Maduro convirtió en una burla alzas salariales por el Día del Trabajador
El gobernante ha anunciado más de una veintena de incrementos desde que asumió la Presidencia. Pese a esto, un trabajador que percibe sueldo mínimo no puede cubrir ni la cuarta parte de la canasta alimentaria, mucho menos costear otros rubros básicos
Nicolás Maduro ha anunciado más de una veintena de incrementos salariales desde que asumió la Presidencia en abril de 2013. Seis entraron en vigencia cada 1° de mayo. Pese a esto, ahora un trabajador que percibe sueldo mínimo no puede cubrir ni la cuarta parte de la canasta alimentaria, mucho menos costear los otros rubros como el de servicios públicos básicos, vestido y calzado, educación, salud, alquiler de vivienda y artículos de higiene personal y limpieza del hogar, que están incluidos en la cesta básica.
“Yo soy presidente gracias a la clase obrera venezolana”, expresó Maduro en una concentración en la plaza O’Leary el 1° de mayo hace seis años, cuando entró en vigencia un salario mínimo de 2.457 bolívares fuertes que alcanzó para cubrir 41,2% de la canasta alimentaria familiar, que se situó en 5.950 bolívares; y 22% de la básica, que en mayo de 2013 alcanzó los 11.131 bolívares, de acuerdo con el Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros (Cendas-FVM). En ese mes la inflación fue de 6,1%, según el Banco Central de Venezuela (BCV).
Casi seis años después, en 2019, con un salario de 18.000 bolívares soberanos un trabajador apenas pudo adquirir en marzo 1,15% de la canasta alimentaria, que se situó en 1.555.866 bolívares; y 0,72% de la cesta básica, cuyo costo fue de 2.491.159 bolívares soberanos. En el mes pasado, la hiperinflación registró una tasa interanual —de marzo de 2018 a marzo de 2019— de 1.623.656%, de acuerdo con la Comisión de Finanzas de la Asamblea Nacional (AN).
El sueldo de 18.000 bolívares apenas alcanzaba en marzo para comprar, en el mejor de los casos, dos productos, como un kilo de carne de res molida, que costaba 13.064 bolívares, y un kilo de plátano, que lo comercializaban en 3.998 bolívares. El salario prácticamente se esfumaba al adquirir un kilo de limón, que en ese mes se conseguía sobre los 16.000 bolívares; y no alcanzaba para pagar algunos productos de primera necesidad como un kilo de leche en polvo, que cuando se encontraba en el mercado valía 41.666 bolívares.
“En cada 1° de mayo se necesitan más salarios mínimos para poder cubrir la canasta alimentaria, y la situación es peor si le sumamos a eso que año tras año los beneficios sociales de los trabajadores cada vez están más disminuidos, como la póliza HCM (Hospitalización, Cirugía y Maternidad), el seguro funerario y la caja de ahorros, que ahora prácticamente no existen”, aseguró Marlene Sifontes, secretaria de organización del Sindicato Unitario Nacional de Empleados del Instituto Nacional de Parques (Sunep-Inparques).
La Encuesta Nacional de Condiciones de Vida, realizada por la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), la Universidad Central de Venezuela (UCV) y la Universidad Simón Bolívar (USB), registró que la pobreza, medida por insuficiencia de ingresos, afectó a 94% de los hogares en 2018.
Además, en apenas tres meses el salario mínimo se redujo 17,4 dólares por la devaluación del bolívar. Cuando Maduro anunció en enero el incremento salarial de 300% la tasa oficial (862,32 bolívares por dólar) situaba ese ingreso en 20,8 dólares. El último incremento del tipo de cambio oficial –de 4.100 bolívares a 5.201,88 bolívares– ubicó el salario mínimo en apenas 3 dólares.
Maduro no ha mencionado otro ajuste ni una sola vez durante los tres últimos meses. El economista Asdrúbal Oliveros, director de Ecoanalítica, afirma que el gobierno no aumenta el salario por el “ajuste” fiscal que está llevando a cabo. “Está reduciendo en términos reales el gasto para intentar cerrar un poco la brecha fiscal y que ceda la inflación”, explicó.
Sin embargo, se espera que el gobernante anuncie un incremento salarial el 1° de mayo por el Día del Trabajador, lo que ajustaría nuevamente las tablas salariales. Este sería además el cuarto aumento desde que el gobierno puso en marcha su programa de recuperación económica con la entrada en circulación del bolívar soberano el 20 de agosto pasado; alzas que no fueron publicadas en Gaceta Oficial ni discutidas con los otros dos sectores que conforman el tripartismo (empleadores y trabajadores).
Si Maduro vuelve a anunciar un aumento de 300%, la remuneración se situaría en 72.000 bolívares, un monto que no cubre ni 5% del costo de la canasta alimentaria medida por el Cendas y que al tipo de cambio oficial equivaldría a apenas 13,8 dólares, por lo que el venezolano que devenga salario mínimo seguiría en situación de “pobreza extrema” de acuerdo con Naciones Unidas, pues percibe menos de 1,25 dólares diarios, establecidos internacionalmente como el límite para ser considerado como tal.
Una celebración apagada
Cada 1° de mayo, en la mayoría de los países, el movimiento obrero celebra el Día del Trabajador en conmemoración de la lucha de los Mártires de Chicago, quienes iniciaron una serie de protestas el primer día de ese mes en 1886 por la reivindicación de la jornada laboral de 8 horas –establecida por el presidente estadounidense Andrew Johnson en 1868– bajo el lema “Ocho horas para trabajar, ocho horas para dormir y ocho horas para la casa”. Ocho líderes fueron detenidos, de los cuales cinco fueron sentenciados a muerte.
