Los tres tenores Editorial por Fernando Rodríguez
El canciller Maduro, en un desplante que ni su Señor, acaba de decirle a los gringos que no tienen otra opción que entregar al exmagistrado Aponte Aponte, cumplir con la extradición solicitada por Venezuela de esa máxima figura de la justicia penal de la patria bolivariana, Cid Campeador de las grandes causas de la revolución en el Tribunal Supremo y exfiscal de nuestras gloriosas fuerzas armadas, un egregio camarada bolchevique pues.
Maduro, ni que fueran pendejos para soltar graciosamente ese regalo del destino que está vomitando todas las miserias de la justicia nacional y sobre la afición de una nutrida parte del gobierno por el lucrativo negocio del narcotráfico, entre otras cosas sus propios horripilantes pecados de sicario judicial del régimen y amigo y socio de delincuentes de tronío.
Porque, si a ver vamos, o Aponte está diciendo verdades y por ende sería inhumano, por malvados que sean los gringos, que lo entregaran a la espantosa justicia que relata, de la cual era verdugo y ahora sería víctima.
E idiota políticamente desaprovechar el suculento material que transpira el jurisconsulto, tan eficaz para atacar a un gobierno que les dice a cada rato cosas muy antipáticas. O, todo es posible, se trataría de solemnes mentiras, incluso sobre sí mismo, lo cual lo haría un hablador de pistoladas, inofensivo como tantos enemigos parlanchines de la revolución bonita que pululan por aquellos lados del Norte. Esto haría bastante innecesario y destemplado el audaz ultimátum del canciller a la robusta potencia. Es de recomendarle al diplomático a la carrera que nos parece un poco más prudente, sobre todo ahora cuando hasta se le nombra entre los posibles herederos, que guarde un recatado silencio sobre el asunto, digamos que a la manera de Morales Lamuño, la fiscala, la defensora del pueblo (ésta, de suyo, de tenue existencia) y otros muchos avispados.
Porque la verdad es que ese asunto sigue vivito y coleando y preñado de futuro. Ya lo dijo el Departamento de Estado: se está procesando con rigor y severidad todo lo que dice el jurista, para luego proceder vaya a saber usted a qué exactamente. A lo mejor a los secuestros súbitos que dice Diosdado y quién sabe si hasta vainas bastante peores. Incluso se diría que el asunto ha empeorado con la colaboración del otro magistrado, igualmente conocedor profundo de los bajos fondos del alto gobierno y que dijo barbaridades del tamaño de que José Vicente es la Blancanieves de los enanos judiciales. Y ayer no más se recalentó con algo verdaderamente inesperado.
Makled, que se ha puesto a hablar, de repente, cuando todo el mundo lo suponía domesticado, negociado. Magistrados y funcionarios utilizaban su avión y más tardecita se sabrán sus nombres. O que García Carneiro es coautor del famoso carnet. O el hermanito que dice haber visto al ya omnipresente general Alcalá Cordones, sembrador del alijo en la hacienda familiar, abrazado con uno de los fiscales que llevan adelante el juicio contra el clan. Si es así ya la mesa tiene tres patas, consistentes. Y Aponte sigue volando como un misil rumbo al corazón de la quinta república.
Deja un comentario