Maduro se alinea con Putin para hacer acusaciones contra la Fundación Rosa Luxemburgo

Moscú y Caracas se dan la mano al acusar a la Fundación Rosa Luxemburgo, referente de la izquierda internacional desde hace casi cuatro décadas, de actuar contra los intereses de los respectivos gobiernos. Putin la declaró «indeseable» y Maduro la señaló de «simular» ser de izquierda. La causa, en ambos casos, es haber dado espacio a la crítica
Este lunes Nicolás Maduro acusó directamente a la Fundación Rosa Luxemburgo, con sede central en Alemania, de financiar a personas que fueron alguna vez de izquierda o que, aseguró, simulan serlo para «atacar desde adentro» a su gobierno.
«Rosa Luxemburgo es nuestra heroína, nuestra, de los socialistas auténticos, de los revolucionarios auténticos, pero entonces crearon una fundación, ONG Rosa Luxemburgo, para captar y financiar gente que alguna vez fue de izquierda o que simula ser de izquierda (…) y le dijeron, mantente en el discurso de izquierda para atacar desde adentro y destruir a Maduro», dijo el gobernante en un acto televisado. La organización, con sede en Alemania, fue creada en 1990.
El líder chavista indicó que, de acuerdo a «últimos hallazgos», hay grupos de «infiltrados» que tienen «años simulando ser chavistas». Se refería, sin mencionarla, a la campaña de desprestigio que se ha iniciado desde portales de propaganda oficial contra organizaciones de base del propio chavismo que comenzaron a acompañar los reclamos por violaciones de derechos humanos en Venezuela; como lo hizo Surgentes y su activista Martha Lía Grajales, detenida e imputada por varios delitos.
El 13 de agosto, Radio Nacional de Venezuela publicó una nota que afirma, sin mostrar ninguna fuente, que en el país existe «un entramado de organizaciones y actores que, bajo fachada académica y ambientalista, han operado en Venezuela como instrumentos de injerencia política y articulación internacional contra el Estado venezolano». Agrega ese escrito que «en el centro de esta red figura la Fundación Rosa Luxemburg».
Al respecto de esa organización, detalla que «la Fundación Rosa Luxemburg se enmarca dentro de la estructura de fundaciones políticas alemanas que, con financiamiento extranjero, han intervenido en la vida política de países soberanos bajo el amparo de proyectos académicos o de derechos humanos. Diversos análisis han advertido que su accionar en la región responde a estrategias diseñadas en Europa y Norteamérica para influir en la opinión pública, erosionar proyectos soberanos y facilitar operaciones de cambio de régimen».
Apenas semanas antes de que Maduro acusara a la Fundación Rosa Luxemburgo, ya el gobierno de Vladimir Putin en Rusia había hecho lo propio. De hecho, el lenguaje usado por RNV emula el que utilizó el 21 de julio de 2025 la Fiscalía General de Rusia cuando declaró como «indeseables» las actividades de esa Fundación.
Según el gobierno de Putin, la organización alemana participa en la implementación de programas y proyectos destinados a generar sentimientos de protesta, contribuye a la radicalización de los jóvenes y al descrédito de las autoridades gubernamentales rusas. Además, afirmó la Fiscalía, la organización distribuye materiales de agentes extranjeros y ONG extranjeras e internacionales.
Fue la reacción del Kremlin ante las posturas de esta ONG internacional que en 2022 publicó un comunicado afirmando: «La invasión rusa de amplias zonas de Ucrania no sólo es la triste culminación del fin de todos los esfuerzos de la política de paz desde 1990 en Europa del Este, sino que también pone a prueba el posicionamiento de las fuerzas de izquierda en todo el mundo. Por muy importante que haya sido, y sea, referirse repetidamente a los valores básicos de la política de izquierdas en forma de negociaciones diplomáticas en lugar de actos de guerra, y una inclusión de Rusia en la elaboración de una nueva arquitectura de seguridad para Europa, ahora hay que reconocer que el proyecto político del actual gobierno ruso no tiene nada que ver con estos valores básicos. La guerra contra Ucrania, con todas sus consecuencias, sólo puede ser condenada y rechazada».
Ser declarado «indeseable» en Rusia genera un veto a la organización que imposibilita su operación de ninguna forma dentro del país, y expone a las personas relacionadas a onerosas multas y a distintas penas que se pagan con varios años de prisión.
En Venezuela, el chavismo consideró hasta hace poco a la Fundación Rosa Luxemburgo una aliada. Funcionarios y militantes del PSUV acudieron a sus actos, entregaron premios a sus integrantes, impulsaron «discusiones» en sus espacios y agradecieron «apoyos» de aquellos escenarios.
Fuente: @m_betancourt
Pero desde hace algún tiempo, publicaciones impulsadas por esa fundación alemana a escala internacional comenzaron a caer pesadas en los pasillos del poder. En 2021, por ejemplo publicó una entrevista con Antonio González Plesmann, esposo de Martha Lía Grajales, donde afirmaba que el gobierno reprime a la derecha y a opositores, pero también a la izquierda y al pueblo pobre «de manera generalizada», lo cual genera un desprecio a las autoridades. Defendía allí el entrevistado que había razones por las cuales en Venezuela no ocurría un «desborde» de la situación social, aunque ya después pudiéramos entender que lo ocurrido el 28 de julio en las elecciones presidenciales también fue, en parte, eso.
También fue la plataforma para divulgar un estudio de Surgentes de 2021 que dice: «desde 2015 comenzaron a ser cada vez más frecuentes las denuncias de violación a los derechos humanos cuyas víctimas eran sectores de izquierda o protagonistas de luchas populares que, en el pasado cercano, habían recibido apoyo del chavismo y del Estado o se asumían a sí mismos como parte de la Revolución Bolivariana».
En 2024, la Fundación publicó un artículo de análisis preelectoral de las presidenciales, donde se afirmaba: «Maduro y otros altos funcionarios partidarios de Chávez tienen tanto que perder que una entrega ordenada del poder parece prácticamente inconcebible», al comentar sobre un escenario de triunfo opositor. No descartaban que se robaran las elecciones.
En 2025 ha dado espacio a voces que insisten en que la bonificación del salario en Venezuela es regresiva y discriminatoria, y hasta han hablado de cómo Nicaragua se convirtió en una dictadura con todas sus letras. En definitiva, la Fundación Rosa Luxemburgo dejó de ser útil para el poder.
*Lea también: La detención de Martha Lía Grajales: un cisma en la izquierda chavista
*El periodismo en Venezuela se ejerce en un entorno hostil para la prensa con decenas de instrumentos jurídicos dispuestos para el castigo de la palabra, especialmente las leyes «contra el odio», «contra el fascismo» y «contra el bloqueo». Este contenido fue escrito tomando en consideración las amenazas y límites que, en consecuencia, se han impuesto a la divulgación de informaciones desde dentro del país.