“En Venezuela esta fecha se convirtió en una oportunidad emblemática para exigir reivindicaciones laborales, salvo en el periodo de Pérez Jiménez, quien, mediante decreto de la Junta Militar en 1949, prohibió la existencia de sindicatos libres y de la naciente CTV (Confederación de Trabajadores de Venezuela). Con el regreso de la democracia el 23 de enero de 1958, se realzó de nuevo el 1° de mayo, y cada año, hasta el siglo XXI, significó una fecha para exigir al gobierno de turno mejoras reivindicativas”, dijo Froilán Barrios, coordinador nacional del Frente Autónomo de Defensa del Empleo, el Salario y el Sindicato (Fadess).
Tras 77 años conmemorando la lucha histórica del movimiento obrero, la llegada al poder de Maduro, quien se presenta como “presidente obrero”, le apagó la fiesta a la clase trabajadora venezolana e hizo polvo esa felicidad que generaban los incrementos salariales.
“Los trabajadores no tenemos nada que celebrar. Estos años han sido difíciles, sobre todo el 2018. Maduro no ha sido ningún presidente obrero, por el contrario, ha sido el peor presidente para la clase trabajadora venezolana en la historia del país”, sentenció Pablo Zambrano, secretario ejecutivo de la Federación de Trabajadores de la Salud (Fetrasalud)
Sifontes expresó: “Para el trabajador, cada 1° de mayo es más difícil. Creo que nunca habíamos vivido una situación tan pero tan precaria como la actual. De verdad que es muy crítica. El salario no permite vivir con dignidad, no alcanza para comer ni para ir a trabajar”.
Asimismo, Barrios aseguró que desde 2013 el gobierno de Maduro ha significado un profundo retroceso, incluso el más intenso de cualquier época, ya que su gestión se ha enfilado “a destruir las instituciones laborales que durante ocho décadas construyeron pacientemente los trabajadores”, como los sindicatos, los contratos colectivos, el salario, la seguridad social, la formación profesional y el dialogo tripartito.
“Maduro profundizó la aplicación del ilegal Decreto Ley Orgánica del Trabajo impuesto por Hugo Chávez al controlar desde el Estado a los sindicatos que los convierte en entes supeditados al Ministerio del Trabajo y al Consejo Nacional Electoral (CNE). Además, el INCE (Instituto Nacional de Cooperación Educativa), ahora INCES (Instituto Nacional de Capacitación y Educación Socialista), desde Chávez terminó siendo un instrumento ideológico del gobierno y dejó de formar artesanos, obreros especializados en la manufactura y otras áreas industriales para convertirlo en una escuela denominada Misión Che Guevara, donde se enseña marxismo”.
Maryolga Girán, abogado experta en materia laboral, coincide con Barrios al afirmar que el socialismo del siglo XXI aprovechó la Ley del Trabajo para introducir aquellas reformas constitucionales que fueron rechazadas en el año 2007. “Esos primeros 25 artículos son el contenido del panfleto escrito por Chávez que se llamó árbol de las tres raíces (pensamiento bolivariano, robinsoniano y zamorano). Esos son los pilares fundamentales de la LOT. También tenemos que rescatar la figura del INCE anterior”.
Respecto al diálogo tripartito, el coordinador del Fadess añadió que Maduro siguió “demonizando” a los empresarios privados al igual que Chávez, convertidos en enemigos del trabajador. “Todo como excusa para decidir unilateralmente las políticas laborales desde el Ejecutivo Nacional”, como los aumentos de sueldo.
Vaso rebosado
De acuerdo con el secretario de Fetrasalud, 2018 fue el peor año para los trabajadores públicos. El 16 de agosto, la protesta del sector salud iniciada el 25 de junio agarró más fuerza luego de que los sectores petrolero, eléctrico, siderúrgico, agroindustrial, educativo y transporte, entre otros, se unieron a los médicos y enfermeras en una manifestación que denominaron Protesta Nacional, Laboral, Popular y Ciudadana para dejar claro que no quieren más “salarios de hambre”.
No se esperaban que el 17 de agosto Maduro anunciaría un incremento salarial de 5.900% que les eliminaría las contrataciones colectivas con la implementación del instructivo de aplicación para la administración pública, en el que se publicaron los tabuladores del personal obrero y del administrativo.
“La respuesta que nos dio el gobierno de Maduro fue establecernos las tablas (salariales) de hambre, eliminarnos las cláusulas económicas y sociales de nuestra contratación colectiva y profundizar su política de persecución. Desde noviembre hasta la fecha el gobierno ha despedido a más de 1.000 trabajadores públicos que vienen ejerciendo su derecho a la protesta”, añadió Pablo Zambrano.
“Con sus políticas económicas erráticas, Maduro nos quitó los beneficios laborales, y cuando salimos a reclamar nuestros derechos arreció la represión, el encarcelamiento y las amenazas a la dirigencia sindical. Este año, como ningún otro año, la clase trabajadora fue y sigue siendo perseguida simplemente por reclamar sus derechos. Nos tienen apresados a Rubén González y a Ronny Álvarez por delitos que no cometieron”, dijo la secretaria de organización del Sunep-Inparques.
“Este 1° de mayo, la clase trabajadora tiene tatuada en su fibra la huella de la represión, de la persecución y del robo de todos los beneficios alcanzados a lo largo de los años”, añadió la dirigente sindical
Por su parte, el coordinador nacional del Fadess concluyó diciendo que “luego de este apocalipsis laboral orientado al trabajo esclavo dependiente del Estado, no hay nada que celebrar, y todo por rescatar cuando se recupere la democracia en Venezuela”.