Maduro no es legitimable, Gregorio Salazar
Un comerciante asesinado en su lugar de trabajo por fuerzas policiales, médicos golpeados y sacados a rastras de los hospitales, represión a manifestantes pacíficos, brutales atropellos a periodistas y diputados, golpizas a presos políticos… Con esa trágica sucesión de hechos la dictadura ha dejado “adornada” la antesala de las elecciones presidenciales en las cuales, dicen, aspira salir legitimada y consolidada.
En paralelo, quienes detentan el poder se solazan en exhibir el ventajismo absoluto con el que se sirven de todos los recursos gubernamentales, sin escatimar ninguno de un erario en bancarrota, para imponer por otros seis años al personaje que uno de sus contendores ha bautizado como “el candidato del hambre”, pero que también pudiera llamarse el de las enfermedades sin remedio, el de la ruina de los trabajadores y sus familias, el de la destrucción, en fin, de Venezuela como país viable.
Ojalá que la profunda indignación que levantan estos sucesos, cuyos denominadores comunes han sido la sangre, el dolor y el escándalo, no contribuyeran al proceso de desmovilización política en que está interesada la dictadura y en el que desde hace tiempo viene poniendo todas sus bazas, confiada en que esa conducta de la oposición es la que más efectivamente despeja el camino hacia la perpetuación.
Por el contrario, ojalá la rabia y el dolor motorizara la respuesta que más temen Maduro y la cúpula que se aferra al poder: una votación masiva, caudalosa, torrencial, que hiciera al extremo imposible el fraude que necesitan perpetrar. Eso es posible si chavista y opositores, que ven por igual cómo sus posibilidad existenciales son cada vez más precarias e insostenible, terminaran de comprender que es en las urnas de votación donde debe darse la tantas veces mentada unidad superior. Por y para la salvación de Venezuela y sus ciudadanos. Y para defender esa decisión resulta obvio que los equipos de los candidatos opositores tendrán que ser complementarios en las mesas de votación.
Si no es capaz de unirnos y movilizarnos ese objetivo, ¿cuál otro entonces podrá hacerlo? ¿Hay acaso meta superior a la de que Venezuela vuelva a ser un país con libertades, democracia y que sea capaz de generar oportunidades en todos los órdenes hasta al más humilde de sus habitantes?
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Maduro no es legitimable por ningún acto de votación. Como gobernante que ha roto el hilo constitucional y como candidato que ha vulnerado todas las reglas de unas elecciones limpias no puede lavarse el rostro ni obtener la legitimidad de origen ni recuperará la que ya perdió de funcionamiento. Por tanto no serán quienes acudan a votar contra su permanencia en el poder quienes lo legitimen, aunque así se paradójicamente lo sostengan quienes con una visión distinta están llamando a la abstención.
La situación de hundimiento económico del país, acelerado por la destrucción de la industria petrolera, dice a las claras que la crisis humanitaria se profundizará a muy corto plazo. Frente a este cuadro la oposición, hoy divida entre quienes llamaron la abstención y quienes han visto en estos comicios una oportunidad de enfrentar la dictadura y de plantearle a los venezolanos fórmulas de solución, tendrán que volver al mismo cauce de lucha.
El 20M es una oportunidad, Dura, difícil, contra todas las adversidades pero frente a la cual los venezolanos no podemos desmovilizarnos para obsequiarles desde nuestras casas más tiempo a Maduro para que continúe la criminal devastación de Venezuela.