Maduro y el error de Pérez Jiménez en el 57, por Beltrán Vallejo
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Ya sabemos los resultados del fraude-comparsa del 6 de diciembre; nada de extrañar. Ante eso, esta estafa madurista puede ser enfocada desde el prisma de un antecedente histórico fraudulento igualmente que signó el destino de Marcos Pérez Jiménez cuando llamó a un plebiscito tramposo en el año de 1957 que le costó a mediano plazo su estancia en el poder.
¿Maduro irá por lo mismo? Creo que profundiza en un error, considerando igualmente que desestimó o rechazó la propuesta que le hizo una comisión de la Unión Europea para que suspenda esas elecciones y él los mandó para el carajo.
En ese afán de meterse en un laberinto, Maduro se asemeja a Marcos Pérez Jiménez cuando este intentó superar el escollo que significaba el hecho de que sus constituyentes, en el año 1953, no fueron “previsivos” y no eliminaron de la Constitución perezjimenista el precepto que obligaba a realizar elecciones mediante el voto universal, directo y secreto para escoger el Presidente de la República.
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Por tal circunstancia, el Ejecutivo convocó al Congreso Nacional a sesiones extraordinarias el 2 de noviembre de 1957 con la finalidad de recibir un mensaje especial del presidente de la república. Instalado el espurio órgano legislativo, el general Marcos Pérez Jiménez hizo entrega de un proyecto de Ley de Elecciones que contemplaba la realización de un plebiscito con el propósito de: “…determinar si se está de acuerdo con las ejecutorias del régimen y, por consiguiente, si se considera que la persona que ha ejercido la Presidencia de la República en este período, debe ser reelegida”. La aplicación de este plebiscito significaba que los partidos políticos no tendrían participación de ninguna índole y no existiría competencia entre diferentes candidatos en solicitud de votos.
El 15 de diciembre se llevó a cabo dicho plebiscito y ahí participaron, fundamentalmente, los empleados públicos que fueron arreados a consignar su voto y presentarse al otro día ante su trabajo con una señal como evidencia de que cumplieron en votar por el tirano. De tal manera que, de los 3.266.000 ciudadanos inscritos en el registro, votaron unos 2.342.000 por Pérez Jiménez y apenas 658.000 sufragios en contra.
Al siguiente día, el país se presentó alborotado con protestas de rechazo ante esa burda maniobra continuistas de la tiranía. Es así que la Junta Patriótica sacó fuerzas de la nada, resucitó como Lázaro y conformó frentes de lucha, además de detectar fisuras en las Fuerzas Armadas de la tiranía y estableció contactos con esos disidentes. Todo esto significó en condiciones para la futura caída de la dictadura un 23 de enero de 1958.
Viendo este ejemplo histórico, digo que algunos hablan de que este 6 de diciembre el régimen saldría fortalecido al tomar completamente en sus manos el único espacio del Estado que no controlaba. Pero más bien creo que en nada le favorece, sobre todo en el plano internacional donde las potencias de occidente ya han calificaron lo del 6 de diciembre como una vulgar pillería; de tal manera que el sambenito de las sanciones continuará sobre los intereses, fortuna y bienes de los capitostes del régimen.
Ahora bien, esta no es la Venezuela del 58, ni la oposición es la Junta Patriótica y lo que tiraniza a Venezuela no es una dictadura convencional del siglo XX. Sin embargo, a pesar de que la historia no se repite, sí deja lógicas lecciones. A Maduro le puede pasar lo que le pasó a Pérez Jiménez, sobre todo cuando se cree sobrado para seguir asfixiando el cuello de un pueblo.
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