Los venezolanos volvieron a sufrir los estragos del temido apagón del 7 de marzo
Establecimientos tenían sus santamarías cerradas, incluso aquellos que expenden productos de primera necesidad, como farmacias y abastos
La Gran Caracas es un caos. Desde tempranas horas de la mañana, el servicio eléctrico seguía sin ser restituido en varias zonas de la ciudad capital, que llevaban más de 18 horas sin luz desde el apagón nacional de este lunes 25 de marzo luego de la 1:00 pm. Por segundo día consecutivo, los venezolanos volvieron a sufrir las consecuencias del temido apagón del 7 de marzo: caída de la señal móvil de empresas de telecomunicaciones y de los puntos de venta, interrupción de actividades laborales y escolares, eventual cierre de comercios y suspensión de los servicios del Metro de Caracas y de algunas gasolineras.
En Colinas de Bello Monte, algunos establecimientos tenían sus santamarías cerradas, como peluquerías, pastelerías, tiendas de repuestos automotrices, cristalerías, lavanderías automáticas e incluso aquellos que expenden productos de primera necesidad, como farmacias y abastos.
A pesar de que cerca de las 11:00 am el servicio eléctrico había sido restablecido en la zona, los negocios abiertos, como una panadería, solamente aceptaban efectivo, pues los puntos de venta no estaban funcionando. El trabajador de un comercio de materiales eléctricos dijo: «Qué se puede opinar, este país está mal. Ayer cuando se fue la luz no cerré porque quería esperar a ver si llegaba de nuevo».
Cerca del mediodía había una larga cola de vehículos que se extendía por toda la avenida Miguel Ángel. Rodrigo y María López llevaban más de 40 minutos esperando para surtir de combustible el tanque de su camioneta en la estación de servicio. «Definitivamente esta situación tiene que cambiar ya. Nosotros vivimos en Valle Abajo, esta fue la primera bomba que encontramos abierta, porque muchas están cerradas. Nosotros no tenemos luz y tampoco agua porque el tanque de nuestro edificio funciona con energía, y además vivimos en el piso 11», señaló él.
En esa gasolinera en Bello Monte terminaba otra cola de automóviles para llenar el tanque en una bomba situada en Las Mercedes. Eran más de 60 carros, que parecían aparcados al borde de la acera y que congestionaban el paso de los demás vehículos. «Llevo más de una hora esperando», dijo uno de los conductores que estaba cerca de la estación de servicio, la cual era controlada por funcionarios de la Guardia Nacional y de la Policía de Baruta.
Frente a la Universidad Bolivariana de Venezuela también había una larga cola de automóviles que esperaban por llegar a la estación de servicio. Una trabajadora de la gasolinera dijo que aproximadamente a las 11:00 am encendieron una planta eléctrica para prestar el servicio.
Santa Mónica, al igual que Los Chaguaramos, estaba prácticamente desolada de carros y de peatones. Bancos, restaurantes, supermercados, autolavados, abastos y panaderías no abrieron sus puertas, ni siquiera el Centro Comercial Los Próceres, conocido como el Ipsfa.
Un Farmatodo, ubicado en la zona, tenía sus puertas cerradas y los trabajadores atendían por una ventanilla. Solamente aceptaban efectivo, un problema para muchos consumidores que no cuentan con billetes suficientes para adquirir por lo menos un solo producto. «Nosotros veníamos a comprar, pero no tenemos casi efectivo», dijo una mujer de la tercera edad, que prefirió no identificarse, cuando se devolvía al vehículo sin nada en sus manos.
Josefina Cedeño, consumidora, se acercó a la ventanilla de la farmacia porque necesitaba comprar simplemente una pasta dental, ya que en su casa no queda ni una. Como varias personas, tuvo que devolverse por la falta de dinero en efectivo.
Antes de subirse a la moto donde la esperaba su compañero, señaló que cerca de las 5:00 am del día de hoy el servicio eléctrico fue restituido en su casa, pero solamente por 45 minutos. «Nosotros estuvimos 16 días sin agua por el apagón del 7 de marzo y nos la habían colocado antes de ayer, pero la luz se volvió a ir y ya nos quitaron el agua de nuevo», dijo Cedeño, quien reside en El Valle.
«Disculpa que me ponga así», dijo, llorando, «pero me da mucha impotencia y tristeza lo que está pasando en mi país. Prácticamente toda mi familia se fue, y mi madre murió recientemente. Yo quiero que Venezuela vuelva a ser la de antes, que uno vaya a un supermercado y compre las cantidades que quiera de los productos que queremos y necesitemos. Yo me pregunto si este gobierno quiere que nos acostumbremos a todo esto. Ellos están felices allá en Miraflores, con agua, luz y aire acondicionado», agregó.