Los significados de la excarcelación de Juan Requesens
El jueves 27 de agosto Henrique Capriles visitó al diputado Juan Requesens en El Helicoide, donde permanecía preso desde hace dos años de manera arbitraria e ilegal. Nos cuentan distintas fuentes que la cita fue para anunciarle que su salida del calabozo era inminente, y el «casa por cárcel» supuestamente en una primera etapa.
Es parte de los esfuerzos de un sector moderado de la oposición -que incluye también al diputado Stalin González y otros, con respaldo internacional- por abrir caminos políticos para salir del atolladero nacional. Y también, es uno de los movimientos en un complejo ajedrez político que se mueve por estos días.
La salida de Requesens del calabozo es consecuencia de unas conversaciones que incluyen la exigencia de excarcelar a supuestamente un centenar de presos políticos de toda índole, comenzando por los más emblemáticos. Es una lista larga, que aprovecha el momento político actual: el escenario preelectoral y el interés del poder por evitar que el 6D termine siendo una ópera tan bufa como 2018.
Henrique Capriles ha evitado retratarse con la postura de no participar en la farsa electoral convocada para el 6 de diciembre. Lo hizo al no incluir a La Fuerza del Cambio, una plataforma sobre la que tiene incidencia -por decir lo menos- entre los firmantes del comunicado en el que 27 partidos políticos anunciaban postura conjunta de abstenerse electoralmente ese día. Luego, emitió un comunicado fijando su posición propia.
Tras bastidores, el exgobernador, que permanece inhabilitado políticamente, se ha movido con otras tantas figuras opositoras para abrir la discusión sobre el qué hacer, para qué aprovechar el evento convocado para diciembre, a sabiendas que ni es una elección normal, ni es tan fácil como decir «si votamos ganamos».
Mensajes fueron y vinieron con el gobierno, al que también le interesa que más actores opositores se inscriban ante el CNE para tratar de darle legitimidad a la pantomima. Y mejor aún si van todos divididos -la «mesita» separada en dos o tres grupos, los «alacranes», los de Capriles, la tarjeta Unión y Progreso, además de los disidentes en el PCV-, para garantizar que el PSUV además salga victorioso.
Entonces se permite la conversación, se extienden los plazos de inscripción de candidatos para dar más tiempo a los resultados de negociaciones y Maduro dice en televisión que hay que cumplir la ley electoral y no hacer campaña en actos oficiales (aunque igual suelte que «esto es en vivo y pasan cosas inevitables»). Y ahora se excarcela a Requesens. Pequeñas señales.
Nos cuentan que pudieran venir más anuncios, no solo de excarcelaciones sino de medidas aparentemente no relacionadas ni con lo político ni con lo electoral. Pero que atenderán exigencias hechas desde otras latitudes.
De lograrse estas y otras decisiones por parte del régimen, en cuestión de semanas -muchas o pocas- se habrá logrado más que en más de un año que tiene activa la Mesa de Diálogo Nacional (MDN), que comenzó a operar a la sombra alrededor de abril de 2019, según han admitido varios de sus integrantes.
La «mesita» nació con sus participantes afirmando que habría liberaciones de presos políticos «emblemáticos». Repetidas veces añadieron el «en las próximas horas» a la frase. Y una y otra vez los burlaron. Requesens y Roberto Marrero son evidencia de ello. Gilber Caro y Renzo Prieto aún más, pues fueron encarcelados con la «mesita» en pleno funcionamiento. Pero quizá el caso emblemático es Rubén González, a cuyos familiares le han prometido liberarlo desde diciembre 2019 y sigue preso. Los propios integrantes de la MDN lo anunciaron varias veces.
Una diferencia pudiera estar clara. Quienes están adelantando estas nuevas negociaciones con el chavismo gobernante pueden decir «entonces no participo» o «entonces no pasa» equis cosa o, finalmente, «se suspende esto y me paro… peor pa’ ti». En contraste, y por lo que sabemos, en la mesita lo que hay es una total disposición a permanecer en ella pase lo que pase.
Luego de año y medio de funcionamiento de la MDN estamos frente a un proceso electoral que sigue teniendo presos políticos, inhabilitados por montón, numerosos perseguidos, partidos políticos robados, cambios en las reglas electorales a destiempo e inconstitucionales, y hasta una Asamblea Nacional paralela producto del impulso que el PSUV le dio a Luis Parra cuando volvió al hemiciclo (uno de los supuestos «logros» de la mesita). Hay quien diría, claro, que pudiera ser peor. Y no estaría errado.
No sabemos si estas nuevas negociaciones, con otros actores, llegarán a mejor puerto. Sí sabemos que el chavismo buscará torpedearlas pues está en su naturaleza, como aquella fábula del escorpión y el sapo. Ojalá los resultados sean mejores, que no sean a medias (Requesens aún no está en libertad) y que se inicie un camino para salir del desastre, convocando cada vez a más sectores y con garantes que puedan exigir cuentas de cumplimiento en lo pactado.