Madres comprometidas con las comunidades, por Roberto Patiño
Twitter: @RobertoPatino
Todos los años, cada segundo domingo de mayo la familia venezolana es convocada para recordar, honrar, celebrar y agradecer a una de las figuras más importantes de nuestra sociedad, el eslabón que une a las generaciones, la piedra angular de la familia y uno de los actores claves desde donde nace, en las comunidades, la solidaridad que tanto nos caracteriza y donde se custodia la esperanza por un futuro mejor. Es el tradicional Día de las Madres.
Es por eso que el sábado 7 de mayo, un día antes de esta importante celebración, decidimos honrar a las madres de la Calle Nueva de La Acequia, en Antímano, Caracas. Un evento sencillo, alegre y revelador, donde pudimos compartir actividades deportivas, disfrutar de una buena sopa que hicimos entre todos y hablar con ellas, sobre sus inquietudes, sus proyectos y deseos de cara a unos años tan complejos y decisivos, como los que tenemos por delante.
Llegar a esa comunidad no fue un hecho accidental. Desde hace años hemos venido prestando atención y apoyo al trabajo que hace nuestra amiga Thais González, madre líder de un comedor que desde hace tres años entrega almuerzos a 75 niños de su sector, en un ejercicio de trabajo y constancia, que ha logrado ganarse a pulso la confianza de sus vecinos y de las asociaciones que hacen vida en su parroquia.
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Thais parece estar acostumbrada a hablar en plural y es que, cada vez que nos describe su esfuerzo por sacar adelante el Comedor Santa Ana, aparecen los nombres de quienes llenan de vida y dan sentido a su esfuerzo: su comunidad, sus chamos, las organizaciones que la apoyan, sus vecinos y, sobre todo, de sus colaboradoras, un grupo de amigas y lideresas que, como ella, han aprendido a dividirse para poder compaginar su vida personal con el trabajo del comedor y con el compromiso de mantener abierto el programa de Refuerzo Pedagógico que ofrece a los muchachos en el sector.
Ella está clara en el compromiso que la lleva a patear las calles de su sector desde las 6 de la mañana hasta bien entrada la noche, lograr “que estos chamos que están creciendo, no pasen por las mismas dificultades que nosotros pasamos”.
La vimos preocupada, nos confiesa que la droga ha entrado con fuerza en su comunidad y muchos jóvenes, a veces niños, pasan el día consumiendo. Es necesario, nos dice, darles opciones a estos muchachos, ocupar su tiempo y recuperar los espacios deportivos.
Thais y otras madres como Alejandra, Dariani y Fabiana, nos muestran que su compromiso comienza siempre en el trabajo por organizarse y dar soluciones concretas a los problemas que nos acosan, rompiendo el cerco de aislamiento al que nos ha empujado la crisis y la confrontación política, esta última se vio disminuida el día de la celebración pues muchas personas afectas al régimen se unieron para organizar el homenaje a las madres. La lucha de Thais y de otras madres nos señala la importancia de seguir apoyando los liderazgos que nacen de abajo hacia arriba y que une el amor por los chamos con el compromiso de trabajar por el cambio en el país.
Así como estuvimos en Antímano, nos reunimos en distintas comunidades con madres venezolanas a lo largo del año. En todas encontramos un propósito común. Ellas son las que quieren que sus hijos vuelvan a Venezuela, ellas son las mujeres que viven la calle desde primeras horas de la mañana para atender a los muchachos, son el desvelo en las noches y la preocupación en la mirada. En definitiva: son el esfuerzo constante por un país que no se rinde frente a la crisis. Ellas son las madres de las comunidades, las madres de Venezuela.
A todas ellas les brindamos nuestro reconocimiento en este mes de las Madres.
Roberto Patiño es Ingeniero de Producción-USB. Magíster en Políticas Públicas-Harvard. Director|de Caracas Mi Convive y Alimenta la Solidaridad.
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