Los que no ven ni admiten que estamos en dictadura, por Beltrán Vallejo
Venezuela ha cambiado, pero ha sido de peor a terrible; los venezolanos han sufrido cambios muy nocivos hasta en la manera de socializarse.
En lo que respecta al ámbito de la lucha política, definitivamente hay una dirigencia del sector opositor a la tiranía de Nicolás Maduro que pareciera no estar consciente de esos cambios, o no sabe qué hacer con las nuevas realidades que afectan dicho combate. Se trata de una dirigencia política desfasada y que no toca tierra, y que habla planteando cosas, formulando procederes, exponiendo conceptos políticos con un enfoque convencional, tradicional, anacrónico, y sobre todo bien distanciado de las tan angustiantes realidades.
Por ejemplo, el enfoque estrictamente electoralista del quehacer político es algo tan fuera de lugar y tan desdibujado en la realidad imperante, como lo son también las tesis invasionistas, putchistas, vanguardistas y demás fantasías de los que en todo este tiempo le han prendido velas a los infantes de marina desembarcando en algún lugar de las costas venezolanas.
Y en medio de esas fantasías, hasta se han sembrado dilemas chantajistas cómo el de “votar o no votar”, o el de “la única arma que tenemos es el voto”, o el de “dictadura no sale con votos sino con balas”, y otras tropelías simplonas que significan eso: chantajes deterministas, desubicados todos de una realidad que obliga a recrear la lucha política, a recrear a las organizaciones políticas y sociales que luchan contra la tiranía y a recrear el liderazgo, porque por el bien de Venezuela no se puede seguir con tanta ceguera, con tanta inmadurez y con tanto mirarse el ombligo.
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Por ejemplo: hay políticos que no se han “enterado” de que el país está sometido a un tipo de neodictadura con aspiraciones neototalitarias, y con vínculos geopolíticos con sistemas imperialistas antidemocráticos cuyo epicentro es Moscú, y con otras derivaciones que provienen de Beijing o de Ankara, pero especialmente con vínculos con el neodictador Vladimir Putin. Hay un liderazgo, no digamos que estamos hablando de importantes sectores de la población porque en ellos es lógico el desconocimiento, que no se ha percatado de eso y pretende seguir haciendo política como si estuviéramos en la Venezuela del siglo XX; no se han percatado de que esa Venezuela no existe, y punto, y andan todavía pensando en una política de salón y de tipo convencional, y algunos de mero márquetin, y algunos arrinconados en conciliábulos, y algunos creyendo que existe algo referido a una realidad democrática. No se han enterado esos señores y señoras ni de la represión, ni de la censura, ni de los muertos, ni de los presos y torturados, ni de las instituciones dictatoriales como el TSJ, CNE, Fiscalía, Contraloría, entre otros; ni se han enterado de una oprobiosa legislación dictatorial, tal como esas cosas que llaman “ley contra el odio” o “ley contra el terrorismo”.
Por supuesto, esos dirigentes no quieren saber nada del componente mafioso que posee el poder centralizado en Miraflores y en las Fuerzas armadas. A veces pareciera que esos dirigentes quieren impulsar el juego político teniendo al frente a las “Carmelitas descalzas” o a un grupo de Boy Scouts.
Ante esta ceguera de algunos líderes, se hace necesario que una mayoría consciente de la complejidad dictatorial que vivimos los desplace de las organizaciones políticas que estén por ahí en condición de sobrevivientes, y así reinventar la política en correspondencia con los requerimientos de un país bajo pandemia de covid 19 y bajo epidemia dictatorial.
¡O se quitan las lagañas de los ojos o se van porque estorban!
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