Los tiempos cambian, por Teodoro Petkoff
Hace algunos años, en pleno fragor de la guerra civil nicaragüense, el escritor mexicano Carlos Fuentes, en un texto memorable, una suerte de “carta” a los norteamericanos, advertía (la cita no es textual): “Negocien hoy con la pequeña Nicaragua, porque dentro de poco tendrán que hacerlo con el gran Brasil”. Lúcida premonición. Ayer Condoleezza Rice pasó por Brasilia y tal como pocos días antes Donald Rumsfeld, encontró un Brasil que no sólo mantiene sus divergencias con el concepto norteamericano sobre el ALCAsino que no manifiesta ninguna disposición a suscribir la política de Washington hacia el gobierno de Chávez. En Chile, seguramente oirá Rice el mismo señalamiento que hace pocos días su contraparte austral hiciera al Departamento de Estado: “No hay que mirar a Venezuela en blanco y negro”. En definitiva, los tiempos han cambiado en América Latina y el Caribe y de la antigua obsecuencia que hacía de la OEAuna extensión del Departamento de Estado no queda ya mucho. Tal como apuntaba ayer nuestro analista internacional Oswaldo Barreto, la época en que los titulares del Departamento de Estado se paseaban por el continente “tirando la línea” a seguir, quedó atrás.
Es visible que se está dando un replanteamiento en las relaciones entre el Norte y el Sur del continente, del cual, por cierto, no es exactamente Chávez el paradigma. La estridencia de éste desentona en un cuadro donde los gobiernos progresistas del área comprenden que con el poderoso vecino existen discrepancias importantes e inevitables pero deben ser procesadas a partir de un criterio realista: es imposible no convivir con tamaña potencia, con la cual compartimos el mismo hemisferio. Así, Brasil puede perfectamente encabezar la lucha, tanto en la región como en el plano mundial de la OMC, contra la versión gringa del ALCA, oponiéndose con vigor a que el acuerdo esté regido por la ley del embudo, con lo ancho para el Norte, pero sin rechazar la pertinencia de una forma de acuerdo con tal que no sea asimétrico. Chile, en medio de la discusión para un tratado de libre comercio con EEUU, vota, sin embargo, en el Consejo de Seguridad contra la invasión a Irak. Argentina reorganiza soberanamente su gigantesca deuda externa sin pasar por las horcas caudinas del FMI.
La elección del Secretario General de la OEA constituye otra buena muestra de los vientos que soplan. Por primera vez en la historia del organismo no ha sido en Washington donde, sin aviso ni protesto, se ha decidido quien debe ocupar el cargo. De hecho, José Miguel Insulza, socialista chileno, quien, no obstante, no es un profesional del odio a los yanquis, corresponde perfectamente al espíritu de los tiempos. La tentativa norteamericana de colocar su enorme peso al lado del ex presidente salvadoreño, Francisco Flores, fracasó. Por primera vez el dedo atómico de Washington se estrelló contra una nueva voluntad de procurar equidad en las relaciones interamericanas. De hecho, la propia candidatura del mexicano Luis Ernesto Derbez, surgió, más que para oponerse a Insulza, como una opción alterna al candidato de Washington. Times are changin’, los tiempos están cambiando, cantaba Dylan Thomas allá por los 60. Parece que sí •