Todo sobre mi madre, en el día del padre, por Wilfredo Mora
Yo, le había escuchado la historia a mi madre, en mil-y-una-ocasiones, quien la acotaba como si se tratara de cita bíblica, siempre usaba las mismas palabras con la misma pasmosa religiosidad como si se tratara de un salmo en la “ liturgia de las horas”. Pero siempre hay una primera vez después de la última. Tuve la experiencia cumbre- expresión de Abraham Maslow- de ver mi vida por instante, en un día claro, desde mi infancia y hasta mi madurez sin interrupciones ni accidentes, ni dobleces, ni repliegues, ni círculos de confusión, ni puntos ciegos, un infinito altiplano donde el tiempo y el espacio no existen, donde las cosas son y no mueren. El sueño eterno en un relato hermético lleno de simplicidad con una insondable profundidad
Había asistido yo, horas antes apenas, al colegio al que voy, como docente, a una fiesta de padres abuelos en su día, donde conversé con un “representante” en una charla informal sobre la historia del colegio y el rendimiento escolar¿ de qué otra cosa podría hablarse ese día, del padre y de los abuelos?
-Y cómo usted, profesor, que vivió en Europa, por tanto tiempo, no decidió quedarse allí, no ve usted, como todo el mundo ha tomado el Arca de Noé con el Diluvio que arrasó con todo….. para ponerse a salvo de este gobierno nefasto.
-Sin pensarlo mucho, o mejor decir, habiéndolo pensado ya bastante, le expliqué.
-Vea usted, yo, en Europa me desempeñaba en muchos trabajos para los cuales no tenía sincera vocación. No era ciertamente, lo que mi madre había soñado para mí.
Yo no quiero que mis hijos tengan que trabajar… precozmente, que se vuelvan ávidos de dinero y no de estudio prefiero que estudien, se preparen… es lo importante”
-Nunca había yo reparado en aquella historia, tan parecida a una cita bíblica, a un salmo en la liturgia de las horas. Tanto mi mamá como mis tres hermanas, todas, resultaron con dos títulos y hasta tres carreras donde también debo incluirla a ella, quien se graduara a los ochenta años de Teólogo luego de concluir un intrincado “syllabus”.
-De 188 créditos a lo largo de cinco años. Educadora ella, produjo cuatro hijos, todos educadores, investigadores y abocados al trabajo académico y escritural. Esta historia que mi mamá citaba con recurrente y pertinaz frecuencia, habría de confirmar la cita bíblica del grano de mostaza . Ese día descubrí el diminuto haz de luz que se había colado por el ojo de cerradura al cuarto oscuro en el cual había vivido por muchos años.
Fue como encontrar la llave con la cual pude salir de la ignorancia en la que había vivido hasta ahora: Entender por qué me incomodaba estar en Europa, no como alguien que ha estudiado, sino como un refugiado. Esa vaina, sí que no!
Sentí que mi mamá me había asomado a la experiencia- cumbre , donde las cosas son eternas, como la educación. Algo de lo que el gobierno se valió para estafar y llegar al poder, la falta total de educación, de lo contrario no se entiende, el marasmo en el cual todos hemos sucumbido. Los que se escaparon al extranjero, para hacer lo que nunca han hecho y desempeñarse en lo que no- estudiaron.
En el Día del Padre, supe Todo Sobre Mi Madre. Una experiencia cumbre- como diría Abrahan Maslow