Maduro busca fragmentar de nuevo a la oposición con la devolución de la tarjeta MUD
En las últimas semanas se han dado algunas concesiones que pedía la oposición para participar en elecciones. La devolución de la tarjeta de la MUD fue la última de ellas. Analistas advierten que esto forma parte de una nueva jugada de Nicolás Maduro para dividirlos, mientras trata de limpiar su imagen ante la comunidad internacional en búsqueda del levantamiento de sanciones
El escenario político y electoral venezolano se mueve a medida que se acerca el 21 de noviembre, fecha prevista para las elecciones regionales y municipales. Desde el Consejo Nacional Electoral (CNE) y el poder Ejecutivo, que controla Nicolás Maduro, se ha asegurado que se van a garantizar condiciones para la participación de todos los actores, incluyendo la oposición mayoritaria que dirige Juan Guaidó.
Con una negociación propuesta desde el ala opositora, y que incluye discutir garantías para desarrollar un cronograma amplio de elecciones que deriven en un cambio político, desde el sector oficial se ha prometido eliminar los protectorados que pesan sobre gobernaciones y alcaldías luego del 21N, conversaciones para levantar inhabilitaciones políticas que pesan sobre algunos dirigentes, y poco a poco se han liberado algunos presos políticos.
Mientras, el CNE anunció la devolución de la tarjeta de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), la más votada en la historia e inhabilitada por una sentencia del Tribunal Supremo de Justicia en 2018, del partido Convergencia y Movimiento Progresista de Venezuela (MPV). También se aprobaron nuevos partidos para estos comicios, con lo cual se amplía un poco más la oferta electoral de cara a noviembre.
En espera está una misión exploratoria de la Unión Europea, que visitará el país para determinar si existen las condiciones mínimas para considerar las regionales y municipales como competitivas, y así enviar una misión de observación al país, que ha sido una petición recurrente de la oposición en procesos anteriores.
Los rectores del CNE Roberto Picón y Enrique Márquez han dicho que estas decisiones abonan a la “pluralidad” y mejoran la “competencia democrática”, aunque también instan al TSJ a revisar y resolver la situación de otros partidos políticos que fueron intervenidos por vía judicial en el pasado.
Tanto el exsecretario de la MUD Jesús “Chúo” Torrealba como los politólogos Benigno Alarcón y Piero Trepiccione coinciden en que esta devolución de tarjetas, en especial “la de la manito”, forman parte de la continua estrategia de Nicolás Maduro para fragmentar a la oposición y alentar a algunos sectores -que ven condiciones mínimas de participación- a que postulen candidatos para noviembre de forma individual.
“Maduro en su gran estrategia busca dividir todo lo que pueda al mundo opositor venezolano. Su única manera de mantenerse en el poder es manteniendo dividida a la oposición”, afirma Piero Trepiccione. Además, señala que en el marco de una nueva negociación con mediadores internacionales, Maduro aspira mejorar su margen de maniobra financiero y mantener el poder; del lado opositor, hay fuertes exigencias como el retorno al escenario electoral con mejores garantías y condiciones.
Ante los reclamos de la comunidad internacional, desde el oficialismo se devuelve la tarjeta de la MUD y habilita otras como Adelante “vinculada a Acción Democrática. Esto se convierte en una jugada maestra para dividir aún más, porque entiende Maduro que ahora vendría una rebatiña para ver quién se apodera de la tarjeta de la manito o se unen nuevamente en torno a ella”.
Trepiccione, quien también es director del Centro Gumilla en Lara, considera que la estrategia de la MUD debe ir en torno a la unidad. “Hay que considerar que esto es un avance, pero también una oportunidad para dividirlos (…) La gran pregunta será cuál es la capacidad de reacción del variopinto mundo opositor, porque hay poco tiempo para tomar decisiones racionales”.
Por su parte, el director del Centro de Estudios Políticos y de Gobierno de la UCAB, Benigno Alarcón Deza, recuerda que una de las razones por las que Maduro está permitiendo ciertas condiciones son las sanciones internacionales. “Lo que se le exige en este proceso de negociación y lo que ha repetido Estados Unidos una y otra vez son condiciones. El Gobierno está tratando de demostrar que está cediendo en ciertas condiciones. Ahora, el problema es que dar una concesión no necesariamente implica la necesidad de aprovecharla”.
