Mad Max: Autopista Criolla, por Jorge Francisco Sambrano
@JorgeFSambrano
Nuestra imaginación ha tomado prestado el “DeLorean volador” y ha puesto sus pies en el futuro. Lo que se encontró no fue nada alentador. La descomposición general del país y la poca voluntad casi inexistente nos arrastraron a una distopía posible. Las cosas llegan por default. Lo que una vez vimos por TV. Un mundo post apocalíptico al estilo Mad Max es real. Veinticinco años han pasado y por NO haber luchado, estos son los resultados.
Llegó enero del año 2043 y también seguimos diciendo que vamos bien. Con 80 años y el mostacho bastante desteñido, Maduro sigue apareciendo en Wikipedia como «presidente parcial» de Venezuela. No hubo necesidad de golpe de estado, intervención, reforma o sentencia del TSJ. El chavismo sigue en el poder gracias a una de las estrategias más antiguas y efectivas en la historia de la humanidad: hacerse los locos.
Leopoldo debió haber salido en libertad en 2034, pero a nadie le dio la gana de firmar su boleta de excarcelación y, básicamente, la gente se olvidó de él. Algunas tiendas de perfumería venden estatuillas o hacen alguna estampilla con su nombre o imagen. La costumbre sobrepasó la fuerza del amor. Lilian se casó, se divorció y se volvió a casar. Vive en el extranjero criando a sus nietos. Los dirigentes de la MUD se extinguieron y solo queda el fósil de sus nombres. La mayoría que resistió el exterminio fue encarcelada y ya la gente le dio fastidio protestar, votar o colocar adornos de navidad.
Para el año 2043 Venezuela es una sociedad feudal. 50 % de la población emigró y el restante se quiso ir y no consiguió para pagar el pasaje en el único avión que llega semanalmente del mundo exterior a Maiquetía, pero el número de habitantes se mantiene en 30 millones gracias al embarazo precoz. En 2025 la experta turística Valentina Quintero finalmente agarró sus macundales.
Existen cuatro tipos de grupos socioeconómicos más o menos diferenciados: los que de alguna manera se las arreglan para recibir dólares de afuera y viven en bolsones de bienestar, un 10 % que todavía recibe beneficios de misiones y nunca entendió cuál era la quejadera, algo que mutó de los colectivos armados y se conoce como las “mafias camboyanas”, aunque hace mucho que no viene ningún africano al país; y los jodidos, que son la mayoría.
Los ministros, oficiales militares, jueces y altos funcionarios son los mismos que el 2018. Cuando mueren son relevados por suplentes u hologramas. Cierto diputado por lista del estado Monagas, un teniente que mandaba más que el vicepresidente, falleció de un infarto en el 2029, no sin antes difundir por su programa de TV todos los videos de los combates en el Nuevo Circo entre dirigentes opositores presos con cualquier animal y su favorito, el video de Julio Borges con las manos amarradas con un jaguar muerto del hambre. De vez en cuando la comunidad internacional emite un comunicado de preocupación porque, básicamente, está ocupado en sus propios problemas. El billete de cien sigue circulando y lo único que hacen es ponerle sellos con ceros.
En 2027 llego el último barco con harina para hacer pan. La dictadura se volvió a hacer el musiú y nadie dijo nada. Sospechosamente han desaparecido todos los animales del ecosistema urbano: desde perros hasta insectos. La FAO premió a Venezuela por su ingeniosa diversificación de proteínas. Las mafias camboyanas controlan el tráfico de basura y de leche materna que se distribuye en bolsitas de “chupi chupi” porque ya nadie fabrica nada. Debido a la ausencia de árboles, la temperatura promedio subió 7 grados centígrados, un poco más que en el resto del planeta. Se suspendió la jornada laboral diurna para conservar la energía del organismo y de noche nadie sale por terror. Básicamente, la gente lo que hace es esperar. No hay agua. El pudor se volvió inútil. El caimán suplantó al caballo en el escudo nacional gracias a su capacidad de pasar semanas sin comer por su lento metabolismo. El interior de las casas es otra cosa totalmente distinta y eso sigue siendo un misterio para los venezolanos.
