Maduro y su programa a pique, Gregorio Salazar

Por si lo ha olvidado, recuerde que estamos en pleno Programa de Recuperación, Prosperidad y Crecimiento Económico. Que eso no se sienta por ningún lado ni lleve perspectivas de que tal cosa ocurra es otra cosa. Total, al régimen sólo le importan esas tres etiquetas y repetirá hasta el cansancio la letanía: el programa de Maduro va viento en popa. Muy bien, pero con la proa hundida y apuntando al fondo.
Los resultados han sido por lo pronto especialísimos, pero en modo alguno sorprendentes: el nuevo cono monetario no puso el codiciado papel moneda en la calle en las cantidades que se necesitan y ya es tan escaso como el anterior. La hiperinflación no se enteró que era con ella y marcha a un paso de 4 % diario. El dólar como que sí, pues se duplicó en un abrir y cerrar de ojos y pasó los 12 millones de los viejos. El deslumbrante aumento de las pensiones a 180 millones, 1.800 Bs. S., es entregado en fracciones semanales, sólo una minucia en efectivo, con muchas penurias y, para colmo de pesares, está siendo fagocitado velozmente por los precios. Nada distinto ocurrirá con el salario.
Con la crisis alimentaria llevada a niveles de tragedia continental, el gobierno promete financiamiento a los productores del campo y a algunas empresas de la industria del agro
El control a ultranza de los precios, esa angular y desgastada piedra que venimos conociendo desde el pleistoceno del proyecto socialista, no ha podido ser mantenido ni por sus propios autores. Ni para las cajas Clap, para las que ya se anuncia un aumento de 60.000 % para el primero de octubre. Sin embargo, al precio subsidiado de 150 Bs. S seguirá siendo la mejor expresión del populismo llevado a la estratósfera.
El cartón de huevos dejó clara constatación de que el gobierno improvisó en demasía, pero también de que no fueron tan cabezas de ñema como para insistir en mantenerlo regulado en 81, 50 soberanos. Después de esfumarse en las primeras de cambio está reapareciendo tímidamente en Bs. S 120, que es decir a Bs. 120 millones de los de antes. Que la venta con ese 33 % de aumento se esté haciendo bajo la vigilancia de la milicia uniformada corrobora y oficializa la fantástica reculada madurista. Qué pasará con la carne y el pollo, cuyos paraderos se desconocen, es una buena pregunta para los planificadores de la obstinada secta escarlata.
Si semillas, sin pesticidas ni fertilizantes el agro venezolano se ha derrumbado y ahora mismo está a merced de la anarquía delincuencial que roba cosechas y rebaños enteros con sospechosa impunidad.
Con la crisis alimentaria llevada a niveles de tragedia continental, el gobierno promete financiamiento a los productores del campo y a algunas empresas de la industria del agro. Pero lo hace con el peor estilo y con muy repudiables armas: la autovictimización, la estigmatización del sector privado, al que señala como responsable criminal del desabastecimiento y la consiguiente intimidación por la vía de las amenazas. El régimen sigue empecinado en no reconocer a la empresa privada como un aliado en el objetivo común en la meta de producir, en este caso alimentos. Lo trata como un enemigo al que hay que someter por todos los medios. Y así los sigue desapareciendo.
Si semillas, sin pesticidas ni fertilizantes el agro venezolano se ha derrumbado y ahora mismo está a merced de la anarquía delincuencial que roba cosechas y rebaños enteros con sospechosa impunidad. Tractores, camiones y maquinarias obsoletas o sin repuestos son otros elementos de amarga realidad a la que no le valen los artilugios comunicacionales del régimen.
En medio de semejante cuadro, una mirada a lo político. La mayoría de los venezolanos anhelan fervientemente la unidad de todos los factores de la oposición venezolana. Sin ello, salir de este infierno no será posible antes de que nos dejen un país virtualmente inviable y sin posibilidades de paz. Ojalá que el liderazgo este trabajando para darle a la sociedad venezolana un reimpulso hacia un mejor porvenir.