Alarcón Deza explica que dar una condición está bien, pero si se hace tarde, como sucede con la cercanía de las postulaciones de candidatos a las elecciones regionales, no sirve de mucho. “Con esto no digo que la oposición no deba participar, lo que digo es que la oposición debe sacar su cuenta si pueden montarse en una elección”.
Hay otras condiciones y garantías que no se han dado, continua el politólogo. “Se ha devuelto una tarjeta, no todas, con lo cual se busca que haya un conflicto interno dentro de la oposición. Cada uno sabe que si no buscan candidaturas unitarias van a perder, si tienen sus partidos buscarán esa coordinación y en muchos casos lo pueden lograr, porque nunca ha habido candidaturas unitarias perfectas en todas partes”.
El politólogo también destaca que Estados Unidos ve con escepticismo estas acciones del régimen de Maduro, “es lo que están manifestando en sus declaraciones, que más allá de promesas quieren ver resultados concretos. A la comunidad internacional no se la engaña con espejismos. Si hubiese una intención de rectificar, que dudo, habrá que demostrarla con hechos y dar condiciones inequívocas de que se quiere avanzar en un proceso electoral. Pero si se busca ganar tiempo para rebajar o levantar sanciones, será complicado”.
Maduro juega con la oposición
El director del Centro Gumilla en Lara, Piero Trepiccione, considera que actualmente los actores políticos venezolanos deben decidir entre jugar con estrategia y firmeza, o seguir adoptado una salida maximalista y definitiva para lograr un cambio político. “Hoy Venezuela se debate entre jugar ajedrez o bolas criollas”.
A juicio de Trepiccione, el gobernante Nicolás Maduro se decanta por jugar un ajedrez en varios tableros. Uno de ellos frente a la comunidad internacional, ofreciendo ciertas condiciones y garantías electorales para conseguir rebajar o levantar algunas sanciones.
“En simultáneo está el juego con factores internos de oposición, seguir dividiendo y diluyendo para que no mezcle el descontento generalizado de la población con la capacidad de articulación del liderazgo político. Eso haría que Maduro corra un grave riesgo en el poder. Un país unido, descontento y con dirección política facilitaría y aceleraría cualquier proceso de transición en el país”, destaca.
Desde la oposición hay quienes aplican estrategias de bolas criollas, dice Trepiccione, “porque quieren jugar un boche clavao (sic), es decir, dar un golpe a Maduro mediante una intervención extranjera o militar y resolver ese problema, pero cada día ese escenario es menos probable. Otros apuestan por la abstención, pero sin planes alternativos”.
“Llegó el momento de jugar al ajedrez de forma inteligente, en medio de las limitaciones y lo que significa estar frente a un gobierno desacreditado y que genera desconfianza ante los actores internacionales”, advierte el politólogo.
La oposición tiene un elemento importante para recuperar terreno pero para ello necesita un mensaje claro y esperanzador, señala Trepiccione. “Pero necesita convertirse en una referencia política, que los venezolanos la vean como una alternativa actual al poder. Las elecciones de gobernadores y alcaldes pueden contribuir a ello, pero sin dejar de jugar el referendo revocatorio, sin dejar otros juegos políticos que ayuden a la oposición a empujar un proceso de transición. Un paso a la vez, no caer en el error del todo o nada”.
La negociación debe mostrar acuerdos parciales que se cumplan, considera el politólogo Piero Trepiccione. Algunos de ellos se han dado en el proceso de pendulación antes de la negociación formal, como reconoció Juan Guaidó en una rueda de prensa el 30 de junio.
“Hay que aspirar mucho más allá, pero en términos coloquiales, debería ser un dando y dando. Que los venezolanos y las partes vayan viendo que hay voluntad política para resolver el conflicto”, dice el director del Centro Gumilla en Lara.
