Los tres golpes, por Teodoro Petkoff
Se equivoca en su cálculo el que inventó eso del “golpe social”. Porque no se trata de uno sino de tres los golpes sociales que están amenazando al gobierno. Los tres golpes de ley: desayuno, almuerzo y cena. La papa se está poniendo cada vez más precaria. Cada vez más cara y cada vez más escasa. Esos si son golpes de verdad. Golpes de gracia.
La comida está cada vez más cara. Es la inflación. Fue de 30% el año pasado. Ya este va por 11% y eso apunta a por lo menos 35% para diciembre. El control de precios no podrá impedir la escalada, porque ese control es meramente declarativo. Es sólo de papel. El gobierno no posee el aparato administrativo para efectuar la vigilancia de centeneres de miles de puestos de venta y los precios los está marcando el mercado negro del dólar. Mientras más se tranca Cadina más se expande el mercado negro. La tasa oficial de 1.600 es de risa, la verdadera anda por los 2.300. A este precio calculan los comerciantes. Esas son las armas para los tres golpes.
Además, si encima de esto la comida comienza a escasear, la cosa se pone peor.
La próxima manifestación bien podría ser de los portugueses de las panaderías.
¿Tendrán la mollera tan dura en Cadina que no entiendan que si los molinos de trigo no reciben los dólares, no hay trigo y si no hay trigo no hay harina y si no hay harina no hay pan? Todavía la escasez no es grave pero al paso que vamos, si no se abre la llave de los dólares, dentro de unas semanas el gobierno va a saber lo que son tres golpes juntos.
El desempleo abierto está aumentando por un camino impensable: los buhoneros están abandonando el negocio y alimentando las filas de los que no tienen ninguna clase de actividad remunerativa. Resulta que los buhoneros también trabajan con mercancía importada. De esa que se paga con dólares. Si no hay dólares pues se desmonta el tarantín. Unos meses más de sequía de divisas y ya Chávez no tendrá nada que reclamarle a Bernal: la ciudad habrá sido limpiada por Adina y el inefable capitán que nos atosiga con versículos bíblicos.
Sin embargo, el gobierno está tomando previsiones. Está criminalizando por anticipado la protesta que intuye. ¿Los panaderos protestan? ¡Golpistas! ¿Los trabajadores cesantes cogen la calle? ¡Golpistas! ¿Los pequeños empresarios se alebrestan? ¡Golpistas! ¿Los taxistas trancan el tráfico?
¡Golpistas! Cree que así puede intimidar los reclamos que prevé. Pero, yerra el tiro.
Los tres golpes no pueden ser reprimidos.
No hay policía ni cárceles ni tribunales para esos golpistas. Lo único que los puede contener es una política económica sensata. Y eso, por las muestras, parece más escaso que la comida.