
Hay temas agotados. La forma de expresión debe variar y adaptarse a todos los segmentos. El juvenil es el más abundante y sería peligroso su ausencia en el proceso que se avecina.
Muchos políticos siguen creyendo que el país es el mismo y no me refiero al aspecto físico.
Tener diez mil spots publicitarios en televisión, en vallas y hasta en las propias redes, no los hace aparecer.
Las nuevas generaciones superaron los daños del populismo tradicional, ese que todavía muchos políticos practican.
Las plataformas electorales están basadas en ofrecer lo que no pueden solucionar. Los candidatos no padecen el problema de gasolina, ni el eléctrico ni el de agua. Ya tienen sus vacaciones decembrinas pagadas en Estados Unidos o en Europa. El resto debe mirar la Margarita actual o los peligrosos cayos de Morrocoy. El “pelao” se conformará si tiene gasolina, con ir a La Puerta, a la Colonia Tovar o bajar el domingo a La Guaira.
Políticos que hablan y hablan y siguen ausentes…las grandes mayorías no los oyen. Los pobres son amables y los reciben. A todo el que llega lo abrazan, lo besan, es tanta la necesidad que reciben todo lo que les dan y a muchos les hablan en el oído para quitarle efectivo y en dólares por favor. En nuestros barrios saben que al subir a sus vehículos, se bañarán de antiséptico gel y se cambiarán la ropa. Por eso, la inexistente clase media no le abre las puertas y los escasísimos ricos, ni los miran…