Desaparecieron las alcaldías, se fusionó el estado Miranda con el distrito Capital y todo eso se llama Estado Chávez, capital Charallave. En 2026, se celebró el último Miss Venezuela: ya nadie veía TV nacional y no había gente arreglada. Desaparecieron Los Criollitos: para todo chamo que soñara con llegar a la MBL lo más practico era agarrar una lancha y nacionalizarse Dominicano. La Vinotinto de fútbol, que ahora clasifica al Mundial de 96 países, habitualmente juega como local en Miami. Los pocos estadios deportivos fueron invadidos para emplearlos como Coliseos para apuestas de peleas de mujeres.
En 2025 se decretó la inutilidad de la educación. Los chamos seguían siendo enviados a los colegios sin profesores porque no se sabe qué hacer con ellos. Allí se les deja y se les imparte algo llamado práctica, con nociones sobre apareamiento, reventa, caza, pesca, saqueo y recolección. El vehículo predominante es algo parecido al buggy playero, es decir, un ensamble de piezas de autos desarmados. Las autopistas son controladas por las mafias camboyanas y estas se emplean para carreras o ceremonias funerarias. Para este año, cuando ya Movistar y Digitel habían dejado de prestar servicio debido al robo de antenas repetidoras, el Estado decidió hacerse el loco como proveedor de telecomunicaciones. Muy rara vez se observan drones con WiFi y los privilegiados que conservan los últimos smartphones importados hace dos décadas los usan por varios minutos porque su batería dura muy poco.
La gente de mayor edad dice que todos los valores se terminaron de perder, pero en realidad los valores no se pierden sino se transforman en otros: supervivencia, adaptabilidad, precariedad, lealtad al jefe tribal. Aunque hace mucho tiempo ya los libros de las bibliotecas han sido quemados para prender fuego al sancocho, alguien consiguió una página suelta de H.G. Wells que dice: “No se necesita inteligencia donde no hay necesidad de cambio”.
Este bosquejo de lo que pudiera ser es la razón de seguir y no desistir. Nunca rendirse. Nunca, nunca, nunca. En nada grande o pequeño. Enorme o minúsculo. Nunca rendirse. ¡Nunca…” Sir Winston, sigue teniendo razón porque él, nunca se rindió. Esa fue su determinación inmodificable. Cuando la humanidad toda, hecha escombros, agonizaba víctima de la Tragedia Nazi y de su marcha delirante de exterminio. Esa fue su firme convicción. Este se MONTÓ al ver, con ojos lacerados por la irracionalidad, caer en el fondo de aquel abismo de destrucción a Londres, a Rotterdam, a Pearl Harbor, a Varsovia, a Moscú. Ya había contemplado años antes, paralizado por la estupefacción, la extinción vil de Guernica. Y la vería salpicar con sus trazos de dolor inocente, al lienzo magnífico de Pablo Picasso.
El Mundo no iba a ver nunca a Sir Winston Churchill rendirse jamás, porque este se ENCARAMÓ y le dijo al globo: “Lucharemos en los mares, lucharemos en los cielos. Lucharemos en las playas, lucharemos en los bosques, lucharemos en los campos. Lucharemos en las calles, lucharemos en las casas ¡Jamás nos rendiremos! “Su espíritu férreo nunca se dejó derrotar por aquella difícil, compleja, amarga e ignominiosa adversidad. ¡Y TRIUNFÓ! Nadie más que él pudo tener la más absoluta certeza entonces, que es allí, en las más profundas grietas de la ruina, donde debe renacer con más determinación y fuerza una sola cosa: LA ESPERANZA porque es precisamente en el campo yermo “del ya todo está perdido” donde vibran sus latencias imperecederas y eternas. “Ya todo lo di. No me queda nada de cuanto tenia. Solo tú, esperanza”, dijo Friedrich Nietzsche.
#RendirseNoEsUnaOpción