Magos y marionetas, por Aglaya Kinzbruner

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Una marioneta muy famosa fue el Topo Gigio. Él fue el protagonista principal de un espectáculo infantil de marionetas en la televisión italiana, creado por María Perego. Su primera aparición televisiva fue en el 1959 en el programa Alta Fedeltá con la voz de Domenico Modugno. Era animado hábilmente, sus titiriteros ocultos detrás de un fondo negro. Ese trabajo llegó a ser muy famoso así como su «caída de ojos». Se metió en el corazón de los niños por su personalidad afectuosa e infantil.
También y quizás a través de su éxito con los niños, llegó al corazón de los futbolistas. Es famoso el gesto de Topo Gigio del futbolista Juan Román Riquelme. Esto sucedió, después de su tercer gol, cuando se ubicó delante del palco de Macri, un 8 de abril de 2001, con las dos manos detrás de las orejas. En señal de rebeldía, claro está. Parece que no estaba satisfecho con lo que le habían pagado. Cierto es que Macri dijo que le pagaron según lo pactado. Cuando le preguntaron a Riquelme cuál era el significado de su gesto, sólo dijo que a su hija le gustaba mucho el Topo Gigio. En otra ocasión Messi hizo el mismo gesto.
En Venezuela el Topo Gigio hizo su aparición en los años ’60 en «De fiesta con Venevisión» con la voz de Gilberto Correa y volvió en los ’80 con Guillermo «Fantástico» González en horas de la noche por Venezolana de Televisión.
Así como el Topo Gigio llegó al corazón de muchas personas, un mago, Derren Brown, llega a su público a través de un lenguaje donde predomina el cálculo y el misterio. Derren Brown, inglés, de unos cincuenta años, apuesto, casado, sin hijos, con acento londinense de clase media alta, hipnotista, mentalista, animador, escritor, pintor y quién sabe cuántas cosas más, se presenta como casi invencible en ciertos campos. A este efecto, por ejemplo, publicó un video de cómo hacer para ganar siempre en los casinos, tanto en la ruleta como en el blackjack. Obviamente tiene prohibida la entrada en todos los casinos de Inglaterra. Ganó el premio Lawrence Olivier por sus actuaciones.
Creemos que después de la presentación llegó la hora de indagar un poco más en las actividades de nuestro mago. En primer lugar diremos que dice no ser clarividente, ni psíquico, ni médium, ni habla con los muertos y que, además, todos los que dicen ser tales no lo son, porque sencillamente esos poderes no existen. La única realidad, siempre según él, es que las personas son excesivamente crédulas, creen casi siempre en cualquier cosa que les digan con la suficiente convicción.
Así que él empacó sus corotos y se fue a Estados Unidos para contactar con médiums y clarividentes, los grabó en videos que cualquiera puede ver en el internet y los dejó en el ridículo más espantoso.
Y aunque pensamos que él no dejó de ser un poco «travieso», estamos de acuerdo con él en el sentido que estos médiums, sobre todo los que dicen hablar con los muertos pueden, sin querer, causar daño. Y esto es por la sencilla razón que se pueden topar con el hecho de que uno de los «clientes» haya tenido una madre tóxica, o un padre tóxico o todo un nido de serpientes en su casa o en el cielo, nadie sabe a dónde se dirigen los que se van y no es bueno enfrentarlos a esa realidad.
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En un video que se llama Derren Brown Messiah, él graba cada uno de estos «videntes», siempre con un nombre supuesto, para convencerlos que él tiene los mismos dones y lo recomienden. Así entrevista a cinco personas. Hay un episodio en particular, con una tal cajita atrapa-sueños que uno se muere de la risa. Él entrevista a una mujer muy influyente, una tal Lorraine di Felice, editora de una revista New Age y la convence de usar la cajita atrapa-sueños. Se trata de una simple caja de latón con una batería que, mediante un botón prende una luz que, alterna el verde con el blanco. La latica se pone en una funda de almohada y el todo se enchufa. A los cinco días llega él, se pone cuatro almohadillas con electrodos en la cabeza y cuenta a continuación los sueños de Lorraine. Y ésta, emocionada, sin percibir semejante tomadura de pelo que, además está siendo grabada, no hace más que decir «¡sí, sí, esto es justamente lo que soñé!».
No es oportuno ni conveniente pensar que uno es una marioneta a quien un titiritero manipulador le diga en qué debe creer. Nuestros titiriteros tienen tiempo haciendo pis fuera del perol. Es como para hacer un gofundme para que venga a Venezuela el mago en cuestión y haga ¡una caída y mesa limpia!
Aglaya Kinzbruner es narradora y cronista venezolana.
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