Maduro enciende la máquina de hacer petros para seguir financiándose (y III)
Ni Nicolás Maduro tiene fe en la recuperación del bolívar. La última vez que manifestó “preocupación” por la moneda fue en 2018 cuando puso en marcha la reconversión. Desde entonces ha insistido cada vez con más empeño en el uso del petro, un activo digital en el que pocos confían y muchos menos saben utilizar
“¡Presten atención!”, pidió a una decena de personas un trabajador de la sucursal de Tiendas CLAP en Zona Rental el pasado 29 de enero. “A las ocho de la mañana vamos a coordinar la cola, y si todos tienen configurado su petro wallet, podremos atender a unas 200 personas. No tenemos biopago, se paga nada más que a través del petro wallet con teléfono inteligente”.
Las aproximadamente 10 personas que escuchaban, entre ellas adultos mayores, fueron al establecimiento con la esperanza de gastar el medio petro de aguinaldo que el gobierno asignó en diciembre pasado, equivalente a 2,2 millones de bolívares o 30 dólares en ese momento.
“Eso de teléfono inteligente es pa’ no venderle a nadie”, expresó una mujer de la tercera edad que se veía claramente furiosa. “Yo no tengo teléfono inteligente. Me robaron ese dinero, ese dinero se lo cogieron ellos. Esa es una trampa del gobierno”.
Desde que el sistema biopago del Banco de Venezuela entró en una fase de mantenimiento el 4 de enero miles de pensionados y trabajadores del sector público no han podido gastar el petroaguinaldo, el primer bono que Nicolás Maduro entrega en la moneda digital que lanzó en diciembre de 2017 y que presenta como la panacea que sacará al país de la compleja crisis que atraviesa, con más de dos años en hiperinflación y rumbo al séptimo en recesión. Es la primera vez que prescinde del bolívar en sus dádivas.
Que en paz descanse
Y es que ni Maduro quiere el bolívar. La última vez que manifestó “preocupación” por la moneda nacional fue en 2018 cuando prometió “estabilizar y cambiar la vida monetaria y financiera del país” con la reconversión monetaria, puesta en marcha en agosto de ese año, con la que le restó cinco ceros a un bolívar que cumplía una década de la reforma implementada por Hugo Chávez. Pero en pocos meses los nuevos ocho billetes perdieron poder adquisitivo hasta el punto en el que no compraban ni una chupeta, por lo que, en menos de un año (en junio de 2019) el Banco Central emitió tres nuevas piezas, de las cuales la de mayor denominación (Bs. 50.000) hoy no alcanza para adquirir un dólar. La hiperinflación prácticamente mató a la moneda. Que en paz descanse.
“El bolívar ha perdido completamente sus tres funciones: servir de intercambio, de reserva de valor y de mecanismo de cuenta”, afirma el economista Luis Vicente León, presidente de la encuestadora Datanálisis. “Hoy un venezolano no puede comprar prácticamente nada en bolívares. Ni siquiera hay bolívares suficientes para sustentar la demanda de bienes y servicios en el país”.
La pérdida del poder adquisitivo del bolívar como consecuencia del severo ciclo hiperinflacionario que padece Venezuela desde el año 2017 ha hecho que la población, incluyendo los fieles adeptos del chavismo, prefiera otras monedas, especialmente el dólar estadounidense. De hecho, actualmente en el país más de la mitad de las transacciones se hacen en divisas.
“Con el petro el gobierno trata de construir un sustituto del bolívar, no quiere perder su capacidad sobre la moneda. Si permite que se dolarice por completo la economía o que todas las transacciones se hagan en moneda extranjera, él pierde su capacidad de política pública, de política monetaria. Pierde el control completo de la economía”, sostiene León.
Imposición
El economista Víctor Álvarez afirma que como el bolívar soberano no funciona, el gobierno intenta ahora abrirle camino al petro como nueva moneda nacional. “También ha dicho que iniciará el pago en petros de compromisos y beneficios laborales extraordinarios, así como el pago de las prestaciones sociales acumuladas. Todo esto puede interpretarse como un paso hacia una petro-reforma monetaria”.
En este sentido, León señala que ante el fenómeno inflacionario que atraviesa el país y la pérdida de confianza en el bolívar, el gobierno decidió emitir una moneda virtual con la que no necesita fabricar billetes y a la que le puede cambiar el valor sin pasar por una costosa reconversión. “Sin duda hay un intento muy importante y con mucha insistencia del gobierno de tratar de fortalecer el uso del petro”.
En el último trimestre de 2019 Maduro prendió la máquina de hacer petros para seguir financiando gastos: otorgar créditos productivos como forma de apalancar la economía social de Venezuela, terminar viviendas, y hasta para gastos operativos en los municipios.
