Maduro presumió de lo que carece: legitimidad y apoyo internacional
En su discurso ante el TSJ, Nicolás Maduro recalcó que cumplió con la legalidad para ser elegido y que es reconocido por la mayoría de los países del mundo
Dime de lo que presumes y te diré de lo que careces. El discurso de Nicolás Maduro en la sede del Tribunal Supremo de Justicia es un buen ejemplo de lo que el refrán significa. Habló de legalidad, de apoyo popular, de elección por parte del pueblo. También nombró a casi todos los representantes extranjeros presentes, para demostrar que tiene respaldo internacional.
Dedicarle cerca de media hora a explicar que su elección es producto de un cumplimiento absoluto de la ley electoral, que las elecciones se produjeron con un escrupuloso respeto a los establecido en las normas electorales y al acuerdo que suscribieron con algunos candidatos que compitieron con él, es la mejor demostración de que solo sus partidarios le creen, que la inmensa mayoría de los venezolanos y de buena parte de los gobiernos del mundo están claros que no fue así.
Quiso presumir de demócrata, de ser respetuoso de la legalidad, de acatar la Constitución, justamente lo que no es porque no respeta lo establecido en la Carta Magna.
Lo mismo se puede decir en cuanto a la presencia de representantes de gobiernos extranjeros. Ninguno de la Unión Europea, tampoco del Grupo de Lima, a excepción del de México, pero Manuel López Obrador, presidente de ese país, no tuvo la cortesía de venir a la toma de posesión, como sí hizo Maduro con él.
Ni Canadá ni Estados Unidos estuvieron presentes. De Uruguay tampoco vino su presidente Tabaré Vásquez. Ni Vladimir Putin, ni Xi Jinping, presidentes de Rusia y China, respectivamente, se acercaron al TSJ. Los asiáticos enviaron a un ministro de Agricultura, que seguramente vino realmente a otras cosas. De Rusia un vicepresidente del Consejo Federal de ese país. Las relaciones con esos gobiernos son buenas, pero marcaron algo de distancia.
Dijo tener muchos amigos en Europa, claro que no de sus gobiernos que representan a la “oligarquía”. A los países del Grupo de Lima les exigió que echarán para atrás su posición sobre el Esequibo. Nada nuevo.
El resto de sus palabras las dedicó a su versión de lo que ocurre en el país y en el mundo. Guerra económica, antimperialismo, patriotismo. Cuestionó el burocratismo y la corrupción. Su referencia a esos temas fue breve, en correspondencia a la intensidad con la que lucha contra ambos males.
Después se trasladó a la Academia Militar, donde sus integrantes le juraron lealtad. Puede presumir de eso, ya que este gobierno es cada vez más militar que cívico.