Maduro no estaba disfrazado, por Sebastián Boccanegra
En el acto de salutación a la Fuerza Armada Nacional celebrado el 28 de diciembre de 2020, Nicolás Maduro asistió vestido de militar. Algunos pueden haberse confundido pensando que era carnaval en diciembre, pero no, Maduro estaba utilizando el uniforme que mejor lo retrata, el uniforme de un autócrata que se mantiene en el poder gracias al apoyo irrestricto de los militares.
Maduro se ha burlado de la soberanía popular, esa que reside en el pueblo, desde diciembre de 2015, cuando decidió no reconocer las consecuencias de los resultados electorales de ese año, en los cuales la oposición agrupada en la Mesa de la Unidad Democrática obtuvo las dos terceras parte de la Asamblea Nacional.
Al año siguiente boicoteó, con la colaboración de las militantes del PSUV y rectoras del CNE, el referendo revocatorio para el cual se recogieron más firmas de las necesarias y, al mismo tiempo, no se realizaron las elecciones regionales. Al año siguiente, se escogió una Asamblea Constituyente violando todo lo establecido en la Constitución.
Las manipulaciones para «ganar» elecciones tuvieron dos episodios adicionales, las presidenciales de mayo de 2018 y las parlamentarias del pasado 6 de diciembre. En ambas se trastocaron las reglas para garantizar el resultado. Todas estas burlas y trampas fueron apoyadas por la FAN chavista.
Este breve resumen nos permite aseverar, que Nicolás Maduro está en el poder exclusivamente no por los votos sino por las botas, y que el desastre en que está sumido el país es responsabilidad, en muy buena parte, de los integrantes chavistas de la Fuerza Armada Nacional.
Una parte nada desdeñable de sus integrantes ha ocupado posiciones relevantes en la administración pública. Si Pdvsa casi no produce, si las empresas básicas de Guayana están arruinadas, si los apagones son una constante, si la corrupción es galopante, se debe, en buena medida, a la actuación de los militares.
A lo anterior hay que agregarle la represión que han desplegado todos estos años, donde el uso desproporcionado de la fuerza ha sido una constante, donde las detenciones arbitrarias son normales y donde la tortura, incluso contra integrantes de la FAN, está institucionalizada. No es casualidad que en el informe de Determinación de los Hechos de las Naciones Unidas se señale a tres venezolanos como incursos en crímenes de lesa humanidad, dos son generales de la FAN.
Maduro tiene potestad legal para vestirse así, y ese atuendo que utilizó en el acto del 28 de diciembre retrata muy bien el gobierno que padece Venezuela. Es el uniforme de un ejército de represores, no de libertadores.