Interpretar los gestos
“La habilitación de la tarjeta de la unidad es un gesto afortunado que podría convertirse en un estímulo a la participación electoral. Tampoco es un gesto aislado, forma parte de otro conjunto de gestos, donde podemos ubicar la designación de un CNE más equilibrado, la liberación de algunos opositores, de gestos conectados con un proceso de negociación que, en mi opinión, está en marcha y debe ser fortalecido”, dice Jesús “Chúo” Torrealba.
Las instancias de negociación internacionales están siendo más relevantes que las locales, considera el exsecretario de la MUD, quien también señala que deberían considerarse dentro de ese proceso dos categorías distintas: La opacidad y la prudencia.
“Pienso que esa negociación no puede darse en medio de micrófonos y reflectores, porque daña su viabilidad, pero el proceso mismo tampoco puede ser opaco. Quienes participan no pueden hacerlo de manera vergonzante. Tanto el gobierno como las oposiciones no pueden seguir acordando y realizando gestos, y luego declarando ante el país de manera altisonante para congraciarse con sus sectores radicales. Esa conducta contradictoria daña la credibilidad de los actores y no permite educar a la población en en general sobre la necesidad de recuperar el diálogo y la capacidad de lograr acuerdos como parte importante de la vida cívica”, asevera el activista social.
Otra de las cuestiones que considera Torrealba es que hay un “proceso desigual y combinado” dentro de la oposición. Por un lado, hay sectores que avalan la recuperación del voto sin valorar los esfuerzos y escenarios, lo que ha derivado en derrotas y pérdida de espacios democráticos. Desde otros sectores, “se ha tenido una extrema dependencia de factores internacionales” para implementar posturas reacias a procesos electorales.
“Hoy eso ha cambiado. La administración de Joe Biden tiene otros criterios, y hemos visto como esos actores, tanto el G4 como Guaidó, tienen una postura más proclive a rescatar el voto como instrumento de lucha. Sin embargo, por asumir un proceso de negociación vergonzante y sin explicarle a la población por qué lo asumen, impide una mayor comprensión por parte de la ciudadanía”, afirma Chúo Torrealba.
Insiste que la dirigencia opositora debe explicar a la población de manera clara por qué realiza cambios de estrategia, para poder contar con el apoyo y la movilización interna, que tanto proclama Guaidó pero no ha conseguido del todo hasta la fecha. “Ante una nueva realidad hay que redefinir las estrategias, y en este momento es bastante claro que la estrategia factible es recuperar el campo democrático, lograr que se establezca una nueva relación de empatía con esa población que enfrenta la pandemia, el hambre, la diáspora; y avanzar en la recuperación y ejercicio de los espacios republicanos”.
Debate interno
El director del Centro de Estudios Políticos y de Gobierno de la UCAB, Benigno Alarcón Deza, menciona que otro tema importante dentro de la oposición -además de la consecución de ciertas garantías- es la visita de la misión exploratoria de la Unión Europea al país.
“Si esa misión técnica dice que no pueden observar elecciones porque no hay condiciones mínimas, muchos actores dudarán de su participación y los que actualmente están negados se van a agarrar de ahí para decir que no se puede participar. Al contrario, si la Unión Europea dice que hay condiciones mínimas, la oposición estará complicada para justificar su negación a participar”, explica.
Siempre se va a observar el mismo debate dentro de la oposición con el que tiene la población fuera de estas estructuras, dice Alarcón Deza, si tiene sentido ir a una elección. “Maduro, que lo sabe, termina poniendo incentivos para hacer ese debate mucho más álgido entre los actores. A nivel de partidos principales, creo que están conscientes que ninguno puede solo porque arrastran poca gente. Al final del día lo que termina arrastrando masivamente es la unidad. Si eso fracasa, van a tener que inventar otra”.
Eso los obliga a mantenerse cohesionados pese a sus diferencias, asegura el politólogo, “pero debe privar el sentido común. De la misma manera que cuesta mucho llegar a acuerdos entre ellos, cuesta mucho más separarse de la unidad y jugar solos. Deben estar conscientes de eso”.