En su discurso ante la oficialista asamblea constituyente el pasado 14 de enero Maduro dejó claro que este año 2020 planea masificar aún más el uso del petro. Luego de presentar su memoria y cuenta 2019, ordenó que servicios del Estado se cobren en petro, entre ellos los del Saime, Saren, SAPI e INEA, INAC, BAER, Bolipuertos y del Aeropuerto Internacional de Maiquetía.
Además, firmó un decreto para ordenar la venta en petro de activos de la república, entre ellos de 4,5 millones de barriles en petróleo de la reserva estratégica, cobrar gasolina de aviones y la venta de 1 millón de toneladas de hierro briqueteado a la CVG.
Pero al final, por más que insista, nadie quiere el petro. En el mercado internacional las criptomonedas también funcionan como una opción para invertir, e incluso algunas empresas como líneas aéreas y la famosa cadena internacional de café Starbucks han incorporado este método electrónico en sus opciones de pago.
Pero en Venezuela nadie quiere invertir en petros, y como el gobierno sabe que la mayoría de los venezolanos no confía en esa moneda, la impone, como hizo con el petroaguinaldo, y la única manera que había para que el ensayo tuviese una probabilidad de éxito era garantizar a los comerciantes que cuentan con el punto de venta biopago del Banco de Venezuela que se les reintegraría el dinero en bolívares.
Más leña al fuego
Y he aquí el problema y la causa de la aceleración de la inflación a inicios de enero. El petro, por el momento, solo es intercambiable por bolívares. Funciona, según el diputado Ángel Alvarado, de la Comisión de Finanzas del Parlamento, como un cuasibolívar. “En la medida que se inyectan petros en la economía, funcionan como bolívares que presionan el tipo de cambio y es por ello que aumentó el precio del dólar y de todos los productos de manera dramática”.
Fueron tantos los bolívares emitidos que el Banco de Venezuela se secó y se vio obligado a suspender las operaciones en esa moneda digital pues había agotado su liquidez para canjear los petros. Alvarado sostiene que la institución financiera suspendió el sistema no por mantenimiento sino por la incapacidad de seguir liquidando el dinero a los millones de pensionados y trabajadores públicos que recibieron el medio petro y a los comerciantes que los recibieron.
De acuerdo con Álvarez, el gobierno no midió bien las consecuencias de ese ensayo y, para evitar que el paralelo nuevamente se dispare, anunció que en adelante el reintegro se hará en petros. “El propio gobierno atentó contra su objetivo antiinflacionario al proceder de manera tan improvisada para impulsar el uso del petro. Lejos de generar confianza en la moneda digital, ha creado mucha confusión e incertidumbre, toda vez que al reintegrar a los comercios bolívares y no petros, el experimento se tradujo en nuevas emisiones de dinero inflacionario que desquiciaron la tasa de cambio y desbordaron los precios”.
Destinado al fracaso
Para León, la desconfianza en una moneda emitida por la actual administración continúa, se llame bolívar o petro. “No hay confianza en las autoridades monetarias que emiten el bolívar, pero menos en los que emiten el petro que es el Ejecutivo. Por eso está obligando a la gente a operar en petros, a los comerciantes a aceptar pagos en petros, pero no hay forma de que tú le obligas a confiar en el petro y si no tienes la posibilidad de que confíen en él, en realidad la probabilidad de éxito de masificación del petro es la misma que la probabilidad de masificación del bolívar”.
Por otro lado, señala que es imposible sostener el petro como una gran moneda de valor local cuando en Venezuela una parte muy importante de las transacciones son importaciones.
“Ese petro no tiene ninguna posibilidad de servir como medio de pago para importaciones en Venezuela. Eso no existe. Cuando el gobierno indica que va a obligar a sus clientes a pagarles en petro el petróleo es un chiste, el mundo primero no tiene petros y segundo mucho menos quiere petros”, añadió el experto.
Según Luis Zambrano Sequín, doctor en Economía e investigador del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales (IIES) de la UCAB, el petro está destinado a fracasar. “El petro es una intención del gobierno de seguir emitiendo dinero inorgánico para seguirse financiando. Como el bolívar es rechazado por los venezolanos, están tratando de sustituir el bolívar por el petro”.
“El problema es que el petro, al igual que el bolívar, no tiene respaldo. Entonces, nadie va a querer petros. De hecho, lo que vimos en diciembre con los bonos en petro que repartió el gobierno es una clara señal de que, al igual que el bolívar, el venezolano tampoco quiere retener petros en sus bolsillos. Por eso todo el mundo salió a convertir eso en bienes o en dólares. En general, el venezolano ve al petro como una moneda que no tiene ninguna calidad”.