Lucía Alegría: «El caos que alimenta mis canciones me atraviesa»
Lucía Alegría, presenta su álbum debut «Una fiesta al desorden», un trabajo que refleja cuatro años de experiencias personales y migraciones, plasmado en diez canciones que exploran la nostalgia, la rabia, la melancolía y la esperanza
Lucía Alegría, cantautora venezolana radicada en España, nos regaló una noche de confesiones íntimas y ritmos vibrantes en una entrevista exclusiva. Su álbum debut, «Una fiesta al desorden», es mucho más que un disco; es un viaje emocional a través de cuatro años de experiencias, migraciones y transformaciones personales, plasmado en diez canciones que se sienten en el pecho y se llevan en la piel.
Alegría, cuyo segundo nombre es, irónicamente, Alegría, nos revela que el título del disco refleja la naturaleza no lineal de su vida y sus emociones. «Nada nos pasa de forma lineal», afirma, «pero todo nos deja aprendizajes». El álbum es un espejo de ese desorden, un torbellino de nostalgia, rabia, tristeza, pero también de amor y alegría genuina. Las letras, casi todas en primera persona, son un reflejo honesto de su personalidad, con altibajos y matices que la hacen profundamente humana.
La vulnerabilidad es el hilo conductor de Una fiesta al desorden. Alegría admite que sintió temor al mostrar tanto, especialmente con la canción «La trágica», la última del disco, que describe como una pieza extrema, incluso «brujesca», que le costó mucho compartir. Sin embargo, la experiencia resultó liberadora, y la canción se convirtió en su mayor éxito hasta la fecha. Este proceso la ha llevado a abrazar aún más la vulnerabilidad en su próximo disco, donde planea llevar este juego al extremo.
Las canciones de Alegría no solo son experiencias propias elevadas a la enésima potencia, sino también un reflejo de su formación como actriz. La teatralidad, la intensidad y la capacidad de conectar con las emociones son elementos clave en su música. La entrevista nos permite adentrarnos en la creación de cada canción, desde la inspiración hasta el proceso de producción. La canción «Olivia», dedicada a su gata fallecida, es un ejemplo de la intensidad emocional que la caracteriza, un dolor que plasmó en una canción de forma casi instantánea. «Vida», por otro lado, surge como una búsqueda de paz en un momento caótico, un mantra para aceptar la no linealidad de la vida.
La migración, los cambios geográficos y las experiencias emocionales son el caos fértil que alimenta su creatividad. Alegría, nacida en Nueva Esparta, Venezuela, ha vivido en Buenos Aires y ahora reside en España. Su voz literal nació en Buenos Aires, casi por casualidad, mientras estudiaba actuación. Sin embargo, su voz poética, su manera de escribir, permanece profundamente anclada en Venezuela, con una nostalgia melancólica que se entrelaza con la esperanza. La canción «La niña que nunca dejó esa playa» es un ejemplo perfecto de este orgullo y nostalgia por sus raíces margariteñas.
La producción del disco, en colaboración con el productor español George Tampico, fue un proceso de aprendizaje y crecimiento. Alegría destaca la importancia de soltar expectativas, aprender a identificar qué funciona y qué no en una canción, y confiar en su propio trabajo. La guitarra de Gonzalo Laceras, un maestro de la música, complementa su visión, traduciendo sus melodías intuitivas al lenguaje de la guitarra.
El álbum, lejos de ser un producto acabado, es una puerta abierta a un mundo por descubrir. «Una fiesta al desorden» es un reflejo de su personalidad, un viaje emocional que invita a la reflexión y a la conexión con la propia vulnerabilidad. La canción «Lo hecho está hecho», su último sencillo, representa una nueva etapa, una Lucía Alegría más segura y serena, pero sin dejar de lado la intensidad y la honestidad que la caracterizan.